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Marine Le Pen, candidata del partido "Agrupamiento Nacional"

Marine Le Pen, candidata del partido «Agrupamiento Nacional»Lu Tolstova

Elecciones Francia

Marine Le Pen: la revolución soy yo

Realismo y populismo, la nueva fórmula de la derecha de la derecha

Marion Anne Perrine Le Pen (Neuilly-sur-Seine, 5 de agosto de 1968) se enfrenta, con motivo de los comicios presidenciales de 2022 a la prueba más grave de su carrera política; pues un tercer fracaso consecutivo podría suponer su retirada, por mucho que accediese a la segunda vuelta –hipótesis atinada– e incluso que mejorase su resultado de 2017, opción más que asequible.

Unas brechas en las que Le Pen ha sabido inmiscuirse poco a poco y de las que espera, obviamente, sacar provecho electoral. Para alcanzar el objetivo, la candidata ha procedido meticulosamente por fases cuyo solapamiento no les ha restado eficacia.

La primera, iniciada en 2011 cuando sucedió a su padre, Jean-Marie Le Pen, en la presidencia del Frente Nacional, se ha caracterizado por desprenderle de sus facetas menos presentables, exabruptos o ambigüedades sobre el Holocausto, y con ellas a sus autores, es decir, los viejos compañeros de aventuras de su padre. La segunda, corolario de la anterior, consistió en rejuvenecer la dirección del partido, al que rebautizó Agrupación Nacional hace ya cuatro años. Y algunas voces la acusaron de tener la mano demasiado dura en la purga.

Pero no siguió con sus objetivos. Según los iba alcanzando, fue perfilando un programa que combinase el realismo con el inevitable populismo, imprescindible para su causa. Entre las medidas realistas figura la renuncia a salir del euro o de la Unión Europea; entre las populistas, la promesa de reducir masivamente la inmigración en poco tiempo o la denuncia constante de unas élites que «arruinarían a Francia».

El objetivo del peculiar relato son las clases medias y todos los sectores de la población que padecen las consecuencias más negativas de la globalización o la inseguridad ciudadana. Se quiera o no, el mensaje está calando. Más el principal problema, lo tiene Le Pen consigo misma: el peso del apellido y el haber heredado el partido como si fuera un cortijo –pese a que se respetaron las apariencias– siguen lastrando. Mañana por la noche se sabrá el resultado oficial de la aventura.

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