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António Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas (ONU) se dirige al Consejo de Seguridad

António Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas (ONU) se dirige al Consejo de SeguridadSpencer Platt / AFP

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La Asamblea General de la ONU: ¿Una oportunidad o más de lo mismo?

Esta 77ª sesión de alto nivel, va a ser, por primera vez desde que comenzó la pandemia, en vivo y en directo para los líderes mundiales

Hoy tiene lugar la reunión de alto nivel del 77º período de sesiones de la Asamblea General de la ONU, en el trigésimo aniversario de la «Declaración sobre los derechos de las personas pertenecientes a minorías nacionales o étnicas, religiosas y lingüísticas».

A raíz de la pandemia de COVID-19 y desde 2020, la Asamblea General se ha llevado a cabo a través de plataformas virtuales para garantizar la continuidad de sus funciones. Para esta 77ª sesión de alto nivel, va a ser, por primera vez desde que comenzó la pandemia, en vivo y en directo para los líderes mundiales.

En el período transcurrido, el mundo ha cambiado, todo parece haberse roto: Las líneas divisorias globales se han profundizado.

La conflictividad entre Estados Unidos y China ha crecido

La conflictividad entre Estados Unidos y China ha crecido. Hemos vivido suspicacias sobre los orígenes del COVID-19; la represión de la democracia en Hong Kong; las tensiones sobre Taiwán y el Mar de China Meridional y la decisión de China de admitir la invasión de Ucrania.

Todo ha consolidado nuevamente un mundo dividido. Occidente por un lado y Rusia y China en un creciente antagonismo. Mientras tanto, las potencias intermedias están sopesando sus alternativas, y algunas juegan en ambos bandos.

Se ha fragmentado la ya frágil red de apoyo humanitario mundial. La pandemia del COVID-19 puso al descubierto las graves deficiencias y desigualdades en el mundo para afrontar un crisis mundial de salud pública.

La guerra de Ucrania ha supuesto un punto de ruptura mayor y la tensión actual ha generado una crisis que sitúa a 345 millones de personas en la inseguridad alimentaria aguda y a 50 millones al borde de la hambruna, según el Programa Mundial de Alimentos.

Cuarenta países corren ahora el riesgo de impago de su deuda soberana. Los planes a largo plazo para remediar las desigualdades y privaciones mundiales también se han desviado del camino.

Con este telón de fondo global, la reunión de alto nivel de la Asamblea General de la ONU, de Nueva York, puede ser importante en algunos aspectos:

1. Desde la pandemia será la primera reunión presencial.

2. Se espera una mayor dosis de realismo (y menos utopía) para afrontar el panorama actual.

3. Supone una oportunidad para ver cuál es la posición de los Estados miembros respecto a la guerra en Ucrania.

4. Podría servir de catalizador para galvanizar las energías y la visión humanitaria que se tambalean como nunca.

5. Por último, pone a prueba a la organización mundial para comprobar si puede mantener su relevancia en un mundo incierto, dividido y peligroso.

Volodimir Zelensky ha presentado una petición para hacer declaraciones pregrabadas allí, al no poder salir de su nación devastada por la guerra

El presidente ucraniano, Volodímir Zelensky, ha presentado una petición para hacer declaraciones pregrabadas allí, al no poder salir de su nación devastada por la guerra.

En una rara excepción a las normas que exigen que los jefes de Estado comparezcan en persona o designen un sustituto, obtuvo el apoyo de 101 naciones, con 19 abstenciones (incluida China) y sólo siete países en contra. Con la ausencia de Zelensky, los jefes de Estado occidentales tomarán la iniciativa de reunir a otros para ayudar a Ucrania en su guerra con Rusia.

La Asamblea General de la ONU ofrece una oportunidad para que Estados Unidos y sus socios demuestren su impulso en términos de persuadir a las potencias medias del mundo para que apoyen una agenda liberal y basada en los derechos.

Vladimir Putin ya ha preparado esto, en el marco de una alianza en sentido distinto con la Cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS), celebrada la semana pasada en Samarcanda, Uzbekistán, junto con el presidente chino Xi Jinping y otros líderes afines.

La OCS reúne a 8 miembros (Kazajstán, China, Rusia, Kirguistán, Uzbekistán, Tayikistán, Pakistán e India), 4 miembros observadores (Afganistán, Irán, Mongolia y Bielorrusia) y 9 socios de diálogo (Azerbaiyán, Turquía, Sri Lanka, Camboya, Nepal, Armenia, Egipto, Qatar y Arabia Saudí).

La cuestión ahora es si Estados Unidos y sus aliados occidentales pueden hacerlo mejor en la ONU para demostrar un frente más amplio y unido, eso siempre que demuestren que el peso de la opinión mundial confía aun en los principios internacionales que promueven.

Hasta la fecha, la decisión de Pekín de permanecer alineado con Rusia y la reticencia de las principales naciones latinoamericanas, asiáticas y africanas a no tomar partido activamente en la guerra, han ayudado a Putin a mantener un apoyo popular dentro y fuera de Rusia.

Si bien esta sesión de la Asamblea General de la ONU servirá como una oportuna prueba política, también tiene el riego de reafirmar un patrón: el de su «inutilidad», según el cual el organismo mundial ha comenzado a intervenir en el vacío, en asuntos de paz y seguridad, bajo el constate bloqueo de su Consejo de Seguridad, donde China y Rusia tienen veto.

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