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Cristina Fernández de Kirchner

Cristina Fernández de Kirchner en la manifestación de apoyo por su procesamiento por corruptaEFE

Argentina

ADN, mentiras, verdades y cintas de vídeo del atentado a Cristina Kirchner

Entre noticias fake, montajes de fotografía y datos verdaderos, la investigación comienza a arrojar luz en un episodio con demasiados elementos surrealistas

El culebrón en el que se ha convertido algo tan grave como chapucero intento de asesinato a la vicepresidente de Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, continúa.

Entre noticias fake, montajes de fotografía y datos verdaderos, la investigación comienza a arrojar luz en un episodio con demasiados elementos surrealistas.

El teléfono móvil de Fernando André Sabag Montiel, el hombre que apuntó con una pistola y gatilló dos veces a un palmo de la cara de Cristina Kirchner, contenía imágenes de su novia, Brenda Uliarte, posando con el arma.

Brenda o Ambar, como se hacía llamar en las webs de oferta sexual la rubia de bote, posa con la pistola en la cintura en el pasillo de la vivienda que ambos compartían.

En el suelo se acumula ropa y las paredes, encaladas, muestran manchas de humedad.

En esa misma tarjeta están grabadas imágenes del detenido posando también con la Bersa que, finalmente, era del calibre 32. Algunas de ella se tomaron la víspera del atentado.

La joven, de 23 años, aparece con el pelo color caoba que al día siguiente del ataque se teñiría de rubio. No quería que la reconocieran las cámaras de los alrededores de la calle Juncal y Uruguay, de Buenos Aires donde vive la viuda de Néstor Kirchner y se concentraron varios cientos de personas el día de autos.

La presunta cómplice del intento de magnicidio mintió al decir que la última vez que vió a su pareja fue un par de días antes del ataque.

Si el amor es una fuerza sobrenatural capaz de lo imposible, la prueba de ese sentimiento incondicional la dio el argentino brasileño, de 35 años, que empuñó la vieja pistola cargada con 5 balas que se encasquilló.

En su segunda declaración ante la juez, el acusado aseguró que su pareja no sabía nada de lo que iba a hacer y la exoneró de cualquier responsabilidad. Las imágenes parecen desmentirle.

La justicia utilizará el sistema especial Pathfinder que permite entrecruzar información digital de distintos dispositivos para hallar coincidencias

La pandilla de amiguetes que había adquirido protagonismo en las cadenas de televisión y radio tras el atentado frustrado, se echó a temblar y se presentó de forma voluntaria en Comisaría donde todos entregaron sus móviles.

Los agentes no se cansan de extraer imágenes. La justicia, además, «tiene previsto utilizar un sistema especial llamado Pathfinder que permite entrecruzar información digital de distintos dispositivos para hallar coincidencias», observan Patricia Blanco y Martín Angulo.

El grupo que se presentaba como trabajadores en la producción de algodón dulce ha sido bautizado como: «La banda del copito», como observan en Infobae.

La pareja con aspecto de okupas, aunque no lo fueran, tenían en la vivienda dos certificados de discapacidad. Los dos, visto lo visto, están en plenas facultades físicas aunque lo de la cabeza habría que mirárselo.

La pareja está ahora acusada de haber organizado el atentado contra la mujer que admitió no haberse apercibido de que la apuntaron con una pistola y reconocer que se agachó porque se le había caído un libro de los que estaba firmando a sus admiradores.

Como es habitual en los sucesos de Argentina, leyendas se entremezclan con los hechos. La página chequeado.com no da abasto con la producción de informaciones que desmienten la cascada de imágenes que circulan por las redes sociales con montajes «truchos» donde aparece el homicida fracasado, rodeado de militantes K con CFK, siglas por las que se conoce a la multi procesada que se sienta estos días en el banquillo de los corruptos.

Presencia de restos de adn del atacante y de otro persona

Los indicios que servían en bandeja la hipótesis de que el ataque fue un circo parece que empiezan a perder consistencia, pese a la incredulidad mayoritaria de los argentinos.

La ausencia de huellas en el arma, pisoteada en el forcejeo con el gentío que derribó y redujo a Sabag Montiel, ha dado paso a la presencia de restos de adn del individuo y de otro persona.

En este contexto, ella mantiene su inocencia mientras la PSA (Policía de Seguridad Aeroportuaria) custodia y descarga la totalidad de los contenidos de su móvil.

Él, sólo habla para defenderla a ella y aunque la leyenda del «reseteado de fábrica» cuajo en el imaginario colectivo, el contenido está al alcance de los investigadores.

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