El ocaso de los Gandhi
Los continuos reveses electorales desde 2014 obligan al Partido del Congreso a prescindir de la poderosa dinastía
Mallikarjun Kharge. Es el nombre del nuevo líder del Congreso Nacional Indio, más conocido como el Partido del Congreso, la formación democrática con la militancia más numerosa del planeta.
Kharge tiene ochenta años -nada extraño teniendo en cuenta la práctica política de la India-, ha sido ministro de Transportes, procede de una casta baja y es una figura de consenso.
Pero la noticia es otra: por primera vez en casi un cuarto de siglo, el líder del Partido del Congreso no es un Gandhi, la dinastía política más poderosa de la India independiente. Kharge sucede en el cargo a Sonia Gandhi, viuda de Rajiv y nuera de Indira, que controló el «Congreso» con mano de hierro desde 1998 hasta 2017. Primero, de forma directa y, más adelante a través de su hijo Rahul entre 2017 y 2019 y luego Sonia desde 2019 hasta hace cuatro días.
Sonia Gandhi supo desde el primer momento que su origen italiano le impedía postular al cargo de primera ministra que durante largos años desempeñó su suegra.
Más su poder absoluto en el seno del partido se ha revelado contraproducente en lo tocante a los resultados electorales desde 2014. En los comicios generales de aquel año, Rahul Gandhi fue arrasado por primera vez a manos del actual primer ministro, el nacionalista Narendra Modi: el Congreso obtuvo 44 escaños -sobre un total de 543- en el Lok Sabha, la cámara baja del Parlamento.
Una humillación histórica para el partido con 45 millones de afiliados. El retoño, su madre y el aparato propagandístico que les rodea achacaron el resultado al desgaste del Gobierno saliente de Manmohan Singh. Tenían globalmente razón.
Por eso Sonia Gandhi siguió confiando ciegamente en su hijo -obviamente designado a dedo, faltaría más-, acallando sistemáticamente las críticas que surgían acerca de la capacidad política de Rahul Gandhi. El chico lucía porte glamuroso, había sido formado en Estados Unidos, pero no lograba articular un discurso solvente para hacer frente a Modi, ni conectar con el hindú de a pie.
La catástrofe se reprodujo en 2019. En esas elecciones, el Congreso de Rahul Gandhi solo subió ocho escaños en relación con 2014. Modi repitió una victoria espectacular. El heredero -en contra de la costumbre de su dinastía- tuvo la decencia de dimitir. Su madre retomó las riendas del partido «con carácter provisional».
Una provisionalidad que ha durado tres años y cuya puntilla ha sido, este mismo año, le severa derrota sufrida por la otra gran esperanza de los Gandhi, Priyanka, hija menor de Sonia, hermana de Raúl, en las elecciones locales de Uttar Pradesh, feudo histórico de la dinastía.
¿Final de trayecto para unos Gandhi que han gobernado la India durante la mitad de los años transcurridos desde la independencia?