Vladimir Putin
Matteo Salvini borra sus fotos con camisetas de Putin tras la invasión rusa
El líder de la Lega Nord italiana ha borrado sus fotos de Twitter con la imagen de Putin en su ropa, pero, en su día, le calificó como un gran «hombre de Estado». Otros políticos siguen teniéndole en alta estima
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Trump, Salvini, Schröder, Le Pen, Zemmour, Berlusconi… Hay líderes políticos que no solo nunca ocultaron sus simpatías hacia Vladimir Putin, el presidente ruso que está invadiendo Ucrania, sino que han hecho gala de sus afectos hacia él.
Matteo Salvini ha sido el último en retractarse. El líder de la Liga Norte italiana ha borrado de su cuenta de Twitter las fotos en las que posaba orgulloso con camisetas de Putin, y las ha cambiado por mensajes con la etiqueta #stopwar, vídeos y fotos denunciando la situación en Ucrania. Tiempo atrás, Salvini llegó a hablar de Putin como «un hombre de Estado de gran nivel que ha defendido su país».
No es la primera vez que el autodeclarado populista corrige sus simpatías. En un caso más cercano, hace un año, el vicepresidente del consejo de la República también se arrepintió de sus amistades con Vox. Pese a la foto abrazando a Santiago Abascal, Salvini aseguró que no tenía relación con el partido ultraconservador porque estaba «a favor de los derechos y libertades».
Por el contrario, hay otros que mantienen su apoyo al líder del Kremlin. Es el caso del expresidente de Estados Unidos Donald Trump, que esta semana no dudó al calificar a Putin de «genio». «Aquí hay un tipo muy astuto… le conozco muy bien» dijo sobre el ruso en el programa The Clay Travis & Buck Sexton Show.
Quizás haya quienes no se vean sorprendidos por las últimas declaraciones de Trump, pero el empresario no ha sido el único presidente de Estados Unidos con el que Putin ha tenido buenas relaciones. Bill Clinton y George Bush también le elogiaron en el pasado y el último le llegó a considerar «confiable».
Amigos y aliados de Putin: de Berlusconi a Schröeder
Putin también encuentra simpatizantes entre los socialdemócratas. De hecho, uno de sus apoyos incondicionales en Europa es el ex canciller alemán Gerhard Schröder, uno de los grandes lobistas de Putin en Alemania. Las opiniones del político sobre Rusia han generado bochorno entre algunos de sus compañeros de partido, que han tratado de desmarcarse de sus comentarios. Antes de la invasión de Ucrania, el que fue canciller de Alemania hasta 2005 calificó el despliegue de tropas rusas como una «reacción» a las maniobras de la OTAN en los países bálticos y Polonia. Schröder acumula varios cargos en empresas públicas rusas e incluso celebró su 70 cumpleaños con Putin en San Petersburgo, unas semanas después de la anexión ilegal de Crimea por parte de Rusia, en 2014.
En la misma línea, un año después de la anexión, el expresidente italiano Silvio Berlusconi se metió en un buen lío al visitar una bodega en Crimea junto a su amigo Putin y beberse con él un Jerez de 240 años. La centenaria botella de vino había sido traída de Jerez de la Frontera por el conde Mijail Vorontsov, durante el reinado de la emperatriz rusa Catalina la Grande. Por lo visto, fue descorchada por iniciativa de Berlusconi, lo que le valió la calificación de persona non grata en Ucrania y le involucró en un proceso judicial por robo: se estima que el Jerez costaba 82.000 euros.
Entre los amigos europeos de Putin se encuentran los líderes de la extrema derecha francesa, como Marine Le Pen y Éric Zemmour, quien aseguró: «Es un gran jefe de Estado al frente de un gran país». También, el primer ministro húngaro Viktor Orbán, que tras su visita a España, invitado por Vox, la semana pasada felicitó a Putin por «haber hecho Rusia grande otra vez».
Al igual que exalta, a la par, al zarismo y al estalinismo, Putin cosecha simpatías en todos los bandos políticos: desde las del artífice del Brexit Nigel Farage y el ex primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, hasta las de Nicolás Maduro, el cubano Miguel Díaz-Canel, el mexicano Manuel López Obrador y el peronista argentino Alberto Fernández. Sin olvidar sus alianzas asiáticas con el coreano Kim Jong Un y el chino Xi Jinping, que ahora trata de mediar en el conflicto.