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Afganistán

Los talibanes recuperan los castigos físicos: vuelven las amputaciones y dilapidaciones

El régimen afgano aplica de nuevo el «ojo por ojo y diente por diente»

Afganistán poco a poco vuelve a ser lo que era. Los talibanes han recuperado sus prácticas más violentas con las mujeres y los hombres. El líder supremo ha ordenado volver a aplicar sentencias que incluyen la amputación de miembros, flagelaciones y dilapidaciones.

Zabihullah Mujahid, portavoz del Amir al-Mu'minin, máxima autoridad religiosa, comunicó en sus redes sociales que a partir de ahora es imperativo volver a aplicar la ley del Islam y así se lo han comunicado a un grupo de jueces.

Desde el abandono de las tropas de la OTAN, el pasado mes de agosto, de Afganistán, el régimen ha sido implacable pese a transmitir inicialmente que el gobierno sería más aperturista.

La decisión se adoptó, según el portavoz que se mantenía alejado de los focos, «después de examinar cuidadosamente los expedientes de ladrones, secuestradores y sediciosos». La ley de la «sharía» es obligatoria escribió en un tuit.

La aplicación del «hudud», como publica el diario británico Daily Mail, incluye castigos físicos y las «qisas» se entienden como represalias. Esto significa que se impone la ley de ojo por ojo, diente por diente.

Los delitos de «hudud» incluyen adulterio, acusaciones falsas, ingesta de alcohol, robos y rebelión

Los delitos de «hudud» a los que se refiere, incluyen adulterio, acusaciones falsas, ingesta de alcohol, robos y rebelión, entre otros.

Las sentencias con castigos físicos no excluyen las compensaciones de las víctimas o familias de las víctimas afectadas por el autor de los delitos cometidos.

Un dato llama la atención, en el caso de los adulterios se deberá poder probar con, al menos, el testimonio de cuatro testigos presenciales adultos que sean varones.

La mayoría de las empleadas por la Administración han sido despedidas, tienen prohibido viajar si no están acompañadas de un hombre y están obligadas a cubrirse el rostro con un pañuelo, el «hiyab», o usar el «burka» que les llega hasta los pies y no permite ver ni un milímetro de su rostro que se intuye a través de una rejilla. Tampoco pueden usar baños públicos, acudir a mercadillos o gimnasios.

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