Fundado en 1910

Maniobras militares del ejército ruso en BielorrusiaAFP

Conflicto Rusia - Ucrania

Tres razones por las que Rusia no debería invadir Ucrania

Todo es susceptible de empeorar y la situación en Ucrania no es una excepción. Washington, la OTAN y la Unión Europea, entre otros, se lo han dicho a Vladimir Putin en todos los idiomas menos en el de las armas: la invasión del resto de Ucrania (ya están los tanques en las «dos repúblicas» de Lugansk y Donetsk) es inasumible y las consecuencias para Rusia, serán demoledoras. Retórica contundente aunque, quizás parcial, no está de más plantear el precio que pagaría Putin si, como aseguran los aliados en Occidente, se anima a la solución final: atacar Ucrania.

Baño de sangre y crisis humanitaria

Ucrania está dispuesta a defenderse y habría un baño de sangre. El presidente Volodimir Zelenski anticipó que si la OTAN no ayuda con intervención militar (inviable al no ser Ucrania miembro de la Alianza Atlántica) ni intervienen soldados de sus socios de la Unión Europea, se defenderán solos. La población lleva años preparada para hacerlo. Las últimas imágenes de ejercicios militares con mujeres y jóvenes practicando hasta con fusiles de madera, ponen de manifiesto que buena parte de la población está dispuesta a dejarse la vida en los combates. Según Estados Unidos la guerra, si fuera rápida, podría matar a unos cincuenta mil civiles.

El éxodo de refugiados podría ser descomunal. De imponerse por las armas la supremacía rusa y ocupar el territorio ucraniano, la crisis humanitaria sería extraordinaria. Conociendo el estilo Putin no se descartan abusos, atropellos y severas violaciones a los derechos humanos. Los servicios de inteligencia de Estados Unidos interceptaron el sistema de comunicación del Kremlin y aunque éste lo niega, aseguran que el líder incuestionable de la Federación tiene preparada una lista negra con los nombres de ucranianos a los que ejecutaría.

Boquete en la economía y las finanzas

El boquete a las de por sí escasas arcas de la Federación rusa sería enorme. No sólo por lo que le está costando ya el despliegue militar, si no por el gasto añadido que supondría la invasión y el aislamientos económico, comercial y financiero al que, como han anunciado, le sometería Estados Unidos, la Unión Europea y la OTAN. Expulsar a Rusia del swift, sistema de operaciones bancarias internacionales, sacudiría los cimientos financieros de una potencia que no puede olvidar que su PIB es muy similar al de España y equivale a la mitad del de California. Esto, sin contar el congelamiento de las cuentas corrientes que hay por el mundo de los jerarcas rusos, incluido Vladimir Putin, y el veto a bancos públicos y privados rusos.

El bloqueo generalizado haría daño a muchos países, en especial a los más dependientes del gas como Alemania (que ya suspendió la autorización del gasoducto Nord Stream 2) pero también a Rusia. Es cierto que es un territorio enorme (más de 17 millones de kilómetros) y hambre, lo que se dice hambre, no parece sencillo que fueran a pasar los 145 millones largos de habitantes de la Federación de Rusia.

Otra cosa sería el corte del torrente de chips made in EE.UU. que promete Joe Biden. Ahí es donde Pekín sí podría suplir, con matices, el suministro. La mano tendida de China es la opción B de Vladimir Putin pero su alianza proclamada también podría tener sus límites. En la Conferencia de Seguridad del último fin de semana celebrada en Múnich, el ministro de Asuntos Exteriores chino, Wang Yi, criticó a EE.UU. pero también dijo: «La soberanía, la independencia y la integridad territorial de cada país deben salvaguardarse. Ucrania -concretó- no es una excepción».

Riesgo a fracasar

Las guerras se sabe cómo empiezan pero no cómo terminan. Nadie sabe las vueltas que podría dar este escenario en permanente movimiento, si hubiera una invasión. El Goliat de esta hipotética guerra, sin duda, es Rusia, pero la victoria de David es histórica. La equidistancia de la OTAN y de Estados Unidos al anticipar que sus tropas no pondrán un pie en territorio ucraniano podría dejar de serlo o buscar un camino intermedio. No se descarta que pudieran facilitar, en mayor escala, equipamientos y armamento de última generación en Ucrania o efectivos infiltrados.

Las Fuerzas terrestres desempeñarán un papel decisivo en esta hipotética invasión. En declaraciones recientes, recogidas por AP, el exministro de Defensa de Ucrania, Andriy Zagorodnyuk, recordaba que su país, «ya logró detener las fuerzas rusas antes. Cada batallón tiene experiencia directa en el campo de batalla.» Lo que le lleva a pensar que, aunque «sería un desafío enorme, en especial, por la extraordinaria superioridad rusa en el aire», en su Ejército, «todos los altos mandos de las fuerzas armadas son oficiales de campo de batalla».

Si se diera ese segundo escenario hipotético donde Rusia no pudiera imponerse y ocupar Ucrania, la derrota sería un precio, como la invasión para Occidente, inasumible para Putin y para esa Rusia que todavía tiene sueños de grandeza imperial.