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Imagen de Pedro Sánchez en la cumbre de la OTAN

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Alianza Atlántica

Sánchez niega que aspire al puesto, pero ¿qué posibilidades tiene de ser secretario general de la OTAN?

El principal valedor de la Alianza Atlántica, Estados Unidos, no se termina de fiar del presidente del Gobierno, aunque este hace buena letra con su relación con Marruecos

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha negado que se esté planteando si quiera postularse a secretario general de la Alianza Atlántica. Un puesto que se quedará vacante el próximo 30 de septiembre, una vez que el noruego Jens Stoltenberg caduque su mandato. Sánchez ha calificado de «bulo» las informaciones que se han ido dando esta última semana sobre su posible candidatura.

«Desgraciadamente, los medios que han vertido horas de tertulia e incluso páginas diciendo que adelanto las elecciones porque quiero ser secretario general de la OTAN no van a utilizar ese espacio para desmentirlo, pero es un bulo», declaró el presidente ayer, durante una comparecencia conjunta con su homólogo sueco, Ulf Kristersson.

Precisamente y como el propio Sánchez ha recalcado, el adelanto electoral, al 23 de julio, que anunció el presidente tras la debacle del PSOE en las elecciones autonómicas y municipales del 28 de mayo, ha avivado los rumores. Sánchez ha querido acabar con el ruido, pero igual que negó que pactaría con Bildu o que con Podemos en el Gobierno no podría estar tranquilo, su negativa en este asunto podría ser susceptible de cambios.

Pero, de postularse, ¿tendría realmente Sánchez posibilidades de relevar a Stoltenberg al frente de la OTAN?El mes de julio se presenta repleto de citas de gran calado y que pueden catapultar el perfil internacional de Sánchez. El 1 de julio, España ejercerá la Presidencia del Consejo de la Unión Europea, además también se celebrará, el 17 y 18 de ese mismo mes, la cumbre con la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), precisamente, impulsada por España. Un buen escaparate para Sánchez.

La cita más importante, sin duda, es la cumbre de la OTAN, que tendrá lugar en Vilna (Lituania), los días 11 y 12 de julio. Sánchez necesita un plan B, y qué mejor que suceder a Stoltenberg al frente de la Alianza Atlántica. El presidente cuenta con varios puntos a favor en este sentido. Sánchez ha sabido explotar su perfil más internacional durante los cuatro años que ha sido presidente del Gobierno, además de hablar inglés y francés.

A pesar de que las negociaciones para nombrar a un nuevo secretario general de la Alianza se llevan a cabo entre bambalinas, existen ciertas reglas no escritas que suelen cumplirse. La tradición de alternancia geográfica implica que ahora sea el sur de Europa el que ostente la batuta de la organización, ya que los dos últimos secretarios generales han sido nórdicos, Stoltenberg, noruego, y su antecesor, Anders Fogh Rasmussen, danés.

Otra de estas normas, y que también se suele respetar, es que el elegido haya sido, preferiblemente, presidente o primer ministro. Aunque existen excepciones, como fue el caso de Javier Solana, los dos últimos secretarios han sido jefes de Gobierno en Noruega y en Dinamarca.

«Sánchez tiene posibilidades», opina Antonio Alonso Marcos, profesor adjunto de la Universidad CEU San Pablo. «La preparación que necesita es tener don de gentes, manejar bien los idiomas y seguir la agenda que le marcan», señala Alonso. El experto en Relaciones Internacionales, sin embargo, plantea otra cuestión, si Sánchez es finalmente secretario general de la OTAN, «¿cuánto le costaría a España?».

Alonso explica que las negociaciones entre los diferentes Estados miembros para determinar un candidato son arduas y conllevan concesiones. En este caso, el profesor plantea que el supuesto más grave, con Sánchez en el medio de estas conversaciones, sería la compensación de Estados Unidos al presidente del Gobierno por su cambio de postura respecto al Sáhara Occidental y su política seguidista con Marruecos.

El Gobierno español, apunta el experto, ha cedido ante el reino alauí en lo relativo al «espacio aéreo, al subsuelo de Canarias o a la plataforma continental canaria». Ante esta postura «el gran hermano de Marruecos, que es Estados Unidos, se lo compensaría a Pedro Sánchez con el cargo, no a España», explica Alonso.

El profesor del CEU recalca que es un prestigio que un español esté al frente de la OTAN, pero no si «nos cuesta, por ejemplo, que cada vez exista más la retórica de que Ceuta y Melilla son ciudades marroquíes». Marruecos, con el respaldo de Estados Unidos, se ha vuelto más beligerante en torno al Sáhara Occidental, así como en sus referencias a las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla.

La prensa marroquí suele referirse a las ciudades españolas como «marroquíes o ciudades ocupadas». El ministro de Exteriores, José Manuel Albares, ha tenido que salir a aclarar, nuevamente, que «las fronteras españolas, incluidas Ceuta y Melilla, están internacionalmente reconocidas».

El Ejecutivo de Sánchez confiaba que, tras el reconocimiento de la soberanía marroquí sobre el Sáhara, Rabat aflojaría en su ofensiva diplomática, pero calculó mal. Sánchez rompió con un consenso histórico sobre el Sáhara, una región con la que España tiene especial responsabilidad por haber sido una provincia española.

A cambio, puede que este seguidismo le haya servido para ganar puntos de cara a una ardua batalla por llegar a ser secretario general de la OTAN y ganarse la confianza del principal valedor de la organización, Estados Unidos. Aunque, aún así, Sánchez lo tiene complicado, ya que fuentes diplomáticas han revelado que Washington no se fía de él, y sin el visto bueno del país norteamericano no existe discusión.

Además, el nombre del presidente español no es el único que suena. Sánchez se enfrenta a candidatos de sólida presencia como puede ser el caso del ministro de Defensa del Reino Unido, Ben Wallace, o un perfil femenino –siendo la primera vez que una mujer está al frente de la Alianza– como Mette Frederiksen, primera ministra de Dinamarca, Maja Kallas, de Estonia o Sanna Marin, ex primera ministra de Finlandia.

La cumbre de julio en Vilna será clave para conocer realmente con qué opciones cuentan los candidatos y si realmente la Alianza Atlántica esperará más allá 23 de julio, una vez conocidos los resultados de las elecciones españolas, para pronunciarse sobre el sucesor de Stoltenberg, al frente de la OTAN, en un momento decisivo para la organización, con la guerra de Ucrania como prioridad.

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