Francia
Los casos de acoso sexual dirimen la vida pública francesa
Un ministro y un conocido presentador atraviesan por la fase más turbulenta de sus vidas, mientras que el cineasta Luc Besson acaba de ver su honorabilidad subsanada
Hasta el 20 de mayo, día de su nombramiento como ministro de Solidaridades, Autonomía y Personas Minusválidas -Asuntos Sociales, para resumir-, Damien Abad era noticia por su sonoro transfuguismo, pues el 19 aún era portavoz parlamentario de Los Republicanos, la formación de centro derecha situada en la oposición a Emmanuel Macron y Elisabeth Borne.
Desde que entró a formar parte del Gobierno de esta última, solo se habla de Abad por las acusaciones de violación proferidas por dos mujeres a raíz de hechos supuestamente acaecidos en 2010 y 2011.
Las dos querellas depositadas por la segunda mujer ya fueron archivadas, la última vez en 2017. Pero la llegada de Abad -cuyos abuelos paternos eran españoles- al Gobierno se ha saldado por el resurgir mediático, y de modo atronador, del caso.
En esta ocasión, la Fiscalía de París ha dictaminado que, «en el estado actual de los hechos», no hay nuevos elementos para reiniciar el procedimiento contra el ministro. Es decir, que se reserva la facultad de volver a actuar si apareciesen nuevos indicios lo suficientemente sólidos.
El interesado desmiente categóricamente las acusaciones si bien, en un vano intento de amainar el escándalo, se ha visto en la tesitura de tener que realizar una sórdida confesión: su minusvalía -padece artrogriposis- le impide mantener relaciones sexuales sin el consentimiento de la otra persona. Una alegación que rechazan frontalmente las asociaciones feministas.
En clave política, Abad ha puesto en apuros a un Gobierno recién estrenado y ha facilitado las cosas a su antiguo partido que, sabedor de sus andanzas, disfruta el haberse quitado de en medio al personaje. Abad ha dicho que las elecciones legislativas de junio harán las veces de «juez de paz» acerca de su situación política. De ahí que la campaña electoral en el quinto distrito de la provincia de Ain -por el que intenta renovar su escaño- vaya a ser especialmente tensa.
Como lo es la vida pública francesa desde que estalló la moda #MeToo. En los últimos meses se han visto sometidos a «pena de telediario» el conocido y polémico cineasta Luc Besson y el influyente presentador, y entrevistador implacable, Jean-Jacques Bourdin. Las querellas contra ambos han sido archivadas en los últimos días.
Besson podrá retomar sus rodajes con tranquilidad, pero Bfmtv-Rmc no contempla la vuelta de Bourdin a una antena que se vio obligado a abandonar el pasado mes de enero, justo cuando empezaba la campaña de las presidenciales. ¿Cede a las presiones ambientales uno de los conglomerados mediáticos más poderosos de Francia? La respuesta se sabrá si se prolonga la excedencia forzosa de Bourdin, pese a la absolución judicial.
Quien se encuentra en el punto álgido de la pena de telediario es, paradójicamente, quien fuera el más famoso presentador de telediarios de toda la historia televisiva gala. Patrick Poivre d’Arvor, que animó en Tf1entre 1987 y 2008 el informativo vespertino más visto de Europa, el mítico «20 heures», se enfrenta a una quincena de querellas procedentes de mujeres.
En el pasado, Poivre d’Arvor se libró de una primera tanda de querellas por prescripción. Desde hace un año vive su particular vía crucis. El canal público France 2 acaba de suprimir su programa literario. Se acerca al Gólgota.