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Puerto chino de Lianyungang

Puerto chino de LianyungangAFP

Geopolítica

Los tentáculos del expansionismo chino llegan a Hispanoamérica y África

El plan de China es convertirse en la primera potencia mundial para el 2050 y entre sus planes más ambiciosos se encuentra la Nueva Ruta de la Seda

Para nadie es un secreto la actual pugna por la hegemonía mundial entre Estados Unidos y China. El régimen de Pekín ya ha desafiado el modelo democrático que «trata de imponer» los americanos al resto del mundo, señalando que «no hay un solo modelo de democracia». En lo que sí parecen coincidir es en el modelo económico capitalista con el cual el «comunismo» chino ha sabido jugar y explotar su potencial comercial.

China ha sido el país del mundo con mayor crecimiento. En los últimos 38 años ha registrado un promedio de crecimiento anual de casi el 10 %. El plan de China es convertirse en la primera potencia a nivel mundial para el 2050 y entre sus planes más ambiciosos se encuentra la Nueva Ruta de la Seda.

Según una investigación publicada recientemente por el Instituto Kiel para la Economía Mundial, hay siete países en el mundo cuya deuda de préstamos externos a China supera el 25 por ciento de su PIB. Tres (Djibouti, Níger y la República del Congo) se encuentran en África, mientras que cuatro (Kirguistán, Laos, Camboya y las Maldivas) se encuentran en Asia.

La deuda acumulada con China a través de préstamos directos muestra que la mayoría de los países muy endeudados con China están en África, pero le sigue muy de cerca Hispanoamérica. Desde 2005, China ha invertido más de 124.000 millones de euros en préstamos en Hispanoamérica. Esto es más que los préstamos del Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y CAF-Banco de Desarrollo de América Latina combinados.

Principales deudas hispanoamericanas con China

Principales deudas hispanoamericanas con ChinaGallagher, Kevin P. y Margaret Myers (2021) «Base de datos de finanzas de China y América Latina», Washington: Diálogo Interamericano.

China busca principalmente inversiones en alimentos, petróleo, refinerías y minerales, como el litio, componente fundamental de las baterías de los teléfonos móviles. Los inversores chinos se han centrado principalmente en Argentina, Brasil, Chile y Perú, señala el Centro de Políticas de Desarrollo Global de la Universidad de Boston.

China está trabajando para llevar a la región su Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI, por sus siglas en inglés) o la conocida como la Nueva ruta de la Seda, cuyo objetivo es expandir la inversión en el extranjero mediante la construcción de infraestructura para rutas terrestres y marítimas en todo el mundo.

De acuerdo con el monitor de flujos de salida de la Inversión Extranjera Directa de China realizada por la Red ALC-China, el país asiático aceleró en plena pandemia sus inversiones en Hispanoamérica, convirtiéndose en la tercera fuente de inversión en las economías de la región. Entre 2015 y 2020, empresas privadas y paraestatales invirtieron alrededor de 66.178 millones de euros en los países de la región.

China se enfocó particularmente en tres economías durante la pandemia: Chile, Colombia y México. Estos países concentraron cerca del 77 % de su inversión. En comparación, entre 2010 y 2014 Argentina y Brasil atrajeron seis de cada diez dólares invertidos por empresas chinas en hispanoamericana.

Las empresas estatales chinas están invirtiendo en el sector energético de Brasil, la economía más grande de la región. 

Los informes de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) de las Naciones Unidas destacan el rápido crecimiento de las inversiones chinas en Hispanoamérica desde 2008, con un promedio de 9.000 millones de euros aproximadamente por año entre 2010 y 2014; y, sin embargo, China sigue estando lejos de ser la mayor fuente de Inversión Extranjera Directa (IED) en la región.

Los socios tradicionales como Estados Unidos y España continúan siendo las mayores fuentes de IED en Hispanoamérica. De 2005 a 2019, ambos países fueron los principales inversores en la región, con una participación promedio total de 22,6 % y 11,9 %, respectivamente. Sin embargo, China se perfila para ser el principal socio comercial de Hispanoamérica por encima de Estados Unidos en menos de 15 años, según el Foro Económico Mundial.

Un buen amigo de África

La reciente gira por África del ministro chino de Asuntos Exteriores, Wang Yo, puso de relieve la importancia económica y geoestratégica del continente africano para China. En una intervención tras el encuentro que mantuvo con el presidente de Kenia, Uhuru Kenyatta, Wang Yo subrayó el compromiso de su país de convertirse en «un buen amigo y socio de África», destacó la «solidaridad» entre China y los países africanos y rechazó las acusaciones de estar aplicando una estrategia de «deuda-trampa».

La estrategia de «deuda-trampa» hace referencia a la alta deuda alcanzada por países africanos con las inversiones chinas en grandes infraestructuras como puertos, presas, minas, ferrocarriles y otros proyectos. Estos países muchas veces no son capaces de devolver los préstamos y se ven obligados a renegociar la deuda con China a cambio de importantes cesiones que, en la práctica, supone atarles a los intereses geoestratégicos de Pekín.

El hecho es que China ha fijado su punto de mira en el continente africano en su estrategia de expansión global de su influencia. África es una pieza esencial en los planes chinos para el desarrollo de la Nueva Ruta de la Seda, un proyecto global chino que busca, por medio de complejas y costosísimas infraestructuras impulsadas por empresas chinas, conectar África, Europa y Asia y posicionar al gigante chino como la primera potencia comercial del mundo.

En un estudio de la Universidad John Hopkins de Baltimore, citado por la agencia Efe, se revela que entre los años 2000 y 2019 diferentes compañías chinas firmaron 1.100 préstamos con diferentes Estados africanos por un valor superior a los 135.000 millones de euros.

Según el estudio, de esa inversión, 45.800 millones de euros, el 30 %, son prestamos destinados a financiar infraestructuras de transporte de mercancías (China está construyendo miles de kilómetros de carreteras y líneas de ferrocarril en África). Dentro de esa red de infraestructuras terrestres chinas en África, las más importantes son la línea de ferrocarril Mombasa-Nairobi, en Kenia, y la de Addis Abeba, en Etiopía, a Djibouti.

Otras infraestructuras financiadas por China son puertos, centrales hidroeléctricas y proyectos de explotación minera. Kenia, Etiopía y Angola son los principales destinatarios de las inversiones chinas.

La diplomacia de la Nueva Ruta de la Seda, con deuda trampa o sin ella, ya ha aportado grandes beneficios geoestratégicos a China.

La diplomacia de la Nueva Ruta de la Seda, con deuda trampa o sin ella, ya ha aportado grandes beneficios geoestratégicos a China. Tras la reunión con el ministro Wang Yo, el presidente de Kenia, Uhuru Kenyatta, definió a China como «ese amigo que siempre está ahí», el amigo que «camina con nosotros».

Además, China ha dado un golpe de efecto al construir en Adis Abeba, capital de Etiopía, la sede de la Unión Africana, un gesto que muestra la fuerza adquirida por China y su influencia en el continente africano.

En la Nueva Ruta de la Seda china, el transporte marítimo constituye la pieza principal del tablero, y África es el escenario donde busca afianzar la hegemonía china en el comercio mundial.

En los últimos años, China construyó o se hizo con el control de 20 puertos en África. Además de convertir esas infraestructuras portuarias en importantes centros logísticos, China se vale de esas instalaciones para ampliar su presencia militar con bases navales. Junto con sus puertos africanos, China controla más de 100 en más de 60 países en todo el mundo, lo que constituye una presencia global de grandes dimensiones.

La red construida, y prevista, incluye a Mozambique, Tanzania, Kenia, Sudán, Mauritania, Senegal, Ghana, Nigeria, Gambia, Guinea, Santo Tomé y Príncipe, Camerún, Angola y Namibia, según publicó el ICEX.

Estos puertos africanos se conectan por medio de una compleja red de ferrocarril con las minas del interior del continente africano, asegurando así el control chino del flujo de materias primas africanas.

A su vez, el puerto de Yibuti conecta directamente África con Hong Kong a través de una red que incluye puertos en Pakistán, Sri Lanka y Myanmar. Asimismo, desde Djibouti las exportaciones marítimas chinas acceden al canal de Suez por medio del Puerto Sudán, en Sudán, y desde allí al puerto griego del Pireo, controlado por la compañía de operaciones china COSCO, propietaria del 51 % del puerto.

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