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Las autoridades de Pyongyang se llevan a Otto Warmbier detenido, en 2016

Historia de un crimen

Otto Warmbier: 15 años de cárcel y muerte en Corea del Norte por robar un poster de Kim Jong-Il

El estudiante, de solo 22 años de edad, sufrió graves daños cerebrales en la prisión norcoreana, y volvió a Estados Unidos «irreconocible»

Con 22 años de edad, el futuro del estadounidense Otto Warmbier se avecinaba brillante; popular y trabajador, estudiaba comercio y economía en la prestigiosa Universidad de Virginia. Fue rey del baile al terminar el instituto, y en el campus universitario, pertenecía a una fraternidad. Todo un sueño americano, truncado por la intransigencia de la ley de Corea del Norte.

Porque nunca llegaría a cumplir los 23. Otto Warmbier murió tras 17 meses encarcelado en una prisión de Pyongyang, y más de un año en coma. ¿Su crimen? Según acusaron las autoridades norcoreanas, intentó robar un poster de propaganda del hotel donde se quedaba. Un poster como los miles que plagan las ciudades del país, alabando el patriotismo del difunto Kim Jong-il y el régimen de Kim Jong-un.

Originario de Cincinnati, Ohio, Warmbier se preparaba para un intercambio académico en Hong Kong, a principios del 2016. En un arrebato, se apuntó con la compañía Young Pioneer Tours a un viaje a Corea del Norte. El destino formaba parte de una lista titulada «lugares a los que tu madre no quiere que vayas», y llamó la atención del intrépido estudiante.

«Otto tenía curiosidad por su cultura. Quería conocer a la gente de Corea del Norte», explicó su padre, meses después de la tragedia. En aquel momento, nadie imaginó lo mal que terminaría el viaje, ya que, en teoría, el país era seguro para turistas de nacionalidad estadounidense.

El delito mortal

La noche de fin de año, el grupo, en su mayoría integrado por estudiantes, celebró la llegada del 2016 con fiestas y copas en el hotel Yanggakdo Internacional. Otto desapareció un par de horas; nadie le dio ninguna importancia. Eran las dos de la mañana, lo importante en aquel momento era beber.

El Gobierno de Kim Jong-un sería quien, meses más tarde, confirmaría el supuesto paradero del estudiante en esas dos horas perdidas. Según la grabación, de mala calidad, de una cámara de seguridad, Otto se aventuró a un piso prohibido del hotel, reservado para personal del centro. Allí, descolgó un poster de propaganda, para robarlo, y llevárselo a su casa.

En Corea del Norte, se trata de un crimen: rebeldía y subversión, bajo el artículo 60 de su código penal. Meses más tarde, el tribunal decidiría que el delito de Warmbier «se encuadraba dentro de las políticas hostiles del Gobierno de Estados Unidos contra Corea del Norte, en un intento para dañar la unidad de sus gentes tras entrar en calidad de turista».

«Hay ironía en esas palabras. Esa fue la última vez que vi a Otto físicamente, para siempre. No se resistió. No parecía asustado. Incluso juraría que medio sonrió», terminó el británico.

Juicio en un tribunal desautorizado

La agencia de noticias estatal Korean Central News anunció que habían detenido al estudiante «por un acto hostil contra el Estado». El propio Otto no apareció en público hasta el 29 de febrero de 2016, cuando, leyendo el texto de un comunicado ya escrito, confesó el intento de hurto del poster en el hotel. «Armémonos con el fuerte patriotismo de Kim Jong-il», rezaba el panfleto.

En Corea del Norte, dañar o robar objetos con el nombre o imagen de un líder norcoreano se considera un delito grave.

Una de las grandes incógnitas del caso, que jamás se resolvió, es si la confesión fue o no forzada. Warmbier, que es judío, «admitió» perpetrar el robo junto a una iglesia metodista de Ohio, y una sociedad estudiantil secreta de la Universidad de Virginia.

El 16 de marzo de 2016, en lo que Human Rights Watch denominó «un tribunal desautorizado», Corea del Norte condenó al estudiante a 15 años de prisión y trabajos forzados. En aquel momento, Mark Toner, representante del Departamento de Estado estadounidense, declaró que la detención de Warmbier sucedió por motivos políticos.

La triste vuelta a casa

Los padres de Otto Warmbier, Fred y Cindy, no volverían a ver a su hijos hasta junio de 2017. Y, aún así, jamás hablarían con él de nuevo; cuando llegó a Estados Unidos, tras una campaña de liberación liderada por el entonces presidente Donald Trump, estaba sumido en un coma profundo, e irreconocible.

«Estaba completamente deformado», compartieron sus padres con la revista GQ. «Parecía que alguien había recolocado todos sus dientes inferiores con un par de alicates», recordaba Fred. Estaba rapado, sus brazos y piernas, hinchados. Cindy no pudo verlo, y salió llorando del avión donde llegaba su hijo predilecto.

¿Qué sucedió en aquellos 17 meses de prisión, para que Otto Warmbier volviera en tal estado a su casa? Corea del Norte alega que contrajo botulismo en prisión y además, ingirió una pastilla para dormir que le habría causado una reacción mortal, pero los médicos americanos no encontraron nada que confirmase esta versión.

En su lugar, los doctores del Centro Médico Universitario de Cincinnati declararon que estaba en «un estado de vigilia sin capacidad de respuesta», ya que podía respirar y pestañear, pero no tenía conciencia de lo que sucedía a su alrededor. Sufría graves daños cerebrales causados por un problema cardiopulmonar, posiblemente provocado por un paro respiratorio.

El 19 de junio de 2017, con 22 años de edad, Otto Warmbier falleció. Sus padres habían pedido que se le retirase la intravenosa, listos para despedir a su intrépido y prometedor hijo.

«No hay nada más trágico para un padre que la muerte de un hijo en la flor de la vida», expresó el presidente Donald Trump en un comunicado. «Nuestras plegarias están con la familia y amigos de Otto», agregó. Y, después, añadió: «Una vez más, Estados Unidos condena la brutalidad del régimen de Corea del Norte, ahora que lloramos su última víctima».