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Putin en Vladivostok Rusia

El presidente ruso, Vladimir Putin durante el Foro Económico Oriental de VladivostokAFP

203 días de guerra en Ucrania

Putin se negó a aceptar el acuerdo de paz alcanzado por su negociador con Ucrania

Con el rechazo de Putin al acuerdo alcanzado por su enviado se puso en evidencia que, para el hombre que dio la orden de invadir el 14 de febrero, aquellas conversaciones eran apenas una «cortina de humo» para conquistar Ucrania

Vladimir Putin quería invadir Ucrania a cualquier precio. Su obsesión con la antigua provincia de la Unión Soviética rozaba -y roza- lo patológico.

El presidente de la Federación Rusa tuvo en la mano un acuerdo previo durante los primeros días de la guerra, pero se negó a aceptarlo, pese a la insistencia de Dmitry Kozak, por entonces su principal asesor y negociador internacional.

Kozak, figura habitual en los consejos de Seguridad, había logrado de Ucrania aceptar las condiciones del Kremlin para, supuestamente, evitar la guerra. Entre otras, el compromiso de Volodimir Zelenski de que Ucrania no entraría en la OTAN.

Putin dijo: No

Si esa era la principal preocupación y excusa para la invasión del jerarca ruso, el gobierno de Kiev, según tres fuentes consultadas por Reuters, se comprometía a respetar su palabra, pero Putin dijo: No.

Kozak, asesor en Defensa y hombre de mayor confianza de Putin, había recibido el encargo de negociar del propio presidente de la Federación.

Su misión era sentarse en una mesa de negociación con el gobierno de Zelenski y alcanzar un consenso que permitiera evitar que la «operación militar especial» no avanzara.

Dicho de otro modo, que la ocupación no fuera a gran escala como sucedió en la primera fase de la guerra, pese a la retirada posterior, forzada, de las tropas de Moscú para «concentrarse» en el Donbás, según la versión oficial del Kremlin, incapaz de asumir su primer gran fracaso.

Con el rechazo de Putin al acuerdo de su enviado, hoy apartado de la esfera pública aunque no marginado, se puso en evidencia que para el hombre que dio la orden de invadir el 14 de febrero, aquellas conversaciones eran apenas unas maniobras de despiste para seguir con su plan de conquistar Ucrania.

Hoy entendemos claramente que la parte rusa nunca ha estado interesada en un arreglo pacíficoMykhailo PodolyakAsesor de Volodimir Zelenski

Mykhailo Podolyak, miembro del equipo de consulta permanente del presidente Zelenski, coincide en unas declaraciones a Reuters, donde observa que el Kremlin usó las negociaciones como una cortina de humo para prepararse para su invasión. «Hoy -admite- entendemos claramente que la parte rusa nunca ha estado interesada en un arreglo pacífico», confió a la agencia de noticias británica.

La misma agencia se remite a otras dos fuentes que parecen haber estado sentadas en esa mesa infructuosa.

Reuters advierte que las tres fuentes coinciden en todo salvo en el tiempo. Sólo una sostiene que los hechos habrían sido inmediatamente después de la invasión. En esos primeros días sería cuando Kozac habría alcanzado un consenso pleno con Ucrania.

Después del 24 de febrero, a Kozak se le dio carta blanca, luz verde, y consiguió el trato. Lo llevó de vuelta pero le dijeron que se fuera. Todo se había cancelado. Putin había cambiado de plan sobre la marcha

«Después del 24 de febrero, a Kozak se le dio carta blanca, luz verde, y consiguió el trato. Lo llevó de vuelta y le dijeron que se fuera. Todo, se había cancelado. Putin -insiste la fuente de Reuters- había cambiado de plan sobre la marcha».

Kozac, negociador oficial en el Donbas desde el 2020, había cumplido el encargo de Putin

Las otras fuentes consultada por Reuter s insisten en que ese acuerdo se había producido en los días previos a la invasión y no después. En cualquier caso, todos coinciden en que Kozac, negociador oficial en el Donbas desde el 2020, había cumplido el encargo de Putin.

Una vez más pasó lo que Donald Trump no se cansaba de recordar: «Putin estaba obsesionado con Ucrania, la quería invadir a toda costa.»

Ucrania, la joya de la corona rusa

Vladimir Putin insistía en sus conversaciones con los líderes occidentales que la Alianza Atlántica estaba estrechando un cerco sobre Rusia.

El cinturón de bases militares de la organización de Defensa más potente del mundo y su seducción a países del este de Europa, suponían para el ex agente de la extinta KGB, tener demasiado cerca al potencial enemigo.

En otras palabras, interpretaba -y así se lo hacía saber a sus interlocutores- ese escenario como una amenaza donde Ucrania, la joya de la corona rusa perdida, estaba a un paso de sumarse a la OTAN.

Ese virtual escenario para Putin era insoportable y explica la guerra que no termina de declarar oficialmente. No poder recuperar una provincia que considera suya y que en el Donbás tiene una nutrida representación de «rusos disfrazados de ucranianos pro rusos», como reflexiona un militar español, es inaceptable para el hombre cuyo poder parece que empieza a desintegrarse.

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