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El Papa Francisco, con Isabel IIEFE

Isabel II

La Reina que se abrió a los católicos

Visitó cuatro veces el Vaticano, entró en la catedral de Westmimster y distinguió a católicos con importantes nombramientos

La audiencia concedida por Juan XXIII a la Reina Isabel II, jefa de la Iglesia Anglicana, y al Duque de Edimburgo el 5 de mayo de 1961 no fue el primer encuentro desde la Reforma entre un Soberano Pontífice y un Soberano británico, Soberana, en este caso: el hito lo protagonizaron 38 años antes, también en el Vaticano, Pío XI y Jorge V.

Más entonces el Reino Unido seguía sin superar sus prejuicios anticatólicos, pese a la emancipación de 1819, y en Roma fue necesario esperar unas décadas más para que soplasen los vientos reformistas y, por extensión, ecuménicos.

De ahí que el encuentro, con fuerte carga simbólica, entre el Papa y la Reina fuese decisivo para apuntalar el diálogo entre católicos y anglicanos.

El entonces arzobispo de Canterbury, Geoffrey Francis Fisher, había desbrozado el terreno acudiendo un año antes a la Ciudad Eterna. Había sido precedido, asimismo, por la Reina Madre Isabel y la Princesa Margarita, recibidas por Juan XXIII en la primavera de 1959.

Ya estaban creadas las condiciones para una relación duradera y fructífera entre las dos confesiones fieles a Cristo, pero enemistadas entre sí. La Corona iba a contribuir, a su manera, al proceso.

Sin embargo, hubo dos encontronazos serios.

El primero tuvo lugar en junio del 1978 con motivo de la boda del Príncipe Michael de Kent, primo hermano de la Reina, con la baronesa, católica y divorciada, Marie-Christine von Reibnitz.

En estricta aplicación de la Ley de Matrimonios Reales, el Príncipe Miguel se vio obligado a renunciar a sus derechos sucesorios y a casarse en el extranjero: los miembros de la Familias Real no podían contraer matrimonio civil en territorio inglés.

Pablo VI, pese a la anulación canónica de la primera unión de la novia, prohibió la celebración del sacramento al enterarse que los hijos de la pareja serían bautizados en la fe anglicana

Podían haber sido unas nupcias católicas. Pero Pablo VI, pese a la anulación canónica de la primera unión de la novia, prohibió la celebración del sacramento al enterarse que los hijos de la pareja serían bautizados en la fe anglicana. Ni el Papa ni la Reina cedieron.

Juan Pablo II restableció el trato con la Corona de San Eduardo al convertirse en el primer Papa que pisaba suelo británico en cinco siglos -era mayo de 1982- y recibiendo a Isabel II en Roma en 1980 y 2000.

Funerales pontificios

La Soberana correspondió enviando al entonces Príncipe Carlos a su funeral. Un gesto importante si se tiene en cuenta que en los dos funerales pontificios de 1978 delegó su representación en una persona de menor rango, el duque de Norfolk, primer seglar católico del Reino Unido.

Esa buena comunicación de la Corona con el Papa polaco se ensombreció temporalmente durante la visita de los Príncipes de Gales al Vaticano en abril de 1985

Esa buena comunicación de la Corona con el Papa polaco se ensombreció temporalmente durante la visita de los Príncipes de Gales al Vaticano en abril de 1985. La intención inicial del hoy Carlos III era asistir, al día siguiente de la preceptiva audiencia, a la Misa privada del Papa e incluso recibir la comunión en señal de buena voluntad ecuménica.

Fue autorizado a lo primero y le fue denegado lo segundo. Una filtración interesada, promovida por los asesores más recalcitrantes del Palacio de Buckingham, seguida por las reacciones airadas del protestantismo más radical -el pastor norirlandés Ian Paisley- frustró también la presencia de la pareja principesca en la Eucaristía celebrada por Juan Pablo II.

Llegaron los noventa: a nueva década, importantes episodios de acercamiento a los católicos por parte de la Reina. En noviembre de 1995, visitó por primera vez la Catedral de Westminster y asistió a una ceremonia que no tenía carácter de misa.

Tres años después, en plena reorganización de su Casa tras los graves fallos acaecidos a raíz de la muerte de la princesa Diana, Isabel II nombró por primera vez a un católico, lord chambelán, es decir, jefe de la Corte.

El agraciado fue Ralph Stonor, séptimo barón Camoys, heredero de un linaje de recusants, los católicos que se negaron a cambiar de fe durante la Reforma.

En mayo de 1999, días antes de morir de cáncer, el cardenal Basil Hume, arzobispo de Westminster y Primado de Inglaterra y Gales, sacó fuerzas para ir a Buckingham a que le fueran impuestas las insignias de la Orden del Mérito, una distinción que la Reina reserva a 24 representantes de la élite política e intelectual británica. Nunca antes un prelado católico había sido objeto se semejante honor.

Ni la Reina ni el resto de los miembros de la Familia Real suelen recibir a dignatarios a pie de escalerilla. Pero hizo una excepción con Benedicto XVI

El último gesto importante de Isabel II para con los católicos fue en septiembre de 2010 y tuvo como escenario el aeropuerto de Edimburgo. Ni la Reina ni el resto de los miembros de la Familia Real suelen recibir a dignatarios a pie de escalerilla. Pero hizo una excepción con Benedicto XVI: al bajar de su avión le esperaba el Duque de Edimburgo.

La reforma constitucional de 2013, que autoriza el matrimonio de príncipes y princesas dinastas con personas católicas, selló décadas de transformaciones de la Corona con la Iglesia católica.