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52 DÍAS DE GUERRA

Otra venganza de Putin por el hundimiento del Moskva: destruye una fábrica de misiles Neptuno en Kiev

Ucrania sabía que la respuesta sería, como esta guerra, cruel. Vladimir Putin lleva encajadas demasiadas derrotas para digerir el hundimiento de su buque insignia sin demostrar que su reacción sería directamente proporcional a la ofensa recibida.

El hombre obsesionado con conquistar Ucrania, primero se ensañó con el Donbás, luego volvió a apuntar sus misiles a Kiev y allí, en la capital de un país que resiste como nunca nadie imaginó, puso en la diana la fábrica de misiles Neptuno. De aquí salieron los que tocaron y hundieron el crucero Moskva (Moscú), la joya de la corona que Putin sueña reconstruir.

Entrada la noche la fábrica recibió toda la ira en forma de cohetes y misiles de Rusia. La retirada forzada de los blindados y el cambio de objetivo anunciado por el Kremlin hace dos semanas, pasaba a formar parte de un recuerdo de corta duración. Los ataques recuperan intensidad y las amenazas de recurrir a la opción nuclear vuelven a ponerse sobre la mesa.

Moscú advertió a Washington de que se preparase para un escenario diferente, esto es nuclear, si continúa su empeño en distribuir armamento a Ucrania. «Echan más gasolina al fuego», describió. El Kremlin lanza nuevos mensajes en un tono que invita a pensar que su paciencia con la primera potencia del mundo podría empezar a agotarse.

La intervención de la OTAN resulta evidente aunque se enmascara en una falsa neutralidad justificada por la ausencia de soldados de la Alianza en el campo de batalla.

La cuerda de la muerte se tensa y los ataques se multiplican pero Volodimir Zelenski no arroja la toalla. Por el contrario, en su último vídeo de la pasada madrugada, el presidente de Ucrania insistió a los aliados con una demanda que es una constante: Necesitamos armas, más armas para poder «hacer la guerra mucho más corta».

Zelenski, avisa a los habitantes del «mundo entero» que «deben estar preocupados». Conoce al hombre que el 24 de febrero dio la orden de invadir Ucrania. Sabe que se siente acorralado y la posibilidad de que utilice un arma nuclear táctica es probable.

Zelenski no olvida las declaraciones del director de la CIA, William Burns. Piensa lo mismo que él, que nadie debería «tomarse a la ligera la amenaza nuclear» de Rusia.

Putin presume de tener el segundo ejercito más potente del mundo por detrás de Estados Unidos lo que hace más doloroso aún que, en estas semanas no haya sido capaz de hacerse con el control del antiguo territorio de la vieja Unión Soviética.

Ucrania, el segundo país de mayor tamaño de Europa, si incluimos el Donbás, ha podido resistir, de acuerdo con los observadores internacionales, por varias razones: el coraje de sus habitantes, la estrategia militar desarrollada y el envío de armamento de Londres a Washington sin olvidar escalas en las principales capitales de Occidente, incluídaMadrid.

También Alemania, ambigua en las vísperas de la invasión, anunció el viernes el desbloqueo de más de 1.000 millones de euros en ayuda militar para Ucrania y la Casa Blanca anunció un nuevo paquete de ayuda militar por valor de 800 millones de dólares.

Sistemas de defensa antiaérea, helicópteros, vehículos blindados, camiones de transporte, medios ópticos de observación, medios de guerra radio eléctrica, lanzagranadas, ametralladoras y munición variada resultan urgentes.

Putin debe pensar que el sueño de su conquista se convierte en su peor pesadilla. La cadena de destituciones en el servicio de inteligencia y las Fuerzas Armadas son un reconocimiento implícito de su fracaso.

El relato con el que intenta convencer a los rusos comenzó antes de tiempo a hacer aguas. Las familias de los soldados comenzaron a recibir, los más afortunados, ataúdes con los cuerpos de sus hijos. Otros, eran abandonados o sepultados en Ucrania. Buena parte cumplían el servicio militar y no tenían la menor idea de que su destino era combatir en una guerra.

El daño material del hundimiento del Moskva es nada comparado con el emocional. En busca de una equivalencia supone para Moscú lo que fue para Buenos Aires el hundimiento del General Belgrano en las aguas del Atlántico sur durante la guerra de las Malvinas. La diferencia es que éste se encontraba dentro de la zona de exclusión y en el caso del Moskva, no.

Eso explica la réplica por todos los flancos accesibles de los bombardeos rusos. Un funcionario del Departamento de Defensa estadounidense describió el crucero hundido como un buque de 186 metros de eslora.

«Somos perfectamente conscientes de que no nos lo perdonarán»Natalia Gumeniuk

Natalia Gumeniuk, portavoz del mando militar del sur de Ucrania, asumió lo que se avecinaba y se avecina. «Somos perfectamente conscientes de que no nos lo perdonarán», dijo sobre el Moskva.

La pérdida del «Moskva» es un duro golpe para Rusia porque «aseguraba la cobertura aérea de otras naves durante sus operaciones, especialmente para el bombardeo de la costa y las maniobras de desembarco», explicó el portavoz de la administración militar de Odesa, Serguéi Bratchuk, en declraciones que recoge Afp.

En este escenario de escalada de violencia se recrudecen los ataques y los límites geográficos del combate (los otros Putin los ignora) definitivamente, desaparecen.