Francia
El socialismo francés, hecho trizas
La formación antaño hegemónica en la izquierda francesa se debate entre una sumisión duradera a Mélenchon o recuperar su autonomía para ser de nuevo el eje dominante
En la noche del 19 al 20 de enero, el primer secretario saliente del Partido Socialista (PS), Olivier Faure, fue declarado vencedor de las primarias celebradas para renovar el cargo con un 51,09 % de los sufragios emitidos y una diferencia de 513 votos sobre su contrincante, el alcalde de Ruán, Nicolas Mayer-Rossignol. Este último se negó a reconocer el resultado oficial (su equipo sigue sin firmar el acta) y se proclamó vencedor, denunciando un fraude masivo que le habría perjudicado.
El fraude es evidente, aunque por ambas partes: constan en varias federaciones casos de urnas llenas de papeletas antes del inicio de la votación, de urnas sin sellar, de cajas de zapatos haciendo las veces de urnas, de secciones donde no se pedía el carnet de identidad a los militantes que acudían a votar, registros con más votantes efectivos que inscritos… En una sección, tuvieron que irrumpir dos policías para poner orden.
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Con todo, el verdadero problema del PS es más estratégico e ideológico que de pura aritmética electoral, siendo su dilema el seguir coaligado con el ecologismo radical y la izquierda extrema en el seno de la Nupes –acrónimo de Nueva Unión Política Económica y Social– o bien, intentar que el partido vuelva a ser eje y fuerza mayoritaria de toda la izquierda.
En Francia, con la excepción de las europeas, todas las elecciones se celebran a dos vueltas. Y entre ambas, hay que sumar apoyos
Faure encarna la primera opción y alega que la Nupes proyecta un nítido discurso de izquierdas –deseado por una mayoría de votantes, según sus cálculos– y protege al partido de venganzas procedentes de su propio bando, pues en Francia, con la excepción de las europeas, todas las elecciones se celebran a dos vueltas. Y entre ambas, hay que sumar apoyos.
Los críticos del primer secretario, empezando por Nicolas Mayer-Rossignol, alegan que en la Nupes el partido no es más que un mero comparsa –socio segundón, en el mejor de los casos– de La Francia Insumisa, la formación de izquierda extrema encabezada por Jean-Luc Mélenchon, el destructor del PS por su vertiente izquierda. Por la derecha, la tarea ha incumbido a Emmanuel Macron, que la ha ejecutado con éxito.
Desde el sector moderado también dicen que, de acuerdo a la experiencia de la V República demuestra, el poder solo se ha alcanzado cuando el PS ha sido la fuerza hegemónica de la izquierda. De ahí la necesidad de reconstruir una formación de corte socialdemócrata, reformista, dispuesta a llegar a acuerdos electorales y programáticos con el resto de las fuerzas de izquierda, pero desde la plena independencia orgánica.
Los defensores de este cambio estratégico vislumbran la posibilidad de empezar a aplicarlo antes de 2027: vaticinan que el macronismo ya se habrá desmoronado para las presidenciales de aquel año, a las que su jefe de filas no podrá concurrir. Entre los que apuestan por esta vía figuran el expresidente François Hollande –que no descarta un retorno– y el que fuera primer secretario del partido hasta 2017, Jean-Christophe Cambadélis.
Los barones territoriales
También se decantan por la línea de Mayer-Rossignol todos aquellos barones territoriales que no dependen de la Nupes: Hidalgo, el alcalde de Montpellier, Mickaël Delafosse o Carole Delga, la presidenta de Occitania, región que abarca al grueso del suroeste de Francia. En cambio, Faure puede contar con el apoyo de todos aquellos que gobiernan sus municipios o regiones atados de pies y manos por la Nupes, empezando por la alcaldesa de Nantes, Johanna Rolland.
Un caso singular es Estrasburgo, municipio que el PS ha gestionado con supremacía durante un cuarto de siglo: ahora se da por satisfecho siendo el socio menos importante de la alianza encabezada por la ecologista radical Jeanne Barseghian. Como tampoco a la dirección actual le importa mucho que un partido con vocación mayoritaria solo disponga de una treintena de escaños en la Asamblea Nacional. ¿Será el congreso de Marsella el último del PS antes de una escisión? Algunos analistas lo auguran.