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Presidente y primera ministra Finlandia

El presidente de Finlandia, Sauli Niinistö, y la primera ministra, Sanna MarinAFP

Finlandia anuncia su solicitud formal para ingresar en la OTAN

El presidente del país escandinavo anunció «un día histórico» que da inicio «a una nueva era»

Finlandia ha decidido formalmente solicitar su adhesión a la OTAN: «Es un día histórico. Se inicia una nueva era», declaró el presidente de Finlandia, Sauli Niinistö, en una comparecencia en Helsinki junto con la primera ministra, Sanna Marin.

La adhesión de Finlandia, junto con Suecia, a la Alianza Atlántica es consecuencia directa de la invasión de Rusia a Ucrania.

Finlandia, tradicionalmente un país neutral pero siempre bajo la espada de Damocles de una posible invasión de Rusia, trata de encontrar en la OTAN el paraguas que le ofrezca garantías de seguridad frente a una posible agresión.

La neutralidad finlandesa, a diferencia de otros países que la adoptaron de forma voluntaria, fue impuesta por Rusia tras la Segunda Guerra Mundial.

El territorio finlandés ha estado expuesto a la ocupación, primero rusa y luego soviética, y a procesos de rusificación impuestos desde San Petersburgo y desde Moscú en el siglo XIX y en el XX.

Finlandia logró su independencia en 1917, pero rápidamente Rusia se inmiscuyó en los asuntos internos del país.

Después de una guerra civil, Rusia impone a Finlandia su alineación con el bloque soviético en la Segunda Guerra Mundial.

Tras la contienda, Finlandia recuperó su independencia, pero con un estatus de neutralidad impuesto por la URSS, además de perder una parte de su territorio anexionado a la Unión Soviética.

Esa larga neutralidad fruto de los complicados equilibrios de la Guerra Fría llega ahora a su fin.

El principal argumento del presidente ruso, Vladimir Putin, para invadir Ucrania es frenar la expansión de la OTAN.

Sin embargo, lo que va a conseguir es lo contrario: que dos países neutrales sin ninguna intención de incorporarse a la Alianza Atlántica, Finlandia y Suecia, ingresen en la OTAN en tiempo récord.

El ingreso de Finlandia implicará que la OTAN establecerá una nueva frontera de más de 1.300 kilómetros de largo con Rusia, algo que hace solo unos meses parecía imposible.

La respuesta rusa

Rusia contempla con desesperación e impotencia cómo la OTAN resurge con fuerza alimentada por la ofensiva del Kremlin en Ucrania y se expande a lo largo de sus fronteras. Sólo le queda la amenaza como recurso.

El ministerio de Exteriores ruso difundió el pasado jueves 12 de mayo un comunicado en el que anunciaba «represalias de carácter militar» si el ingreso de Finlandia se hacía efectivo.

El ministerio encabezado por Sergei Lavrov, una de las cabezas visibles del régimen de Putin, afirmó que el ingreso de Finlandia en la OTAN «causará graves daños a las relaciones bilaterales».

Como gesto de cortesía, el presidente finlandés llamó a Vladimir Putin para comunicarle la decisión de Finlandia de solicitar el ingreso en la OTAN.

El Kremlin insistió con un comunicado: «El fin de la política tradicional de la neutralidad militar sería un error, ya que no hay ninguna amenaza para la seguridad de Finlandia».

En un gesto de presión, más simbólico que efectivo, Rusia cortó los suministros de electricidad a Finlandia.

Sin embargo, el operador finlandés informó a sus clientes de que la medida no tendrá consecuencias, ya que el gas ruso representa el 10% de las importaciones energéticas finlandesas.

El déficit energético se sustituirá con un aumento de las importaciones procedentes de Suecia y Noruega.

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