Guerra Ucrania-Rusia ¿Hasta dónde se puede ayudar a Ucrania?
Más allá de las palabras, los hechos muestran que los líderes occidentales dan más prioridad a evitar la guerra con Rusia que a ayudar a Zelenski
Los líderes de la OTAN se encuentran en esa delgada línea roja que hay entre ayudar más a Ucrania y arriesgarse a una guerra con Rusia o quedar, tras la última cumbre de Madrid, en palabras y gestos grandilocuentes.
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De aquí a finales de otoño, el transcurso de esta guerra nos mantendrá en un gran suspense.
Recalculando en la UE
Mucha dedicación a políticas ideológicas, un gran derroche de medios y recursos económicos en imponer, por ejemplo, la ideología de género o la ideología del cambio climático, pero muy poco realismo.
La ideología ni nos protege ni nos calienta ni nos da de comer.
La ocupación de Rusia en Ucrania ha supuesto el golpe de realidad que ha modificado drásticamente las prioridades de seguridad y ha demostrado el error fatal de la deriva de los últimos años.
La factura de Alemania
Se subestimó la voluntad de Rusia de utilizar la fuerza militar para objetivos revisionistas y, al menos, aquí en Alemania la asociación energética con Rusia va a tener un altísimo coste.
La mala dirección que se ha seguido ha limitado severamente las opciones de acción y sanciones contra Rusia, para muchos miembros de la Unión. El precio por pagar es la inminente carencia de recursos energéticos y alimentarios que vamos a sufrir los ciudadanos europeos en pocos meses.
Las difíciles negociaciones sobre un embargo de petróleo, por parte de la Unión Europea, contra Rusia en su «sexto paquete de sanciones» dan un elocuente testimonio de ello. Un embargo de gas no es, en absoluto, viable, por ejemplo, para Alemania y otros miembros europeos. Pero lo cierto es que la interdependencia económica no tuvo el efecto estabilizador y promotor de la paz esperada.
La duda de los tanques
Esto afecta, asimismo, a la seguridad y al apoyo a Ucrania: Los gobiernos de Alemania y Francia dudan sobre la conveniencia de suministrar tanques a Ucrania.
Sin embargo, Estados Unidos ya estaba enviando misiles Javelin y misiles tierra-aire Stinger. Poco después, empezó a enviar obuses M777 y lanzacohetes múltiples HIMARS.
¿Cuál es la diferencia? Esas armas refuerzan más el poder de combate de Ucrania que los MiG-29. ¿Por qué, entonces, misiles y artillería, pero no aviones? La respuesta es que «no hay respuesta». Es simplemente arbitrario.
¿Qué se puede hacer para ayudar a Ucrania sin ampliar la guerra a un conflicto directo?
La línea roja
Los estrategas afirman que la OTAN sólo se arriesgaría imprudentemente si cruza la «línea roja» de disparar abiertamente contra fuerzas rusas o de desplegar en Ucrania unidades de combate bajo bandera de la Alianza. Mientras no sea así parece que no hay peligro.
Pero, ¿la Alianza Atlántica puede hacer más cosas para ayudar a Ucrania con un aceptable riesgo?
Si recordamos el primer gran conflicto de la Guerra Fría, fue el bloqueo de Berlín entre 1948-49, porque las tropas estadounidenses, británicas y francesas se adentraron más allá de las líneas rusas y tomaron algunos sectores de Berlín configurando el, entonces, Berlín Occidental, un enclave cercado en el interior de la Alemania Oriental ocupada por los soviéticos.
Josef Stalin no se apoderó del territorio porque habría debido atacar y provocar otra guerra. Eso sí, desde el primer momento, les impuso un bloqueo que privó de alimentos, carbón y otros recursos a dos millones de berlineses y, una década más tarde, el 13 de agosto de 1961, los aprisionó con un muro.
El muro de Berlín
Cuando los soviéticos bloquearon carreteras y ferrocarriles, los mandatarios occidentales se negaron a atacarlas y recurrieron al puente aéreo, desde el aeropuerto de Tempelhof, en el sector americano, apostando a que Stalin tampoco atacaría a los aviones de transporte.
Así fue, este aeropuerto fue acceso y salida para norteamericanos, franceses, británicos, espías y disidentes de la ciudad.
En 1962, vino la otra gran crisis de la Guerra Fría con los misiles de Cuba. El riesgo fue altísimo y John F. Kennedy se inclinó inicialmente por destruir los misiles con ataques aéreos.
Finalmente, decidieron imponer un bloqueo en lugar de lanzar un ataque abierto. Los riesgos eran demasiado grandes.
En el presente es difícil diseñar opciones que contrarresten a Rusia sin cruzar esa «frágil línea». ¿Qué se puede hacer, más allá de medidas económicas, ayuda humanitaria y aporte limitado de armamento?
Algo más
Proporcionar información de inteligencia, dar apoyo a Ucrania en el ciberespacio. También, la acción más directa de Polonia de dar estructura logística o de Lituania, que ha limitado el uso de su territorio a Rusia para enviar suministros y mercancías a Kaliningrado. Estas acciones son «el poco más allá» al que se puede llegar por parte de la Alianza.
Incluso, la ampliación de la OTAN para incluir a Finlandia y Suecia y el despliegue de fuerzas hacia el Este, son acciones que contrarrestan a Rusia bajo riesgos aceptables.
Pero ¿se puede hacer más? Difícilmente. Más allá de las palabras, los hechos muestran que los líderes occidentales dan más prioridad a evitar la guerra con Rusia antes que ayudar a Ucrania.