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Meloni discurso programático

La primer ministro Giorgia Meloni expone su programa de gobierno ante la Cámara de DiputadosAFP

Meloni destaca las raíces judeocristianas de Italia en su discurso programático

La presidente del consejo de ministros rechazó el chantaje energético de Vladimir Putin y anunció un apoyo pleno a Ucrania

Identidad cristiana, europeísmo y atlantismo. La nueva presidente del consejo de ministros, Giorgia Meloni, centró su discurso programático del nuevo gobierno de Italia en la proyección internacional de la nación con una idea muy concreta: Como heredera de una tradición judeocristiana y grecolatina, Italia pertenece a Occidente de pleno derecho.

En su discurso, de hecho, dedicó un papel central a la identidad judeocristiana y grecolatina de Italia e hizo una referencia muy concreta: «Somos los herederos de San Benito: un italiano patrono principal de toda Europa».

Meloni aleja de ese modo, de forma definitiva, toda crítica a una supuesta connivencia con la Rusia de Vladimir Putin.

No solo no hay connivencia, el gobierno de Meloni no se someterá «al chantaje energético de Vladimir Putin».

«Ceder al chantaje de Putin sobre la energía no resolverá el problema, lo empeorará al abrir el camino a futuras exigencias y chantajes», advirtió.

En ese sentido, afirmó que «Italia seguirá siendo un aliado fiable en la Alianza Atlántica a partir del apoyo al valeroso pueblo ucraniano que se opone a la invasión de la Federación Rusa».

«No solo porque no podemos aceptar la guerra de agresión y la violación de la integridad territorial de una nación soberana, sino porque también es el mejor modo de defender nuestros intereses nacionales», explicó.

«Solo una Italia que respeta sus compromisos puede tener la autorización para reclamar a nivel europea y occidental que los costes de la crisis internacional se compartan de un modo más equilibrado. Eso es lo que pretendemos hacer sobre la cuestión energética», argumentó.

Meloni insistió en su vertiente atlantista y reiteró que «la Alianza Atlántica garantiza a nuestras democracias un contexto de paz y seguridad que muchas veces damos por descontado. Es deber de Italia contribuir plenamente porque, nos guste o no, la libertad tiene un coste».

«Italia pertenece a título pleno a Occidente y a su sistema de alianzas. Ha sido fundadora de la Unión Europea, de la Eurozona y de la Alianza Atlántica. Es miembro del G7 y, antes de todo ello, cuna junto a Grecia, de la civilización occidental y de su sistema de valores basado en la libertad, la igualdad y la democracia. Frutos preciosos que brotan de las raíces clásicas y judeocristianas de Europa», recordó.

La nueva presidente del consejo de ministros también puso en primer lugar el europeísmo de su gobierno. Aseguró que dentro de las instituciones europeas «es el lugar donde Italia hará escuchar fuerte su voz como le corresponde a una gran nación fundadora».

Una voz que no se alzará «para frenar o sabotear la integración europea, sino para contribuir a orientarla hacia una mayor eficacia respecto a la respuesta a la crisis y las amenazas externas, y una mayor cercanía a los ciudadanos».

«La Unión Europea es para nosotros la casa común de los pueblos europeos, y como tal debe ser capaz de hacer frente a los grandes desafíos de nuestra época que los Estados, por sí solos, difícilmente podrán afrontar solos: como los acuerdos comerciales, el aprovisionamiento de materias primas y de energía, la política migratoria, la lucha contra el terrorismo», señaló.

Aunque también reprochó que se trata de «grandes desafíos ante los cuales la Unión Europea no siempre se ha mostrado preparada».

Porque, «cómo es posible que una integración que nació en 1950, hace 70 años, como Comunidad Económica del Carbón y del Acero, se encuentre tras haber aumentado de forma desmesurada su esfera de competencia mayormente expuesta precisamente en un asunto como el aprovisionamiento energético y de materias primas».

«Hace falta una integración más eficaz respondiendo al lema de la Unión Europea: unidos en la diversidad», reclamó.

En ese sentido, rechazó que la Italia por ella presidida vaya a rebelarse frente al edificio jurídico europeo: «Este gobierno respetará las reglas actualmente en vigor y, al mismo tiempo, ofrecerá su contribución para cambiar aquellas que no han funcionado».

Gobierno representativo

Meloni destacó, y reprochó a sus predecesores en el cargo, que por primera vez en años, Italia tendrá un gobierno que representan la voluntad de los ciudadanos expresada en las urnas y no fruto de negociaciones entre partidos.

«Nosotros hoy interrumpimos esa gran anomalía italiana dando lugar a un gobierno plenamente político representativo de la voluntad popular», subrayó.

En ese sentido, anunció un «gobierno para cinco años haciéndolo lo mejor que podamos, poniendo delante de todo el interés de la nación al de una parte y al del partido».

Insistió: «No usaremos el voto de millones de italianos para sustituir un sistema de poder con otro distinto y contradictorio». «El vínculo entre representante y representado es la esencia de la democracia».

También rechazó las advertencias, que citó, pero no concretó, procedentes del extranjero sobre la futura acción del nuevo gobierno.

«En los últimos días ha habido, también fuera de nuestras fronteras, quien quiere vigilar nuestro gobierno. Diría que pueden dedicar el tiempo de un modo mejor», aconsejó con ironía.

«Quien desde el extranjero dice que pretende vigilar Italia, no falta al respeto a mí o a este gobierno. Le falta al respeto al pueblo italiano, que no tiene que recibir lecciones de nadie», hizo hincapié.

Tras recordar que el gobierno debe ponerse a trabajar de forma inmediata, «Italia no consiente dudar o perder tiempo, y nosotros no lo vamos a hacer», destacó el hecho de que ella es «la primera mujer al cargo del gobierno de esta nación».

«Cuando me detengo sobre este hecho me paro a pensar en la responsabilidad que tengo ante todas estas mujeres que afrontan dificultades grandes e injustas para desarrollar su talento, o para hacer frente a sus sacrificios cotidianos. O aquellas han construido la escalera que me permite a mí subir y romper el pesado techo de cristal que se sitúa sobre nuestras cabezas», dijo.

Y añadió: «Espero demostrar el valor de las mujeres italianas».

Precisamente sobre las mujeres, y en concreto sobre las madres, centró la última parte de su discurso: «Para salir de esta glaciación demográfica hace falta un plan fuerte, económico pero también cultural, para redescubrir la belleza de la paternidad y poner la familia en el centro de la sociedad».

Se refirió a la familia como «la institución formativa más importante» y anunció ayudas para las familias jóvenes: «Pretendemos apoyar a las familias y, con ellas, promover la natalidad».

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