El plan de Xi Jinping para cambiar la gobernanza de la seguridad mundial
El concepto de Xi Jinping y su gobierno en materia de seguridad comenzó a tomar forma en 2014, cuando presentó un concepto integral de seguridad nacional o, mejor, un concepto «global» u «holístico» de seguridad del Estado.
Xi introdujo, al mismo tiempo, un nuevo órgano del partido denominado: la Comisión Central de Seguridad Nacional, encargada de poner en práctica el nuevo concepto. Algo que confundió a los analistas de inteligencia estadounidenses que pensaron que esta nueva CNSC era equivalente al «Consejo de Seguridad Nacional» de los Estados Unidos, pero esta identificación resultó ser engañosa.
La concepción china de la seguridad nacional hace más hincapié en la seguridad interna que la estadounidense, es decir, se refiere a la «seguridad del Estado». Por eso gran parte del trabajo del CNSC se lleva a cabo en secreto y, en estos últimos años se ha centrado en asuntos internos, como la política antiterrorista o afrontar el impacto de la COVID-19 respecto a la inestabilidad de China.
El «concepto integral de seguridad nacional» dejaba claro que el sistema político chino debía tomarse mucho más en serio las amenazas internas a la seguridad, como el terrorismo y los disturbios. La función del concepto también era novedosa: servía de marco sistemático para que los funcionarios abordaran las amenazas y les proporcionaba nuevas herramientas con las que hacerlo; les pedía que fueran más proactivos a la hora de atajar esas amenazas, sustituyendo el «mantenimiento de la estabilidad» por un discurso de «prevención y control».
En un mundo cada vez más peligroso, el principal objetivo del Partido Comunista chino es la seguridad política, algo que los funcionarios chinos y los medios de comunicación estatales han definido como «salvaguardar el liderazgo del partido, el sistema socialista de China y la autoridad del Comité Central con Xi Jinping en el centro».
Pero, en abril de 2022, Xi Jinping pronunció un discurso sobre política exterior de China, en el Foro de Boao para Asia (BFA), donde propuso una «Iniciativa de Seguridad Global» (GSI) para «promover la seguridad común del mundo».
Aquel no fue un discurso insignificante. Los diplomáticos chinos y los analistas cercanos al Gobierno han dejado claro que el GSI marca un cambio significativo en la política exterior china, desafiando directamente el papel de las alianzas y asociaciones de Estados Unidos en la seguridad mundial. Desde entonces China pretende revisar la gobernanza de la seguridad mundial para hacerla más compatible con sus intereses.
Desde que se anunció el concepto de «iniciativa global de seguridad», el poder legislativo chino y la Asamblea Popular Nacional han aprobado una serie de leyes de seguridad nacional sobre temas que van desde el procedimiento penal hasta la seguridad de las fronteras, la regulación de las organizaciones no gubernamentales, la seguridad de los datos, la lucha contra el terrorismo, la inteligencia, la ciberseguridad y otras amenazas.
Xi también ha reorganizado las fuerzas militares y de seguridad nacionales, incluida la estructura de mando de la Policía Armada del Pueblo, para reforzar el control del partido sobre estos órganos. Su campaña anticorrupción se ha dirigido a los funcionarios del Ejército, a la Policía, a la seguridad del Estado y al sistema judicial para garantizar que la corrupción no erosione el control del Partido Comunista chino.
Busca así mismo evitar coerciones y chantajes sobre sus funcionarios, así como sobornos o otras formas de compromiso de las que puedan servirse la inteligencia extranjeras.
Se han establecido comisiones de seguridad nacional subordinadas en la estructura del partido hasta pequeños niveles territoriales. China ha incrementado enormemente el gasto en su estado de vigilancia. Se habla de un «sistema de prevención y control multidimensional basado en la información para la seguridad pública y social».
Gran parte de la inversión del Gobierno se ha realizado en tecnología para vigilar al público y en plataformas analíticas de fondo que utilizan los datos resultantes para mejorar la gobernanza y mantener el orden social.
Exportar el concepto de seguridad
A medida que Xi concluye su segundo mandato como líder del partido y se acerca su probable revalidación, con un tercer mandato, hay indicios de que está pensando seriamente en cómo proyectar el «concepto global de seguridad» en el extranjero.
Este esfuerzo de Iniciativa de Seguridad Global (GSI) quiere pasar a ser, más que un eslogan, una política bien desarrollada. Los analistas del Instituto Chino de Relaciones Internacionales Contemporáneas, un centro de estudios asociado al Ministerio de Seguridad del Estado de China, describen la GSI como una «práctica vívida para guiar la labor diplomática de China basada en el concepto de seguridad nacional integral».
Desde el punto de vista del Partido Comunista chino, externalizar el concepto integral de seguridad nacional a través de la GSI tiene mucho sentido en la actual coyuntura internacional. China ha comenzado a ampliar el despliegue de oficiales de enlace de la Policía en el extranjero y ha mantenido debates de alto nivel sobre «la formación de la policía extranjera con características chinas», con el objetivo de «aumentar la influencia internacional».
Esta oferta de asistencia policial y de seguridad nacional parecen diseñadas para convertir a China en el socio de seguridad preferido por los países que podrían no querer que dicha asistencia venga acompañada de las condiciones de derechos humanos o los mecanismos de responsabilidad democrática que suelen exigir las naciones occidentales.
Estados Unidos y Occidente, en su conjunto, no deberían subestimar los riesgos de este nuevo enfoque chino de la política exterior.