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Niños palestinos participan en la celebración de la fundación de Hamás

Niños palestinos participan en la celebración de la fundación de HamásEFE

Israel

La ola de atentados en Israel frustra la recuperación económica palestina

Palestina no tiene moneda propia y el dinero de curso legal en Cisjordania es el Shekel israelí

Israel reabrió sus fronteras en febrero, previa realización de un PCR en origen y otro que realizan en el mismo aeropuerto en una carpa perfectamente organizada del que luego envían el resultado por mail en pocas horas.

Con la recuperación de los vuelos el turismo volvía a las puertas de Semana Santa a Tierra Santa y, de paso, se abrían nuevas esperanzas a la depauperada economía Palestina que sin aeropuerto propio tiene a Israel como única vía de acceso.

Los atentados que desde el 22 de marzo se han cobrado la vida de 14 israelíes han truncado, una vez más, la esperanza de los palestinos de Cisjordania de recuperar el pulso económico.

El jueves se celebro la festividad de Pésaj judía, el Ramadán musulmán y la Semana Santa cristina, coincidencia que se da solo tres veces cada siglo, y en un contexto de tensión hubo una explosión violenta en la Explanada de las Mezquitas, bajo jurisdicción jordano-palestino, que obligó a intervenir a la policía israelí, que controla el acceso y terminó con 150 heridos.

El gobierno israelí está muy preocupado por esta nueva ola de violencia dado que muchos de los terroristas abatidos o detenidos son de nacionalidad israelí pero con vínculos con Estado Islámico.

La débil coalición plural que gobierna el estado judío pende de un hilo dado que en la misma participa, por primera vez en la historia de Israel, el partido de los árabes israelíes que hasta ahora se ha mantenido en línea oficial.

A pesar de las diferencias entre los palestinos de Cisjordania, bajo gobierno de Mahmud Abbas e Israel la economía palestina depende de forma absoluta de la posibilidad de que los palestinos puedan cruzar el muro y entrar a trabajar diariamente en Israel.

Palestina no tiene moneda propia y el dinero de curso legal en Cisjordania es el Shekel israelí, los salarios que reciben los palestinos que trabajan en Israel son fundamentales para la economía de subsistencia de muchas familias cisjordanas.

Diariamente 100.000 palestinos cruzan la valla de seguridad para dirigirse a Jerusalén, Haifa y otras ciudades del centro de Israel, además de otros 20.000 palestinos que tienen permiso para trabajar en asentamientos, algunos de ellos como Male Adumim con más de 30.000 habitantes se han convertido en verdaderas ciudades.

Asimismo aprovechando los tramos del muro que aún no se han construido al oeste de Belén o al Sur de Hebrón o fallos de seguridad en el mismo más de 20.000 palestinos cruzan cada día ilegalmente la valla para trabajar en Israel.

Actualmente la valla tiene 708 kilómetros y el gobierno israelí a raíz de los atentados de las últimas semanas ha anunciado que va invertir 3.000 millones de Shekels en acelerar las obras en 42 kilómetros más y evitar las lagunas de seguridad que se producen actualmente.

Cada vez que se produce una ola de atentados Israel cancela los permisos y cierra por seguridad los accesos a su país. La enferma economía palestina se resiente, es víctima de la corrupción y de la incapacidad de sus autoridades de poner en marcha un país con estructuras y seguridad jurídica.

Sin el dinero de los palestinos que trabajan en Israel y la división entre palestinos de Gaza, gobernados por el grupo terrorista Hamas y los de Cisjordania, la situación de los palestinos se agrava aún más.

Cruzar la valla para salir de Israel y entrar en los territorios controlados por Palestina ya sea andando o en taxi es fácil, nadie te detiene. Volver a entrar para un turista también es sencillo, basta con mostrar el pasaporte. Muy distinta es la situación para un palestino, no puede cruzar sin el correspondiente permiso.

Otro mundo

Entrar en Belén, ciudad de más de 100.000 habitantes pegada a Jerusalén pero separada por la valla, lleva pocos minutos dado que el check point de la Tumba de Raquel está a 15 minutos del centro de la ciudad tres veces santa. Un autobús urbano te conecta en pocos minutos con la Puerta de Damasco, acceso principal a la ciudad vieja para los musulmanes. Una vez cruzas de Israel a Palestina empieza otro mundo.

Palestinos e israelís creen que son muy distintos pero en algunos aspectos son siameses. Por ejemplo, en la forma de conducir caracterizada por un uso constante del claxon. En Belén llama la atención el atasco constante y la falta de semáforos. No hay ni uno en toda la ciudad.

Si bien se habla mucho de la crisis económico palestina el ambiente es frenético con coches aparcados en doble fila, carga y descarga por todas partes y una vida comercial variada y caótica.

Belén aspira a la normalidad, aunque la retorica oficial sea antioccidental cafeterías que imitan a la cadena norteamericana por excelencia, Starbucks, se encuentran por todo el centro de la ciudad.

El desplazamiento desde el check point hasta la plaza de La Natividad es de 15 minutos en Taxi o 30 andando; los hoteles con los que te cruzas por el camino, uno de ellos el Paraíso, de grandes dimensiones, permanecen cerrados lo cual da muestra de la falta de turismo en la ciudad.

San Jorge en la puerta

Muchas casas tienen un San Jorge en la puerta, símbolo de que habita en ella una familia cristiana. Hoy solo el 15 % de la población de Belén es cristiana pero llegaron a ser el 90 %. La presión del islamismo, las condiciones de vida que impone la falta de acuerdo con Israel y la economía han llevado a todos los que han podido al éxodo.

A pesar de todo aún es posible alojarse en domicilios de cristianos cerca de la Plaza de la Natividad como es el caso de Dar Sitti, de la familia Aziza, uno de los pocos que en ningún momento durante las intifadas cerro, por la noche las llamadas al rezo del muecín y las campanas de la basílica de la Natividad conviven en una harmonía que no se da en la vida real.

La plaza de la Natividad, excepto el acceso a la basílica, está ocupada por coches aparcados sin orden ni concierto. En el lado contrario de la Basílica hay una mezquita y a ambos lados de la plaza un edificio con un rótulo gigantesco que indica Centro de la Paz y al otro un par de restaurantes y comercios de venta de figuras del pesebre de madera de olivo. El acceso a la Iglesia de la Natividad y a la Gruta del Nacimiento es casi inmediato y la espera es de pocos minutos debido a la falta de peregrinos.

Alrededor de la plaza de la Natividad hay infinidad de tiendas de productos religiosos. Más de la mitad de ellas permanecen cerradas por la falta de visitantes, las que permanecen abiertas tienen a sus propietarios en la puerta sentados, todos ellos te ofrecen su tarjeta de visita.

A pocos minutos la Iglesia de la gruta de la leche solo abre un par de horas al día. Al lado de la Iglesia donde la Sagrada Familia se refugió para protegerse de la matanza de los inocentes ordenada por Herodes hay una de las tiendas más grandes que permanece abierta con un taller que trabaja para Saxum el centro del Opus Dei en Abu Gosch.

La calle de la Estrella, el lugar por el cual los Reyes Magos llegaron a Belén para adorar al niño Jesús fue rehabilitada hace pocos años pero la practica totalidad de los comercios de la misma permanecen cerrados, carteles descoloridos de varios países de la Unión Europea y de la Junta de Andalucía indican que un día sufragaron la rehabilitación de las bíblicas calles.

En el lado contrario a la Basílica de la Plaza de la Natividad cualquier atisbo de cristiandad desaparece y el visitante se sumerge en un mercado vivo pero donde la precariedad económica se hace patente.

Deambular por Belén es seguro para los visitantes aunque fuera del entorno de la Plaza no es una ciudad pensada para pasear. La llegada al muro permite visitar el hotel con las peores vistas del mundo, The Walled off Hotel, que el grafitero Bansky abrió frente a la valla y que ha permanecido cerrado durante más de un año por la pandemia.

Palestinos e Israelís se miran de reojo pero ambos se necesitan. Israel necesita paz y mano de obra, en un país económicamente en crecimiento y con una sociedad, especialmente su juventud, cansada de guerra.

Palestina necesita poder abrir sus fronteras y mirar al futuro pero su división interna y el hecho de que nadie quiere ser señalado como traidor por afrontar una negociación con Israel, frena las posibilidades de desatascar una situación que padece la población cisjordana cada vez más empobrecida.

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