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Mira, víctima de las violaciones sexuales ocurridas en la guerra civil nepalí, durante una entrevistaAFP

Las violaciones ocurridas durante la guerra civil de Nepal salen a la luz

Las autoridades todavía no reconocen los maltratos sufridos por una multitud de mujeres agredidas, violadas y traumatizadas, con pocas esperanzas de reparación tras la indiferencia sufrida estos años

Molida a golpes y violada por policías cuando solo era una niña, Mira es una de las pocas víctimas de violencia sexual durante la guerra civil de Nepal que se atreve a relatar su sufrimiento.

Más de 17.000 personas murieron y otros miles tuvieron que huir de su hogar.

El conflicto se cerró en 2006 con un acuerdo de paz y la entrada de los maoístas al gobierno, que se comprometió a llevar a cabo investigaciones imparciales y a hacer justicia por las atrocidades del conflicto.

Las autoridades todavía no reconocen los maltratos sufridos por una multitud de mujeres agredidas, violadas y traumatizadas, con pocas esperanzas de reparación tras la indiferencia sufrida este tiempo. Han pasado 16 años y los avances son escasos.

El gobierno debe admitirlo

«Ni siquiera se ha mencionado nuestro caso», declara a Mira, que emplea un seudónimo. «Lo mínimo que (las autoridades) pueden hacer es reconocer que estos hechos ocurrieron».

Mira solo tenía 12 años en 1999, cuando fue arrestada por participar en un programa de sensibilización cultural de maoístas. Durante sus meses de detención, los agentes la violaron y la golpearon sin parar.

«Estaba irreconocible. Mi cara estaba inflamada, mi cuerpo estaba hinchado», recuerda. «Mi útero sigue con dolor, mi cuerpo sigue con dolor, todavía tomo medicamentos».

No se ha establecido ninguna disposición para las víctimas de violencias sexuales que, con dificultades todavía para contar lo ocurrido, quedaron excluidas de un sistema de indemnización provisional para los afectados del conflicto.

Hablar por todas nosotras

«Las violaciones se produjeron durante los diez años de guerra. El gobierno debe admitirlo y ocuparse de ello», explica a Afp Devi Khadka, coordinadora de la organización nacional de víctimas de violación en conflictos.

La guerra civil acababa de empezar en 1997, cuando ella misma, entonces adolescente, fue violada estando bajo custodia de las fuerzas de seguridad por haberse unido a la insurrección maoísta.

Después de la guerra y a pesar de una depresión que arrastró durante años, fue subiendo escalones hasta llegar al Parlamento.

«Me quedé en silencio durante mucho tiempo, por numerosas razones. Además, nadie hablaba. Después sentí que me tenía que hablar por todas nosotras», explica.

La sociedad nepalí vincula tradicionalmente la castidad de las mujeres al honor del hogar y la infamia que constituye la violación lleva a las mujeres a guardar silencio por miedo a ser marginadas por su familia y su entorno, incluso a ser echadas a la calle.

«Lo que necesitamos es ayuda para nuestra subsistencia, para nuestros cuidados y el futuro de nuestros niños», explica Reenu, también seudónimo, violada por soldados maoístas durante el conflicto.

Para ella, la prioridad es aportar ayuda diaria a las víctimas de violación antes de tratar de llevar a la justicia a unos autores difíciles de encontrar.

«Hay muchas mujeres que desconocen todo de quienes les hicieron daño. ¿Entonces, cómo los castigas?», apunta.

El gobierno «lo sabe»

Dos comisiones de justicia transicional empezaron a operar en 2015 en Nepal, sin conseguir resolver ninguno de los más de 60.000 expedientes por asesinatos, torturas y desapariciones.

Entre ellos hay más de 300 casos de violaciones y violencia sexual. Pero según los activistas, no es más que una ínfima parte del nombre real de casos.

Las víctimas dudan si hablar porque no se ha hecho nada para garantizarles un «entorno seguro», lamenta Mandira Sharma, asesora jurídica de la Comisión Internacional de Juristas.

«Pero se trata de crímenes graves», añade. «El Estado tiene el deber de actuar contra sus autores», insiste.

Según los defensores de derechos, el proceso de verdad y de reconciliación de Nepal estaba mal ideado desde el comienzo y minado por una falta crónica de financiamiento y respaldo político.

Antiguos rebeldes maoístas y varios dirigentes políticos, acusados de haber dirigido las atrocidades durante la guerra, están en el gobierno.

En junio, el ministro de Finanzas anunció por primera vez un programa de apoyo financiero para las víctimas de violencias sexuales en tiempo de guerra. Desde entonces, no ha pasado nada.

«El gobierno sabe que las mujeres y los niños sufrieron violencia sexual durante la guerra», declara una víctima de 33 años, adolescente cuando fue violada. «Pero temen hacer justicia. Porque, en efecto, ¿y si algunos de ellos terminaran castigados?».