Magreb
Argelia, Marruecos y España, el triángulo de las Bermudas
En la conflictiva ecuación Marruecos-Argelia es difícil pensar que con un país amigo y vecino como ha sido Argelia vayamos a entrar en una dinámica de enfrentamiento larvado permanentemente
El 5 de noviembre de 2019, en el único debate entre cinco candidatos españoles a las elecciones generales, figuraba en último lugar el bloque temático «Política Internacional», que no pasó de ser un enunciado.
Este relativo desinterés por la política exterior de España terminó, a grandes rasgos, a partir de la declaración del expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, el 10 de diciembre de 2020, reconociendo la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental.
Hasta el día de hoy, hemos ido conociendo hechos y pronunciamientos que han incidido notoriamente en el área geoestratégica del estrecho de Gibraltar.
Las consecuencias de los hechos acaecidos en nuestra vecindad sur podrían resumirse así:
Marruecos
Frente al «giro histórico» en la posición española sobre el Sáhara Occidental (evocada en la carta del 14 de marzo de 2022 del presidente del Gobierno al rey Mohamed VI, en la que se dice que la propuesta marroquí de autonomía presentada en 2007 representa «la base más seria, creíble y realista»…), no se conoce, por el momento, ninguna medida de reciprocidad marroquí sobre una próxima apertura de las aduanas comerciales de Ceuta y Melilla (ésta última cerrada desde el 1 de agosto de 2018).
Pero, en otro ámbito, el 24 de junio de 2022, la Gendarmería marroquí impidió una avalancha de subsaharianos sobre la valla perimetral de Melilla, de una violencia nunca antes vista.
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Posteriormente a la carta al rey de Marruecos, España ha señalado que sigue vigente el proceso negociador de Naciones Unidas, representado por Steffan de Mistura, enviado especial del Secretario General de la ONU para este diferendo, que se inició en 1976.
Al mismo tiempo, sigue plenamente vigente la colaboración gubernamental española al programa Vacaciones en Paz, por el que niños saharauis se integran en familias españolas durante el verano.
Argelia
La decisión del 8 de junio de 2022, por la que Argelia decidió suspender el Tratado de Amistad, Buena Vecindad y Cooperación (8 de octubre de 2002) seguida por decisiones drásticas en materia de intercambio comercial, evidencia un malestar muy profundo con España de parte de las actuales autoridades argelinas.
La secretaria de Estado de Comercio, Xiana Méndez, ha confirmado «una paralización prácticamente total» de las operaciones comerciales con Argelia. Hay que recordar que las exportaciones a Argelia en 2021 alcanzaron los 1.900 millones de euros y las importaciones los 4.700 millones de euros (de las cuales 90 % en gas).
Hemos pasado –sólo hace un año– de importar cerca de un 50 % de nuestras necesidades energéticas de Argelia, a hacerlo ahora sólo en torno al 25 %. Son los EE.UU. y Nigeria quienes están compensando la diferencia.
Visto desde otra perspectiva, el gas natural procedente por barco (GNL) representa ahora el 75 % del total frente al 50 % de apenas hace un año.
Entre la equidistancia y la duda
En definitiva, la tradicional política de equidistancia en el hiper sensible asunto del Sáhara Occidental (en vigor durante toda nuestra reciente historia democrática) ha dado paso ahora a una política plagada de dudas con Marruecos y claramente preocupante con Argelia.
Teniendo en cuenta el próximo debate del Estado de la Nación en Madrid, es posible que los partidos políticos españoles aborden este aspecto de nuestras relaciones exteriores.
Por ello, tal vez merezca la pena hacer las siguientes observaciones:
a) Desde la perspectiva del derecho internacional y de la política, no se puede comparar la situación del Sáhara Occidental con la de Ceuta y Melilla. España –como en el caso previo de Guinea Ecuatorial– incluyó al Sáhara Occidental en la descolonización onusiana.
España intentó que los saharauis ejercieran su legítimo derecho a la autodeterminación, según la doctrina de Naciones Unidas, pero tanto Marruecos como el Frente Polisario no facilitaron la realización de un referéndum.
En esas condiciones, España optó por no añadir más víctimas españolas a lo que era un conflicto… de otras partes y se retiró del territorio en febrero de 1976.
Ceuta y Melilla
b) En el caso de Ceuta y Melilla, nuestra presencia, de larga data, se inscribe en coordenadas históricas y jurídicas distintas. Aún no sabemos lo que Marruecos va a hacer para posibilitar una convivencia fácil con su hinterland español. En cualquier caso, siendo un tema de permanente actualidad, sería deseable un debate sosegado entre las fuerzas políticas españolas sobre la ansiada tranquilidad en ambas ciudades, sin olvidar la cambiante composición demográfica de su población.
c) Argelia es un país valiente. Así lo atestigua su lucha heroica contra el colonizador francés (Guerra de Argelia 1954-1962). Sin apenas armas, se enfrentó al cuarto mayor Ejército del mundo –el francés–, que llegó a tener 400.000 soldados en Argelia.
Instituto de Seguridad y Cultura
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En un contexto mundial claramente anticolonialista (la Conferencia de Bandung en 1955, la Crisis de Suez en 1956 así como la decidida posición anticolonialista de los EE.UU.), las tesis de Argel –a quien la brutalidad de la contienda había terminado por favorecer– triunfaron en la votación de la Asamblea General de la ONU el 20 de diciembre de 1960, haciendo inevitable la independencia, pese a los desvelos franceses desde Guy Mollet hasta De Gaulle.
Tras su independencia en 1962, una conjunción de intereses entre el FLN y el Ejército ha dirigido la política argelina. No les tembló el pulso cuando, en 1991, intervinieron para impedir la segunda vuelta de las elecciones legislativas que, sin duda alguna, habría ganado el Frente Islamista de Salvación (FIS).
Tampoco, cuando en enero de 2013, el Ejército rescató una planta gasística en In-Amenas, en la que un grupo terrorista mantuvo como rehenes a unos 800 trabajadores argelinos y extranjeros.
Argelia es, por tanto, un país con una dirigencia político-militar que no tiene reparo alguno –incluso hoy– en enfrentarse diplomáticamente a la antigua potencia colonial, cuando las circunstancias lo requieren.
Es difícil pensar que no podamos encontrar con Marruecos un entendimiento que produzca distensión y tranquilidad. Asimismo, es difícil pensar que, con un país amigo y vecino como ha sido Argelia hasta ahora, vayamos a entrar en una dinámica de enfrentamiento larvado permanentemente.
Como dice el refranero: «Nunca es tarde si la dicha llega».