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Manifestantes en Cuba salen a la calleAFP

Las opositoras cubanas: «Habrá que volver a las calles»

Seis meses después de las revueltas de Cuba, tres opositoras que estuvieron encarceladas recuerdan para El Debate aquellos momentos, al tiempo que trazan horizontes para el futuro de la isla

Neife María Rigau Chiang, habanera afincada en Camagüey, tiene 23 años, estudia Humanidades y colabora con la publicación digital de oposición «La Hora de Cuba». Lo tiene muy claro: «Las manifestaciones del 11 de julio han significado un hito en nuestra historia: por primera vez en muchísimo tiempo estaba sucediendo algo importante y serio. El panorama es complicado por todos los juicios que se están celebrando, pero es bueno analizar el presente con una mirada esperanzadora».

¿Esperanzadora? «Digo esto porque aunque la situación actual de muchos cubanos es desoladora, por motivos económicos o políticos, el cubano probó lo que se siente al estar en libertad en la calle, probó el poder que puede tener un grupo unido». Sabe de lo que habla, pues fue detenida el mismo día en que surgieron las protestas. Solo por ejercer de periodista y acercarse al centro de Camagüey a ver qué ocurría.

 Era una de las más jóvenes que se vio privada de libertad nada más empezar el histórico momento. El precio que pagó fuero alrededor de diez días entre calabozos y cárceles. Y en condiciones de higiene infames. «A pesar de la injusticia que suponía, me sentí de cierta forma feliz porque me estaba sucediendo algo como consecuencia de mi opción de vivir en libertad».

Neife Rigau, activista de la oposición cubanaNeife Rigau

La misma suerte corrió su compañera de redacción y actriz de teatro, Iris María Mariño García, de 33 años, casada y madre de un hijo. Aunque a ella le pasaron las esposas en otro lugar de Camagüey. «Nunca antes había estado en un calabozo», señala. «Pero tuve la serenidad y la paciencia de aprender y de ir comprendiendo y reflexionando. No me sentí mal allí: estaba feliz, pese a la represión, porque sabía que había participado en algo grande para mi país y que era parte de una generación que necesitaba salir a la calle». Su rasgo más definitorio tiene que ver con su filiación: su padre tiene mando en plaza en la agrupación del Partido Comunista de Cuba en la Universidad de Las Tunas. Se respetan, pero discrepan radicalmente en materia política. Por eso, cuando recobró su libertad, «para él había cometido un crimen. No me dolía, pero si me entristeció. Cuba es más grande que todo y necesita democracia y libertad. Y sigo siendo hija de mis padres. Sin hay que salir de nuevo a la calle, saldré».

Iris Mariño, activista y opositoraIris Mariño

Thais Mailén Franco Benítez, de 34 años, conocida en ambientes opositores por el mote de «Thais Freedom Forever», vive en La Habana, tiene tres hijos y es ama de casa. 

En julio ya llevaba unos meses en la cárcel, siendo liberada en septiembre. De ahí que insista en que la prioridad debería de ser la liberación de los cientos de presos políticos, porque «es la única esperanza que tiene el pueblo de Cuba para lograr una nación de justa democracia. Hay que continuar denunciando las arbitrariedades y procedimientos del régimen a nivel nacional e internacional. Hay que seguir denunciando, hay que seguir en las calles». 

En Cuba cuando se realiza cualquier actividad religiosa, profesional, lúdica inclusive, que no esté vinculada con el régimen, la persona es considerada opositora o disidenteNeife Rigau

Eso sí, con el régimen no se dialoga: «Sencillamente porque hay muchos ejemplos de estados totalitarios que han aceptado el diálogo y lo único que se ha logrado y promovido es el cambio-fraude». Cree asimismo que «los organismos internacionales deberían de velar por la democracia en cualquier nación del planeta. Hay falta de protagonismo, todo se queda en denuncias, no se impulsan acciones concretas, están todos muy pasivos, al igual que las agencias extranjeras acreditadas en Cuba. Para mi está todavía la cosa muy blanda, demasiado blanda. Deberían ponerle muchas más sanciones a Cuba,  la prensa extranjera debería redoblar la presión».

Thais Franco, activista y opositoraThais Franco

Tres mujeres jóvenes y tres formas de unirse al movimiento opositor. Rigau, por ejemplo, indica no pertenecer a ningún movimiento. «Simplemente colaboro con La Hora de Cuba». Prosigue: «aunque no tenga nada que ver con política o con partidos, en Cuba cuando se realiza cualquier actividad religiosa, profesional, lúdica inclusive, que no esté vinculada con el régimen, la persona es considerada opositora o disidente. Esa es la razón por la que me valoro como tal». A finales del año 2019 comenzó a colaborar con La Hora de Cuba. El compromiso se ha ido consolidando.

La Hora de Cuba

La incorporación de Mariño a la oposición fue también gradual. Se unió al proyecto del periodista Henry Constantin Ferreiro en La Hora de Cuba. Conocía a Henry desde hacía ya unos años, y en 2015 le propuso colaborar con la revista. «Mi primer trabajo fue sobre la mujer, siempre me he identificado con causas sobre la mujer y la sociedad o la mujer y el patriarcado, pero alejada del feminismo». Su primera pieza fue un artículo de opinión. «Me uní más bien a un proyecto periodístico: contar la situación de la mujer desde otro ángulo, no desde la versión oficialista, donde todo es perfecto; explicar a mi hijo, entonces pequeño, las imposiciones impuestas desde arriba. Periodismo social, en suma, que ayude a interpretar la realidad de Cuba desde una perspectiva familiar».

Con el tiempo, como era de esperar, empezó a tener algunos problemas. Sobre todo a raíz de uno reportaje sobre el ciclón Irma tal y como lo vivieron las madres, que publicó junto a otra periodista de La Hora, Sol García Basulto. «Cómo se las agenciaban para garantizar el plato de comida. Diario y todo eso». El artículo tuvo alcance y lo repicó desde Miami Radio Televisión Martí. 

La reacción no se hizo esperar: «Los agentes de la Seguridad del Estado irrumpieron en la Academia de las Artes, mientras impartía clase de expresión corporal. Fui increpada junto a la directora de la Academia. En ese momento puse los pies en el suelo y decir: estoy siendo violentada por la policía política. Me está pasando por escribir para una revista independiente en Cuba». Era 2017. Luego empezaron las persecuciones. También la detuvieron un Primero de Mayo –de 2018– por intentar hacer una fotoserie.

El peor capítulo lo experimentó en 2019. «Visité a mis padre en Las Tunas. Poco antes había estado con Eliécer Ávila, entonces presidente de la plataforma opositora Somos +. A mi padre le hicieron llegar la noticia y fue la persona que más me ha increpado. Con ojos sangrientos me dijo: `Nosotros no permitiremos nunca que ustedes ganen. Haremos todo lo posible, dando nuestras vidas si es necesario'. Que eso me lo dijese mi padre como si pertenecer a la oposición fuera un crimen, como si fuera una delincuente».

La llegada de Franco a la oposición estuvo motivada por un incidente doméstico. en septiembre de 2013, «cuando por un mal trabajo de las entidades del régimen, mi casa se vino abajo, se derrumbó, y tuve que estar 29 días durmiendo en la calle con mis tres hijos pequeños. Ahí se me quitó la venda, ahí sentí cómo el comunismo te arrasa, te humilla y te lo quita todo».

Unificar Cuba

Mariño exhibe algo de optimismo cuando se aborda el futuro del movimiento opositor. «Creo que se ha unificado, hay proyectos en conjunto, como San Isidro y otros. Han accedido a hablar en serio y reclamar sobre los presos políticos. Existen puntos sobre los que no se ponen de acuerdo, pero sí sobre la libertad y la democracia». Franco no lo niega, si bien no tiene pelos en la lengua para decir lo que piensa, al igual que han hecho los activistas Carolina Barrero y Leo Fernández, sobre la espantada del dramaturgo Yunior García Aguilera, hoy exiliado en España. Su posición sigue siendo la misma: «Para mí su partida fue un acto de cobardía, pues convocó para la marcha cívica por el cambio, prevista para el 15 de noviembre. El 14 anunció que iba a marchar en solitario. El 16 ya estaba en un vuelo hacia Madrid. Por eso insisto en que fue un acto de cobardía, no puedes convocar a las masas y no dar la cara».

Las que sí la han dado vivieron momentos especialmente duros. «Mi peor momento personal de la represión que yo he sufrido fueron los cinco meses que pasé en prisión injustamente. Me separaron de mis tres hijos. Fue mi mayor sufrimiento por culpa de la dictadura castrista», recuerda Franco. Para Rigau, lo peor mientras estuvo encarcelada fue ver llorar a algunas madres con las que compartió celda «por estar separadas de sus hijos en ese momento y por el temor de estar mucho más tiempo lejos de ellos injustamente».

Del pasado al futuro. «Lo único que me queda por decir», concluye Franco, es que la libertad de Cuba nos pertenece a los cubanos, pues ninguna potencia extranjera ni nadie va a lograr la libertad de Cuba. «Solo por nosotros mismos: somos los que tenemos que salir a las calles, los que tenemos que estar unidos y los que tenemos que terminar de tumbar al régimen. Como ocurrió el 11 de julio, como fue en el 94 [se refiere al «Maleconazo»], que han sido las dos veces que el pueblo ha sentido sensación de libertad. Ese estallido social lo debemos de hacer los cubanos de la isla». Rigau, en la misma línea: «Que se produzca otro estallido social en Cuba solo es cuestión de tiempo».

Ensañamiento con los Navarro

Félix Navarro, de 68 años, es uno de los disidentes cubanos de mayor prestigio. Perseguido por la dictadura desde hace más de 30 años, es uno de los miembros más destacados del «Grupo de los 75», los disidentes encarcelados durante la Primavera Negra de 2003. Volvió a prisión el pasado julio. Su salud es frágil. Su hija única Sayli, Dama de Blanco, también está imputada Como explica a El Debate Rosa María Payá, coordinadora de Cuba Decide, «el juicio contra Sayli y Félix Navarro y otras siete personas en el Tribunal de Jovellanos terminó el martes. 

Quedó visto para sentencia. Según Sayli, fue un juicio circo, en el que pudo ver cómo a su papá lo tienen esposado y encadenado, manos y pies. Chaquira. Los grilletes hacen daño y causan llagas en los tobillos. La Fiscalía pide once años de prisión para Sayli simplemente por haber ido el 12 de julio a preguntar por las personas que estaban desaparecidas. A su padre le pueden caer quince años».

Según Payá, «lo único que puede detener la impunidad con que la dictadura está sentenciando a décadas de prisión a manifestantes pacíficos es la acción de la comunidad internacional. Esa es la perspectiva que tienen los cientos de cubanos que están siendo juzgados en juicios-circo, sin posibilidad de defenderse, con cargos que están inventados y desarrollados por la ley comunista a medida de la represión que el régimen necesita». «Es la ola represiva más brutal de la que yo tengo memoria», espeta la hija de Oswaldo Payá, de cuyo asesinato se cumplirán 10 años el próximo julio.