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Manifestaciones en Georgia contra el gobierno por sus posturas prorrusasAFP

380 días de guerra en Ucrania

Georgia y Armenia, los dos fuegos que amenazan con incendiar el patio trasero caucásico de Rusia

La rebelión popular contra el gobierno prorruso de Georgia y la decisión de Armenia de marcar distancia con Moscú, amenazan con restar poder al Kremlin en el espacio postsoviético

El patio trasero de Rusia se revuelve cada vez más en medio de las inestabilidades llegadas de Ucrania.

Si el pueblo georgiano se rebeló la semana pasada contra su gobierno prorruso y logró derribar la autoritaria ley de agentes extranjeros, Armenia ha dado un paso más en su decisión de apartarse, desencantada, de su «protector» ruso y emprender una nueva estrategia de acercamiento a occidente para tratar de lograr la paz con Azerbaiyán.

El «Maidán» georgiano

La historia de Georgia y Ucrania respecto a sus relaciones con Rusia han transcurrido de forma paralela.

De hecho, la historia reciente de Georgia ha servido de advertencia de los que se avecinaba en Ucrania.

En 2003 la llamada «Revolución de las Rosas» derribó el régimen corrupto de la Georgia postsoviética y llevó al país a un acercamiento sin precedentes a la Unión Europea y a la OTAN.

El artífice de aquella revolución democrática y liberal, Mijeil Saakshvili, ejerció de presidente durante dos períodos entre 2004 y 2013.

Sus reformas contra la corrupción y su decidida voluntad de cortar amarras con Rusia y el pasado postsoviético e integrarse en la Unión Europea no gustaron en el Kremlin.

Al igual que ocurrió en Ucrania tras el derrocamiento del presidente prorruso Viktor Yanukovich, con la excusa de proteger a la población prorrusa, el entonces primer ministro ruso Vladimir Putin ordenó la invasión de Georgia y la ocupación militar de las regiones de Abjasia y Osetia del Sur, ocupación que sigue en curso con la permanente amenaza de la anexión.

Desde entonces, el Kremlin emprendió una guerra híbrida contra el gobierno prooccidental de Saakshvili hasta lograr su derrocamiento y el regreso de un gobierno prorruso a Georgia que no dudó en encarcelar al expresidente y ceder ante el Kremlin en la cuestión de Abjasia y Osetia del Sur.

El actual partido en el poder Sueño Georgiano, actúa como un títere del Kremlin, aunque mantiene una postura ambigua respecto a la Unión Europea consciente de que la población georgiana, al igual que la ucraniana, es aplastantemente europeísta.

De hecho, el gobierno georgiano presentó su candidatura oficial al ingreso en la Unión Europea el pasado febrero de 2022, solicitud que fue rechazada.

Con su mayoría parlamentaria, Sueño Georgiano controla tanto al primer ministro, Irakli Garibashvili, como a la presidenta Salomé Zurabishvili.

Sin embargo, sigue sin contar con la aprobación del pueblo, como ha quedado demostrado en las protestas.

Con la ley de agentes extranjeros, Sueño Georgiano pretendía alinear su legislación aún más con la de Moscú.

No le ha salido bien. La toma de las calles y de las instituciones políticas por parte de más de 100.000 georgianos con banderas de la Unión Europea obligó al parlamento a rechazar la ley y a liberar a los 130 manifestantes detenidos en un ineficaz intento de calmar las aguas.

Parece que no es suficiente. La oposición sigue decidida a derrocar al régimen de Sueño Georgiano y retomar el camino hacia la Unión Europea.

Desde el Kremlin se ha reaccionado con amenazas. El ministro de Exteriores, Sergei Lavrov, acusó a occidente de estar detrás de las protestas y aseguró que se trata de un golpe de Estado.

Armenia se siente traicionada

El caso de Armenia es quizás más llamativo. Al igual que Georgia, el país navega entre las aguas occidentales y las rusas.

La guerra con Azerbaiyán en 2020 por el control del enclave de Nagorno-Karabaj echó al país en brazos de Moscú a la búsqueda de un aliado poderoso que pusiera fin a las pretensiones de Azerbaiyán y Turquía de expulsar a las fuerzas armenias de su enclave.

Sin embargo, tres años después de la intervención de las tropas rusas como garantes del alto el fuego y de una solución pacífica, la decepción con Rusia se ha instalado en Armenia.

Las tropas rusas no sólo no han dado un apoyo contundente a Armenia, sino que no han impedido que los azeríes corten el único paso que une el Karabaj con Armenia, provocando un bloqueo que ha puesto al enclave al borde de la crisis humanitaria.

El motivo es la negativa de la OTSC a apoyar a Armenia en su conflicto con Azerbaiyán. El pasado mes de enero, Armenia rechazó acoger los ejercicios militares de la organización en su territorio, maniobras que, finalmente, se celebrarán en Kirguistán.

El último movimiento que muestra este alejamiento fue la decisión del gobierno armenio de renunciar a su vicepresidencia en la organización como forma de protestar por la falta de respaldo y por el acercamiento de varios países de la OTSC a Azerbaiyán.