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Estados Unidos

El choque de puños entre Joe Biden y el príncipe Bin Salman, último error del presidente de EE.UU.

Escena para la historia, las redes sociales y buena parte de la prensa, puso en evidencia la doble moral del presidente de Estados Unidos (Macron también lo hizo), cuando lo que hay en juego es el petróleo

Sabido es que la política es el arte de lo posible, y visto lo visto, de lo que parecía imposible también. El choque de puños entre Joe Biden y el príncipe Mohamed Bin Salman, es una prueba de ello.

Las imágenes del presidente de Estados Unidos con el hombre y el país que prometió «convertir en un paria en la escena internacional», por torturar, matar y descuartizar al periodista Jamal Khashoggi, sacudieron las conciencias de los estadounidenses.

En tiempo récord se sucedieron explicaciones para frenar la avalancha de críticas en la red del pajarillo azul, Tik Tok y el largo etcétera de colectivos del ciberespacio.

Biden, antes de lo previsto, compareció ante la tropa de periodistas que le acompaña en sus viajes y a los que conoce por su nombre.

El presidente, al que cerca de un tercio de sus votantes demócratas considera «demasiado viejo» para soñar con una reelección, trató de poner paños fríos en un tema sangriento que hiere la sensibilidad de la ciudadanía y de aquellos que, le guste o no, diseccionan su gestión y construyen o son reflejo, de una reputación en caída libre: los medios de comunicación.

Biden trató de convencer a los periodistas de que había puesto las cartas del asesinato del columnista de The Washington Post, en el Consulado de Estambul en 2018, sobre la mesa de diálogo del príncipe heredero y actual ministro de Defensa de Arabia Saudí.

El sucesor de Donald Trump asegura que le dijo que en asuntos de derechos humanos no hay nada negociable y EE.UU. es inflexible.

La respuesta del heredero de un trono con fecha de caducidad no demasiado lejana (el rey Salman está enfermo y tiene 86 años) fue declarar, como no podía ser de otro modo, su inocencia.

La CIA acusa

El informe de la CIA en el que no dejaba espacio para la duda sobre la autoría intelectual del príncipe en el asesinato del periodista pareció caer en el olvido.

Para complicar aún más esta gira por Oriente Medio, en Emiratos Árabes, menos de 48 horas antes del choque de puños entre Biden y Bin Salman, las autoridades detenían en el aeropuerto de Dubai a Asim Ghafoor, abogado de Khashoggi de nacionalidad estadounidense.

El arresto del también directivo de Democracia Ya para el Mundo Árabe (DAWN por sus siglas en inglés), provocó una cadena de reacciones en diferentes ONG que exigen su liberación y pidieron a Biden suspender su entrevista con el presidente de Emiratos Árabes, Mohamed bin Zayed, hasta que no liberen al abogado. A Ghafoor le acusan de lavado de capitales, pero él asegura que nunca recibió una notificación.

«Biden ha vendido a Jamla Khashoggi por una pizca de petróleo saudí. ¿Venderá ahora al abogado de Khassoggi?». La pregunta en forma de condena del director ejecutivo de Human Rights Watch, Kenneth Roth, en su cuenta de Twitter es, de momento, el remate de los reproches al presidente de Estados Unidos.