Argentina
Pese a la batalla campal, el Congreso argentino consiguió aprobar un acuerdo con el FMI
Los alrededores del Palacio Legislativo se transformaron en un escenario de guerra con lluvia de cascotes, fuegos y agresiones
Recordaba las escenas de 2017 cuando el Gobierno de Mauricio Macri intentaba aprobar una reforma de la ley de jubilación. Entonces, según estimaciones de Patricia Bullrich, ministra de Interior de la época, lanzaron «catorce toneladas» de cascotes y dejaron la plaza de los dos Congresos, como si un terremoto la hubiera sacudido. Ayer, el motivo de esa lluvia de pedruscos y adoquines de las aceras, arrancados con picos y otras herramientas, era como protesta a la ratificación del acuerdo de refinanciación de la deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI) que se aprobó de madrugada.
Con 204 votos a favor, 37 en contra y 11 abstenciones, la Cámara de Diputados dio luz ver al proyecto de ley para reestructurar la deuda de 45.000 millones de dólares que contrajo el país durante el Gobierno de Mauricio Macri. Ahora, sólo queda pendiente su paso por el Senado donde, previsiblemente, no tendrá obstáculos que sortear salvo que se repita otra concentración como la de ayer y los senadores tengan que esquivar los cascotes.
Columnas de humo negro de neumáticos quemados o de contenedores de basura impedían ver a la Policía por dónde les iba a llegar la pedrada. Tampoco en el despacho de la vicepresidente y titular del Senado, Cristina Fernández, pudieron evitar que las ventanas resistieran el impacto y dejaran los cristales hechos añicos.
El calor del último mes del verano invitaba a los descamisados a manifestarse en la calle. Las hordas respondían a grupos de extrema izquierda, a los autodenominados movimientos sociales y a aquellos que se apuntan a un bombardeo por un «choripán» (bollo preñado o pan relleno de chorizo), un puñado de pesos o garantías de que recibirán alguno de los famosos «planes» (subvenciones) que les permiten, a unos cubrir sus necesidades y a otros no dar golpe a costa del Estado.
Mientras fuera se desataba la batalla campal, dentro se caldeaba la discusión parlamentaria. El diputado Máximo Kirchner, la figura que concentra las miradas en busca de una señal para la tropa militante, estaba en contra de un acuerdo que supone un balón de oxígeno para la maltrecha economía argentina. El banquero kirchnerista y diputado Carlos Heller, en algo parecido a una justificación reconoció: «este es el mejor acuerdo de refinanciación que se pudo conseguir».
Gracias al acuerdo, el país recibirá un primer desembolso de unos 9.800 millones de dólares y podrá pagar 2.900 millones de dólares que vencían a mediados de marzo. Además, extiende los plazos de pago y le otorga un periodo de gracia de cuatro años con un total de diez revisiones trimestrales.
Con las arcas más llenas de pagarés que de efectivo, Argentina necesitaba con urgencia refinanciación. El vicepresidente del Banco Central, Jorge Carrera, advertía antes de la votación : «Si no se aprueba el acuerdo en el Congreso estamos en problemas. Argentina no puede pagar el vencimiento de marzo» al FMI.
El Fondo calificó el programa de «pragmático y realista». Argentina se compromete a reducir su déficit fiscal del 3 por ciento actual de PIB a 0,9 por ciento hasta 2024. Ese esfuerzo es al que se negaba la turba que asoló una de las plazas más emblemáticas de la ciudad de Buenos Aires.
La resistencia estaba en la calle pero también dentro del palacio Legislativo y curiosamente, en un sector del Frente de Todos de la familia Kirchner
En las filas de Juntos por el Cambio, la coalición de Macri, también había resistencia pero más por el programa económico que acompañaba la propuesta que por el acuerdo. Con su voto a favor, el neurólogo y diputado facundo Manes lo resumió: «No es momento para oportunismos. La oposición debe facilitarle (al gobierno) la posibilidad de reestructurar la deuda, pero no podemos tomar responsabilidad en el programa que el gobierno negoció con el FMI».
Los que se negaron en rotundo a votar a favor, ironías de la historia, fueron los polos más extremos de la izquierda y de la derecha de los «libertarios» que tienen en Javier Milei a su principal referente.
La imagen del FMI en Argentina es desastrosa y especialmente en las filas de izquierdas o aquellas que dicen ser «progresistas». Por eso, al oficialismo asumir que no tenía más remedio que pasar por el aro de las exigencias -y fiscalizaciones- del Fondo se le hizo cuesta arriba.
El diputado Germán Martínez se esforzó en explicar a los suyos que el acuerdo, «nos permite consolidar, incrementar un proceso de recuperación económica» y en consecuencia, nos va a permitir estar en mejores condiciones en cuatro años y medio para empezar a enfrentar los pagos y los vamos a hacer sin ajuste”. Dicho de otro modo, el problema lo tendrá el que esté en la Casa Rosada en ese tiempo.