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Comparativa de Putin en 2019 y en 2022

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Guerra Rusia Ucrania  ¿Enfermo, enajenado, operado? Los rumores sobre la salud física y mental de Putin

Las especulaciones sobre un cáncer o la teoría de que el mandatario perdió la percepción de realidad durante la pandemia se han abierto paso desde el comienzo de la invasión

¿Enfermo o retocado? ¿Impaciente o enajenado? Las especulaciones sobre el estado de salud física y mental de Vladimir Putin, de 69 años, han constituido uno de los objetos de estudio más comentados y debatidos de las dos últimas semanas para intentar encontrar sentido (si es que algo así es posible) a su sanguinaria y obstinada deriva en Ucrania.

El comportamiento del mandatario ruso, las excéntricas puestas en escena de sus reuniones con otros jefes de Gobierno y colaboradores y la evolución que ha desarrollado su rostro desde hace tres años no han pasado desapercibidos para analistas e internautas, que han lanzado todo tipo de teorías sobre la siempre enigmática y hermética situación personal del hombre que, en apenas 15 días, ha transformado el mundo.

Los rumores son diversos y se dividen en dos categorías: los relativos a su salud mental, por un lado, y los que tienen que ver con su condición física, por otro. A los pocos días de la invasión, algunas voces, como la del senador estadounidense Marco Rubio, concluyeron que el rígido aislamiento de Putin durante la pandemia de covid, o incluso la posibilidad de que el propio mandatario hubiera atravesado la enfermedad, marcó un punto de inflexión en su estado cognitivo. Tanto la falta de contacto humano como la hipótesis de que una de esas posibles secuelas post-covid haya consistido en un deterioro de las funciones neurológicas, «incluido el delirio, la confusión o la agitación extrema», podrían haber alterado la percepción de la realidad de Putin, afirman algunos expertos médicos.

Verdad o no, lo cierto es que las estrictas condiciones impuestas por Putin desde 2020 a la hora de mantener encuentros personales han cambiado su manera de relacionarse. Para verse cara a cara con alguien, el presidente exigió en los meses más duros de la pandemia una cuarentena de dos semanas a sus peticionarios y una prueba a través de un túnel especial de rayos ultravioleta para certificar el buen estado del interlocutor. Una vez reunidos, Putin extremaba al máximo la distancia de seguridad al sentar a sus invitados en mesas extremadamente largas, un hábito que todavía mantiene a día de hoy y que captó la atención de todo el mundo tras el famoso encuentro con su homólogo francés, Emmanuel Macron, en una mesa de cuatro metros de largo pocos días antes de dar luz verde a la invasión.

Precisamente este exceso de celo ha sido uno de los componentes que ha alentado el otro vértice de los rumores: el que asegura que Putin puede estar enfermo y con el reloj jugando en su contra. La vida personal del presidente ruso ha estado siempre blindada por el Kremlin, que apenas ha ofrecido un puñado de imágenes y datos (siempre virtuosos y hagiográficos) del jefe de Gobierno en sus 22 años en las cotas más altas del poder y que siempre ha desmentido –o simplemente desoído– cualquier rumor de enfermedad. Ocurrió hace unos años, cuando se dijo que Putin padecía Párkinson, lo que el portavoz del Gobierno, Dmitri Peskov, calificó de «disparate». Pero los ecos de una posible enfermedad han regresado ahora.

Eso es, al menos, lo que ha afirmado el exjefe del Departamento de Relaciones Públicas del Instituto Estatal de Relaciones Internacionales de Moscú, Valery Solovey, que en febrero sostuvo que el presidente ruso «tiene cáncer y también síntomas de párkinson», según recoge National World. Una afirmación respaldada también por el almirante retirado de la Armada Real británica, Chris Parry, que apuntó la semana pasada en la misma dirección. «Creo que su sistema inmunológico podría estar deprimido, lo que lo convertiría en un hombre con prisa», añadió en relación al vertiginoso desarrollo de los acontecimientos en Ucrania.

Cara hinchada

Una de las sospechas que alimentan la teoría de un Putin enfermo es la llamativa evolución que ha experimentado su rostro en los tres últimos años. Las imágenes comparativas de la cara del mandatario en 2019 y en 2022 dejan a la vista unas facciones mucho más hinchadas y abotargadas que las que tenía unos meses antes del inicio de la pandemia, lo podría ser indicio de algún tipo de empeoramiento o deterioro físico.

«Putin no tiene muy buen aspecto, ha estado bastante hinchado. Sabemos que se ha quejado de tener problemas de espalda», comentó Fiona Hill, exasesora de la Casa Blanca para Europa y Rusia en una entrevista en Politico, en la que llegó a aventurar también que lo que aqueja al ruso podría ser algo más que un dolor lumbar. «Podría ser que esté tomando altas dosis de esteroides, o puede haber algo más. Parece haber una urgencia para esto [la invasión en Ucrania] que pueda estar impulsada también por cuestiones personales», añadió. Entre los efectos secundarios de los esteroides se encuentra el hinchamiento, los cambios de humor o de conducta o un mayor riesgo de contraer una infección, lo que podría explicar las desorbitadas medidas de seguridad en sus encuentros.

Pero el abultado aspecto de Putin puede también deberse, según apuntan diversos cirujanos y expertos, a posibles operaciones e inyecciones de cosméticos para disimular el envejecimiento y evitar con ello proyectar una imagen de fragilidad.

De todo ello, como no podía ser otra forma, el Kremlin guarda silencio, lo que agrava aun más el aura de misterio que rodea al inescrutable autócrata a siete meses de cumplir los 70 años, quién sabe si con una nueva victoria, un impasse, una derrota o algo incluso peor en su infame vitrina de guerras.

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