Susan Gray, la mujer que tiene en sus manos el destino de Boris Johnson
Vicesecretaria permanente de la Oficina del Gabinete del primer ministro, ultima el informe del «party game» que tiene a Johnson entre las cuerdas
Detrás de esa imagen de mujer discreta, sin un atractivo aparente que la haga muy diferente a cualquier otra del montón, se esconde una mujer implacable. Para algunos, Susan Gray es una especie de «Terminator» de uñas afiladas que preside algo parecido a un moderno Tribunal de la Inquisición británico. Para otros, se trata de una funcionaria que, bajo esa apariencia de juez imparcial, no lo es tanto y en ocasiones, se deja llevar por los intereses del poder de turno.
La vicesecretaria permanente de la Oficina del Gabinete del primer ministro, «hace que Robespierre parezca un niño de coro», le confiaba un ex asesor del Gobierno a la agencia AP. Gray, de 65 años y con 40 de carrera, representa un ejemplo de superación, ambición y mano izquierda para escalar puestos de poder. Conoce los entresijos y rincones de Downing Street como si fuera su casa aunque aspiraciones para convertirse en una Margaret Thatcher no se la conocen.
Nacida en Londres, tiene vínculos emocionales y familiares con Irlanda, un territorio siempre esquivo para los gobiernos tanto tories como laboristas. Está casada con Bill Conton, un cantante de country original de Newry (Irlanda del norte). La música de botas camperas y jeans es seña de identidad de una pareja histórica que, dado el tiempo que llevan juntos, parece funcionar.
El aire de formalidad de Sue, con su media melena cobriza, como la llaman en familia y sus amigos, tiene poco que ver con sus historial. La mujer que está a punto de abrir la caja de los truenos que pueden caer como un rayo y hacer fosfatina la de por sí quemada figura de Boris Johnson, interrumpió su carrera en los años 80 para administrar un pub irlandés. Conocer la barra irlandesa de aquella época permite, entre pinta y pinta, descubrir las debilidades de los clientes y en especial de los hombres.
Quizás por eso, no le resultó muy difícil destapar los oscuros deseos de Damian Green, el ex ministro que derrochaba su tiempo on line, con páginas webs de pornografía. Número 2 de Theresa May, su obsesión sexual y el acoso al que sometió a ciertas mujeres pusieron, en 2017, su cabeza en bandeja de plata sobre las manos de Gray. Experta en utilizar el bisturí de destripar la casquería del poder, Sue sería la cirujana jefe en una serie modelo Anatomía de Gray pero sobre la arena de la política.
A la derecha de Dios
Los que la temen se refieren a ella como «A la derecha de Dios», pero los que la conocen la podrían bautizar «The cleaner», por su minuciosidad para evitar dejar rastros durante sus investigaciones. La agencia AP no identifica con nombre y apellido las tres fuentes que trabajaron con ella y que mostraron la cara oscura de este personaje clave para el futuro inminente de Johnson. «Todo lo que hace es muy turbio… Nunca deja un papel a la vista… Su trabajo es, simplemente, hacer que las cosas malas desaparezcan de la mesa del primer ministro». Su casillero de mail, según esta información, estaría vacío permanentemente porque borra todo y anima a sus subordinados a hacer lo mismo. En contraposición a esta imagen siniestra de Gray, AP citaba a otros colaboradores que no reconocían esa imagen distorsionada y la consideran «una persona admirable. Íntegra»
En cualquier caso, ella es la que ha escudriñado en esa decena de fiestas clandestinas que organizó Boris Johnson mientras el resto de los británicos cumplía el confinamiento obligado por él. Parte del informe, estuvo a la vista de Scotland Yard donde otra mujer, la comisaria jefe Cresida Dick, investiga ese serie de «eventos sucedidos en los dos últimos años en Downing Street y White Hall», incluso la noche anterior de los funerales del duque de Edinburgo.
La BBC ya en 2015, definía a Susan Gray como «la persona más poderosa de Reino Unido. Esa, de la que nunca oíste antes hablar». Entonces, era cierto. Hoy, a Sue, la conoce el mundo entero.