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Funcionarios de la Comisión Electoral Nacional Independiente preparan las elecciones presidenciales del 25 de febreroAFP

Nigeria

¿Por qué son importantes las elecciones de Nigeria, el país más poblado de África?

Nigeria, con una importante población cristiana, elige presidente en medio del desafío del terrorismo yihadista

Nigeria, con más de 213 millones de habitantes, eligirá mañana en unas competitivas elecciones al sucesor del presidente Muhammadu Buhari –en el poder desde 2015– que se retirará del cargo tras agotar su segundo mandato consecutivo de cuatro años permitido por la Constitución.

Según la Comisión Electoral Nacional Independiente (INEC), casi 93,5 millones de personas están registradas para votar en más de 176.800 centros electorales repartidos por todo el país.

Dieciocho candidatos compiten en esta carrera presidencial, pero las encuestas señalan que sólo tres tienen posibilidades reales de vencer: el musulmán Bola Tinubu, candidato del gubernamental Congreso de Todos los Progresistas (APC); Atiku Abubakar, del Partido Democrático de los Pueblos (PDP); y el cristiano Peter Obi, del Partido Laborista (PL).

Principales candidatos

Tinubu, aspirante del APC de 70 años, conocido como el «padrino de Lagos», prometió mejorar la economía del país, acabar con los problemas de inseguridad, impedir el malgasto de los fondos públicos y terminar con los subsidios de combustible.

Por su parte, Abukakar, empresario de 76 años y principal rival de Tinubu, aseguró «un país pacífico con una economía boyante, la mejor educación posible para nuestros hijos, y gobiernos locales con los recursos que les corresponden».

El tercer candidato más popular, Obi, de 61 años, escribió vía Twitter que «el cambio que buscamos traer lo abarcará todo. Nosotros traeremos de vuelta el patriotismo y el orgullo nacional».

Sus discursos atraen a muchos votantes jóvenes –en un país donde la edad media es de 18 años–, pero no cuenta con el apoyo de un influyente partido político y aún no está claro su nivel de popularidad en las zonas rurales.

Además de votar al presidente, los nigerianos elegirán a los 469 legisladores de la Asamblea Nacional: 109 del Senado y 360 de la Cámara de Representantes.

El próximo presidente de Nigeria debe conseguir para ganar los comicios, aparte de la mayoría de los votos, más de una cuarta parte de los sufragios emitidos en al menos dos tercios de los 36 estados del país.

Pero si ningún candidato cumple esos requisitos, las elecciones se repetirán antes de que pasen 21 días con los dos aspirantes que hayan cosechado más votos.

Medidas de seguridad

Para impedir que ataques de los grupos armados que asolan el país trunquen el proceso electoral, el inspector general de la Policía nigeriana, Usman Alkali Baba, anunció la semana pasada el despliegue de más de 310.900 agentes de seguridad por toda Nigeria.

Además, cerca de 100 observadores electorales de la Unión Europea liderados por el europarlamentario irlandés Barry Andrews supervisarán los comicios; así como observadores de la Unión Africana dirigidos por el expresidente keniano, Uhuru Kenyatta.

Desafíos para el nuevo Presidente

El próximo Presidente heredará un país sacudido por una inflación galopante y una elevada tasa de desempleo, pese a que Nigeria se alza como la principal productora de petróleo del continente.

El Banco Mundial destacó que, en la actualidad, alrededor de 83 millones de nigerianos viven por debajo de los umbrales de la pobreza.

A este problema se suma la presencia de grupos terroristas como Boko Haram o el Estado Islámico en la Provincia de África Occidental (ISWAP), que tienen sus bases en el noreste de Nigeria.

«Miles de personas han muerto y miles de personas han tenido que abandonar sus hogares. El país ha gastado miles de millones de dólares para luchar contra los terroristas, pero por el momento se han conseguido escasos resultados», lamenta Isaac Olawale, profesor de Paz y Conflictos de la Universidad de Ibadán .

Para Olawale, esta «atmósfera de violencia» supone un «gran peligro» para la democracia de Nigeria, restaurada en 1999 después de las dictaduras militares que imperaron desde 1966, con el paréntesis democrático de 1979 a 1983.

Conflicto en vísperas de las elecciones

Un portavoz de las Fuerzas Armadas informó ayer de que el Ejército de Nigeria ha matado al menos a 27 presuntos miembros de los grupos yihadistas Boko Haram y el Estado Islámico en la Provincia de África Occidental durante las últimas dos semanas.

«Nuestras tropas neutralizaron a 27 terroristas y arrestaron a 18 proveedores logísticos de Boko Haram y el ISWAP», dijo uno de los portavoces del .

El portavoz del Ejército nigeriano, Musa Danmadami, declaró en una rueda de prensa en Abuya que, durante el mismo periodo de tiempo, 20 civiles secuestrados por los grupos terroristas fueron rescatados y 252 yihadistas y sus familiares se entregaron a las autoridades.

El noreste de Nigeria sufre la violencia de Boko Haram desde 2009, que se agudizó a partir de 2016 con la aparición del ISWAP.

Ambos grupos buscan imponer un Estado de corte islámico en Nigeria, país de mayoría musulmana en el norte y predominantemente cristiano en el sur.

Trasfondo del enfrentamiento norte-sur

Pero la imposición de la religión no es más que la respuesta a un trasfondo político: la lucha por territorios y recursos naturales.

La sequía y los conflictos entre la población arrasó con las tierras fértiles del norte, donde los musulmanes viven del pastoreo.

Esta pérdida de recursos que les impide desempeñar sus labores rutinarias llevó a los habitantes del norte a buscar nuevas tierras en el sur, lo que fue aprovechado por grupos armados para desplazar a las comunidades cristianas que viven de la agricultura en el sur del país.

Con este pretexto, los atentados contra la comunidad cristiana están a la orden del día en el país de África Occidental.

El ataque más reciente se produjo hace un mes, en el que un catequista fue secuestrado a manos de un grupo de delincuentes.

Según varios testigos, estos delincuentes dispararon para abrir la puerta de la casa donde se encontraba la víctima, y tras un intento fallido de llevarse al sacerdote, tomaron al catequista como rehén.

En enero de este mismo año, otro sacerdote murió a manos de hombres armados que prendieron fuego a su residencia, situada en el centro-norte de Nigeria.

Otro sacerdote que se encontraba en el lugar de los hechos resultó herido al recibir un disparo mientras intentaba escapar.