Veneno de sapo y un ritual de vudú jamaicano, presuntas causas de la muerte de un oligarca ruso
Alexander Subbotin es el séptimo millonario ruso que aparece muerto en circunstancias misteriosas en lo que llevamos de año
El cadáver de Subbotin apareció de madrugada, en la casa de un chamán de Mytishchi, al noroeste de Moscú.
Su cuerpo estaba abandonado en el sótano, dentro de la habitación habitualmente utilizada para «rituales de vudú jamaicanos». Las prensa rusa sugiere que acudió al místico en busca de una cura para la resaca que tiene por ingrediente el veneno de sapo.
El economista Bill Browder, que en su día fue el mayor inversor extranjero en Rusia, fue quien declaró ante la revista Newsweek que, «cuando un oligarca ruso muere en circunstancias sospechosas», siempre hay que asumir lo peor.
Porque Alexander Subbotin, exgerente principal de la compañía energética Lukoil, y magnate multimillonario del petróleo, es el séptimo oligarca ruso que aparece misteriosamente muerto en lo que llevamos de año.
La agencia noticiera estatal Tass compartió que Subbotin llegó al hogar del chamán «en un estado de severa ebriedad, y de intoxicación narcótica». Las autoridades rusas ya han iniciado una investigación para determinar la causa y culpable de la enigmática muerte.
Antes de Subbotin, era la muerte de Sergey Protosenya, antiguo administrador del gigante energético ruso Novatek, la que acaparaba el foco mediático. Lo encontraron colgado de una soga en el jardín de su vivienda española, en la localidad catalana de Lloret de Mar, el pasado 19 de abril.
Dentro de la casa, tumbadas sobre sus camas, yacían sin vida su mujer y su hija. Ambas lucían frescas heridas de cuchilladas. Una de las hipótesis que barajan las autoridades españolas es que Protosenya mató a su familia y después se suicidó.
Un día antes, fue Vladislav Avaev, antiguo oficial del Kremlin y vicepresidente de la compañía Gazprom, quien apareció muerto en su lujoso apartamento de Moscú. También se encontraron los cuerpos de su mujer y de su hija de 13 años.
En marzo, el cadáver del multimillonario Vasily Melnikov, que trabajaba para la firma médica MedStorm, apareció en su casa de Nizhny Novgorod. La prensa rusa afirmó que el oligarca, su mujer y sus dos hijos murieron apuñalados. La investigación se cerró, y las autoridades rusas confirmaron que mató a su familia antes de suicidarse.
También Mikhail Watford y Alexander Tyulyakov murieron de manera turbulenta; el primero, ucraniano de nacionalidad rusa, apareció muerto en su hogar de Reino Unido, y el segundo, que trabajó para Gazprom, lo hizo en un cottage de San Petersburgo.
La primera víctima de la sangrienta serie fue el oligarca Leonid Shulman, administrador de Gazprom, que apareció muerto en un cuarto de baño de la región de Leningrado. A sus pies, una nota de suicidio dio a la Policía una explicación conveniente.