Estados Unidos
25 años después del escándalo de Mónica Lewinsky
Fue y es la becaria más famosa del mundo. Hizo lo que todas las becarias y algo más. Ese «algo más» fue lo que puso la Presidencia de Bill Clinton contra las cuerdas y al presidente demócrata en el banquillo de los acusados de un impeachment (moción de censura) insólito. Sexo, mentiras y cintas de vídeo del juicio mantuvieron a millones de personas pegadas ala televisión, hoy hace 25 años.
No, no parece que fue ayer, el tiempo ha dejado su huella en Mónica Lewinsky, Bill Clinton y de rebote, en Hillary Rodtham Clinton. Aquella jovencita de 22 años que se hizo famosa por estrechar relaciones con su jefe, bajo la mesa del despacho Oval, condicionó la historia de Estados Unidos.
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Clinton era uno de los presidentes más populares de los que había pasado por la Casa Blanca hasta que se destapo el caso Lewinsky. Aquella muchacha que hacía sus prácticas sin cobrar un centavo confesó sus actividades carnales con el hombre más poderoso del mundo.
El fiscal Kenneth Starr vio una presa política a tiro y fue directo a por ella. Bill Clinton originalmente negaría todo, pero los testimonios y la evidencia (en singular) le obligarían a reconocer finalmente que había mantenido «relaciones inapropiadas» con aquella muchacha de San Francisco.
«La evidencia»
«La evidencia» fue un vestido azul que la madre de Mónica Lewinski había guardado en el armario sin limpiar. La mujer sabía que aquella mancha era la prueba de ADN que podría confirmar que su hija y el presidente habían practicado sexo oral.
El escándalo sirvió para que Hillary Rodtham fuera motivo de burla de Trump durante la campaña donde no pocas feministas le reprocharon que se mantuviera junto al marido que la había engañado y puesto en evidencia.
Los detalles de aquella relación los contó Lewinsky en una entrevista de televisión donde, como haría en un libro posterior, insistiría en que pensaba que se trataba de amor y que nunca legaron a mantener relaciones sexuales completas.
Con escaso pudor llegó a describir los juegos y malabares que hacían incluso con los habanos que fumaba Clinton, una afición que parece no haber abandonado.
El presidente fue acusado de perjurio por negar lo que terminaría confesando con la prueba indiscutible del ADN.
Mónica Lewinski contrataría a Andrew Morton para que escribiera su biografía. El autor de la vida y confesiones de Diana de Gales se encontraba frente a otra historia de faldas escabrosa. En lugar de adulterios en la realeza tenían frente a sí las infidelidades del presidente de EE. UU. «Desprendía energía sexual», admitiría la becaria que hoy tiene 49 años.
El mundo entero conoció al detalle las intimidades de Clinton y Lewinski. El suceso fue fuente de inspiración de Beyonce en el tema Partition o Yoncé, pero no fue la única. La rapera Bebe Rexha también la mencionó con nombre y apellido en su sencillo No broken Hearts y hasta Daddy Yankee, entre otros artistas, la tuvo presente cuando compuso La ocasión. Como era previsible, tampoco faltó la correspondiente serie de televisión.
La ola Lewinsky arrasó con cualquier atisbo de vida privada para la muchacha a la que se le abría un horizonte laboral negro. Las ganancias obtenidas por la venta de sus exclusiva y el libro se las llevarían las cuentas de los abogados.
Más cerca del showbusiness que de su profesión, realizó algún cameo en programas de televisión, lanzó una línea de bolsos con la firma The Real Mónica, firmó contratos con empresas para comercializar productos de adelgazamiento, protagonizó un especial de HBO y«Mónica en blanco y negro».
Cuando la fama te precede
En 2005 abandonó sus emprendimientos, se mudó a Londres y en la capital británica se licenció en Psicología Social, pero sus dificultades para encontrar trabajo permaneçian. Su fama la precedía y las empresas no la querían ver entre los suyos. Lewinsky fue dando tumbos de un lado a otro tras una década de bajo perfil hasta que volvió a los medios de comunicación.
Perdí mi reputación y mi dignidad, lo perdí prácticamente todo y casi mi vida».Mónica Lewinsky
Escribió una columna en Vanity Fair bajo el titulo «Vergüenza y supervivencia» sobre su experiencia y las secuelas. En aquella publicación admitió: «Yo misma lamento profundamente lo que sucedió entre el presidente Clinton y yo. Permítanme decirlo de nuevo: yo, profundamente, lamento lo que sucedió». Entre otras razones, porque «en 1998 perdí mi reputación y mi dignidad, lo perdí prácticamente todo y casi mi vida».
Con la fiebre del Me Too Mónica Lewinsky adoptó el hastag del movimiento y se declaró la «paciente cero». Imposible escapar de su pasado quizás recuerde que tal día como hoy, hace 25 años, la web Drudge Report se hizo eco de lo que entonces eran rumores y tres días más tarde The Washington Post, publicaría su nombre y apellido en aquella relación que ella creyó que era amor, cuando Clinton hablaba de sexo.