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El gobernador de Florida, Ron DeSantis, frente al expresidente Donald TrumpPaula Andrade

Estados Unidos

El despertar de Trump y la consagración de DeSantis en unas 'midterm' de vértigo para el Partido Republicano

Defendió una política antirrestricciones durante la pandemia que ahora recompensan los votantes de Florida, como también agradecen su non plus ultra a las políticas woke

Los estadounidenses tuvieron el pasado martes, 8 de noviembre, una cita con las urnas en unas elecciones legislativas de medio término o midterm que finalmente no tendrán un impacto tan transformador como se esperaba en las encuestas, que apuntaban a una victoria aplastante del Partido Republicano en una suerte de ‘tsunami rojo’ en todos los frentes que finalmente no se ha producido.

Tal y como recoge el reciente informe de la Fundación Disenso sobre estos comicios, era mucho lo que estaba en juego la semana pasada. Se disputaron todos los escaños de la Cámara de Representantes y alrededor de un tercio de los escaños en el Senado.

Además, muchos estados habían alineado sus elecciones al calendario electoral del Congreso, lo que significa que treinta y seis gobernadores, así como los principales funcionarios y cientos de legisladores estatales –junto con numerosos puestos de responsabilidad pública locales– estaban también en disputa en esta cita electoral.

Además de los escaños en liza, también es preciso señalar el contexto en el que discurrían estas elecciones, que estuvo marcado por los principales temas y mensajes esgrimidos durante la campaña –en la que, por cierto, hubo relativamente poco solapamiento entre las prioridades de los demócratas y los republicanos.

En ella, ha destacado la preocupación del Partido Republicano por abordar el difícil panorama económico y la situación migratoria, así como limitar la actuación de la Casa Blanca en política exterior, a la vista del desastre de la salida de EE. UU. de Afganistán, y de la compleja y delicada situación en la guerra de Ucrania.

Por su parte, los demócratas centraron buena parte de su discurso en la protección de los ‘derechos de las mujeres’, haciendo continuas alusiones a la restauración de Roe v. Wade a nivel federal y situando el debate sobre el derecho al aborto en el epicentro de la contienda electoral, lo que pone de manifiesto que la cuestión de la vida sigue siendo hoy una de las principales líneas de falla de la política norteamericana.

Ante semejante reto, sin embargo, los republicanos han obtenido una victoria agridulce con unos resultados decepcionantes.

Se trata de los peores resultados cosechados en unas midterm durante el primer mandato de un presidente por parte del partido de la oposición desde el año 2002.

Entonces, además, los resultados estuvieron marcados por los ataques terroristas del 11 de septiembre del año anterior. Así, sin contar los comicios de 2002, hay que remontarse hasta 1974 para ver unos resultados tan pobres para la oposición (o tan buenos para el incumbente).

Los republicanos, no obstante, obtendrán el control de la Cámara de Representantes aunque con menor holgura de la prevista, pues aún les falta apenas un escaño para obtener la mayoría –escaño que, previsiblemente, obtendrán cuando finalice el recuento de votos–.

El Senado, en cambio, seguirá controlado por el Partido Demócrata y todo apunta que con mayor firmeza que antes.

Hasta estos comicios, ambos partidos poseían el mismo número de escaños (50-50), aunque la presidenta de la Cámara y vicepresidenta del país, Kamala Harris, rompe el empate a favor de los demócratas con su voto. Ahora, los Demócratas pueden aumentar su ventaja a 51-49 si el recuento pendiente finaliza en su favor.

En cuanto a las elecciones gubernativas, el Partido Republicano ha perdido, por ahora, dos estados mientras que el Demócrata ha ganado el mismo número.

Destaca la victoria del Partido Demócrata en tres estados cruciales para el partido como Michigan, Pennsylvania y Wisconsin.

Se trata de una cuestión crítica dado que el gobernador determinará la ley electoral estatal que se aplique en los comicios de 2024, un hecho determinante para la victoria de los demócratas que se hicieron con la presidencia en 2020 gracias a un escaso margen de ventaja en swing states como Georgia o Arizona.

De nuevo, a la dilación en el recuento de votos se le unen los problemas con las máquinas de votación en estados como Arizona, donde casi el 20 % de las máquinas han dado problemas en algunos condados y se estima que ha habido problemas en más de 60 centros de votación o colegios electorales solo en ese estado.

Todo ello contribuye a que, una vez más, se siembre la duda sobre el posible fraude electoral y la legitimidad de los resultados; duda razonable por otra parte a la vista de la mayor facilitad de manipulación del voto electrónico y el anticipado (que también ha sido protagonista en estos comicios con más de 42 millones de votos por correo), y de que, tal y como señala la literatura al respecto, hay una correlación directa entre la dilación en el recuento y la probabilidad de fraude.

Por último, son de especial interés las repercusiones que los resultados de ayer pueden tener sobre el Partido Republicano, pues ésta ha sido una cita electoral especialmente amarga para Donald Trump.

Muchos de los candidatos a los que había apoyado han perdido, en especial en las elecciones gubernativas, si bien es cierto que también entran muchos republicanos pro-Trump tanto en la Cámara como al Senado, donde destaca la victoria de J.D. Vance, autor de Hillbilly Elegy.

La gran noticia de la noche para el Partido Republicano fue la victoria aplastante de Ron DeSantis en Florida, donde el electorado ha premiado su liderazgo y capacidad.

Además, ha obtenido gran apoyo en condados históricamente controlados por el Partido Demócrata y ha crecido considerablemente entre los votantes hispanos, con casi el 70 % del voto de los cubanos y el 60 % de los puertorriqueños.

DeSantis nunca ha perdido unas elecciones y su figura política va en ascenso. Defendió una política anti-restricciones durante la pandemia pese a durísimas críticas desde Washington y el establishment político que, sin embargo, ahora recompensan los votantes de Florida, como también agradecen su non plus ultra a las políticas woke y su defensa de los menores y del derecho de los padres en el ámbito educativo ante el asolamiento del movimiento trans.

En este apartado, destaca también su decisión de eliminar el estatus especial que le permitía a Disney operar como un gobierno independiente en su parque temático en el área de Orlando a la vista de la deriva de la compañía en temas como la ideología de género y el movimiento LGBT.

Se trata, en definitiva, de un candidato formidable para tener en cuenta en las primarias republicanas de cara a las elecciones presidenciales de 2024.

Pese a la escueta victoria del Partido Republicano en la Cámara de Representantes, ésta va a ser determinante para ejercer de contrapeso al Ejecutivo y poner freno a alguna de las principales políticas impulsadas desde la Casa Blanca, que va a tener un menor margen de maniobra con gran parte del Congreso en manos de la oposición.

Asimismo, es previsible que la victoria republicana en la Cámara facilite la apertura de investigaciones sobre la gestión de la Administración Biden durante la pandemia de coronavirus, o sobre el escándalo de los negocios del hijo del presidente, Hunter Biden.

Por último, también es muy probable que los republicanos frenen, desde el Congreso, la intensidad de la ayuda militar estadounidense a Ucrania para hacer frente a Rusia, que no supondrá, en cambio, un giro radical de concepto a la vista de que en esta cuestión hay también una gran división en el Partido Republicano, donde el ala trumpista propone una postura de corte más aislacionista que no es compartida por el resto del partido.

Donde sí hay coincidencia, por el contrario, es en el interés por fiscalizar las partidas propuestas por Biden que bien resultan un derroche inaceptable —en especial en tiempos adversos en el plano económico—, bien van acompañadas de un paquete ideológico que el Partido Republicano quiere frenar en seco.

En definitiva, estas elecciones de mitad de mandato demuestran que, en Estados Unidos, ningún comicio es una contienda menor.

Estas elecciones han establecido el escenario de cara a las elecciones presidenciales y su resultado animará o disuadirá a presentarse a estos comicios a candidatos de enorme relevancia, como Donald Trump, que ayer anunció su candidatura a las elecciones presidenciales de 2024.

Se avecina tormenta en el tablero de juego político estadounidense, y todos debemos mirar con gran atención cómo juegan sus cartas Ron DeSantis, que todavía no ha anunciado su candidatura, y Donald Trump en unas primarias que serán una verdadera encrucijada para el Partido Republicano, así como lo que sucede en el Partido Demócrata, que busca desesperado un nuevo liderazgo que pueda hacer frente, con éxito, al que se erija vencedor de entre los republicanos.

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