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EE.UU y la Unión Europea han alertado de la escasez de armas en la OTANLu Tolstova

296 días de guerra en Ucrania

¿Están de verdad agotados los arsenales militares de la UE?

EE.UU. y, en la medida que sea posible, la UE seguirán entregando al ejército de Zelenski todo aquello que necesite en cada momento

En su meritoria lucha por dotar a la UE de un músculo militar del que carece, quizá Josep Borrell se haya dejado llevar por la retórica cuando, hace unos pocos días, aseguró que la unión «ha agotado sus arsenales militares» para dar apoyo a Ucrania frente a la invasión rusa.

Las declaraciones, seguramente efectuadas con el bienintencionado propósito de fomentar en Europa la necesaria conciencia de defensa, han provocado dos lecturas incorrectas y, seguramente, no deseadas por el veterano político español.

¿Está segura Europa?

En primer lugar, las reflexiones del alto representante han abierto una rendija que permite a la propaganda de Moscú arrojar incómodas dudas sobre la defensa de nuestro continente y, de paso, relativizar el fracaso de un Ejército ruso que, aunque se ha mostrado incapaz de derrotar al ucraniano en el campo de batalla, sí habría conseguido agotar en pocos meses los arsenales de los ejércitos europeos.

Vaya por delante que la defensa de Europa está en manos de la Alianza Atlántica, una organización muy competente desde el punto de vista militar. Es cierto que competente no es lo mismo que omnipotente.

En las últimas décadas, los países de la OTAN, ya sea con su propia bandera, con la de la Alianza o la de la ONU, a menudo han sido incapaces de encontrar soluciones militares para algunos de los conflictos en los que se han visto de grado o por fuerza involucrados.

Nadie parece haber conseguido todavía resolver la contradicción política que supone intentar exportar una paz basada en reglas de convivencia democráticas a pueblos que, como el afgano, no las desean… no al menos lo suficiente para luchar por ellas.

Cuando se trata de enfrentarse a ejércitos construidos según el modelo soviético, las fuerzas armadas de Europa y los Estados Unidos se han mostrado en las últimas décadas enormemente superiores

Sin embargo, la obvia incapacidad de Occidente para llevar su particular evangelio democrático a todos los rincones del mundo –una tarea en la que el poder militar es, en el mejor de los casos, una herramienta auxiliar– no debe hacernos olvidar que, cuando se trata de enfrentarse a ejércitos construidos según el modelo soviético, las fuerzas armadas de Europa y los Estados Unidos se han mostrado en las últimas décadas enormemente superiores.

Víctimas de la propaganda rusa, que insiste en presentar su invasión de Ucrania como una batalla contra Occidente, muchos ciudadanos europeos no se dan del todo cuenta de que ninguna de las armas que doblegaron a Milosevic o derrotaron en pocas semanas al Ejército iraquí ha sido puesta a disposición del Ejército ucraniano.

Quizá el lector recuerde haber visto en los telediarios de principios de siglo espectaculares imágenes de los misiles de crucero, aviones furtivos, helicópteros de ataque y carros de combate que convirtieron en agua de borrajas la hipotética «madre de todas las batallas».

Pues son precisamente esas armas decisivas, que la OTAN reserva para sí misma, las que dan seguridad a una Europa que, al contrario que Rusia, no necesita cobijarse bajo un paraguas nuclear para ver garantizada su libertad.

Si las tenemos en nuestros arsenales, ¿por qué entonces no darle a Ucrania todas las armas que necesita para defenderse de la invasión de su agresivo vecino?

Si las tenemos en nuestros arsenales, ¿por qué entonces no darle a Ucrania todas las armas que necesita para defenderse de la invasión de su agresivo vecino? Hay, al menos, dos buenas razones. La primera, el riesgo de escalada que supondría el que un Ejército ucraniano victorioso sintiera la necesidad de llevar la guerra al suelo ruso. La segunda, de orden práctico: los sistemas occidentales más sofisticados requieren militares occidentales para su empleo, y llevaría mucho tiempo formar a los ucranianos para que hicieran ese trabajo.

¿Peligra el apoyo a Ucrania?

Y eso nos lleva a la segunda cuestión. ¿Existen de verdad problemas logísticos que puedan comprometer el apoyo militar al Gobierno de Zelenski? Empecemos por determinar qué es exactamente de lo que estamos hablando: ¿Cuáles son las armas que se han entregado a Ucrania?

Inicialmente, el grueso de la aportación occidental consistió en armas de infantería, sobre todo misiles y cohetes antiaéreos y anticarro, de corto alcance pero sofisticados y eficaces. Con estos sistemas, disponibles en gran número, relativamente baratos y fáciles de reponer, el Ejército ucraniano ha inmovilizado a las fuerzas invasoras, les ha privado del imprescindible apoyo aéreo y las ha condenado a combatir en frentes estáticos.

¿Pueden agotarse las reservas de estas armas? Nunca sobra nada en la guerra, pero, por si sirve de ejemplo, en los EE.UU. es posible producir más de 6.000 misiles Javelin al año, lo que supone reponer en este período la práctica totalidad de los misiles suministrados a cuenta por el Ejército norteamericano. Existen, además, otros muchos sistemas parecidos, fabricados por otros países. Parece, pues, mucho más probable que se acaben antes los blindados rusos.

La mayor parte del material ucraniano es de procedencia soviética

Una vez estabilizados los frentes, Ucrania ha necesitado armas para equilibrar la superioridad artillera de Rusia. En este caso, el problema logístico es algo más serio, porque la mayor parte del material ucraniano es de procedencia soviética y ha habido que buscar en los países del antiguo Pacto de Varsovia proyectiles que, en muchos casos, ya no se fabrican.

Aunque diversos gobiernos han entregado a Ucrania obuses occidentales de 155mm, la munición que existe para ellos es escasa –aquí sí encajan bien las declaraciones de Borrell– y, en algunos países, es necesario reabrir cadenas de producción ya cerradas para reponerla.

En el momento actual, cuando las imágenes de los misiles y drones rusos atacando objetivos civiles en las ciudades ucranianas conmueven al mundo, se abre una tercera fase en la que parece que lo más urgente es potenciar la defensa aérea del país invadido.

NASAMS y PATRIOT

Poco a poco, sistemas como el NASAMS y, en un futuro próximo, el PATRIOT contribuirán a cerrar en la medida de lo posible —ningún sistema tiene un 100 % de probabilidades de éxito— los cielos de Ucrania a los pocos misiles modernos que Rusia, aislada por las sanciones, sea capaz de producir.

Para cualquiera que vea los hechos con objetividad, parece pues obvio que no solo no peligra el apoyo a Ucrania, sino que, perdido el miedo a las amenazas militares o económicas de un Putin cada día más desprestigiado, los Estados Unidos y, en la medida que sea posible, también la UE, seguirán entregando al Ejército de Zelenski todo aquello que en cada momento necesiten para contener a los invasores... sin llegar a intervenir más allá de las fronteras acordadas con la Federación Rusa en 1994.

¿Tiene carencias militares la UE?

¿Cómo cabe interpretar entonces las declaraciones de Borrell? Es obvio, desde luego, que la UE no está lista para la guerra. Nadie lo está del todo, pero de un gigante político como es la Unión cabe esperar unas mayores capacidades operativas.

La falta de inversiones y, también, la miopía de los países europeos a la hora de diseñar los programas militares de cada uno para adaptarse a la conveniencia de su industria, más que a las necesidades de sus ejércitos o a las de la UE, lastran un esfuerzo colectivo cuyo resultado es muy inferior a la suma de sus partes.

Es la OTAN quien garantiza la defensa de Europa

Volveré a insistir en que es la OTAN quien garantiza la defensa de Europa. Pero en el concierto de las relaciones internacionales son necesarios todos los instrumentos, incluido el militar, y, más allá de la defensa colectiva cubierta por el tratado de Washington, no siempre vamos a querer tocar la misma música que los Estados Unidos.

Permita el lector que, ahora que estamos en pleno campeonato mundial, concluya con una metáfora futbolística. Si en el terreno militar la Unión Europea quiere jugar en la Champions League necesita un equipo competitivo en el que los fichajes más costosos –mando y control, inteligencia, transporte estratégico– los costeen entre todas las naciones. De lo contrario, al hacer la alineación, nos sobrarán defensas y nos faltarán los jugadores que de verdad hacen la diferencia.

Crea el lector todavía dolido por nuestra temprana eliminación que, si esto llegara a ocurrir, se perdería mucho más que un mundial de fútbol.