El Debate responde
Estados Unidos y China tensan la cuerda: ¿Hay riesgo de guerra? Cinco expertos opinan
¿Es posible un conflicto convencional? ¿La opción nuclear es factible? ¿Qué puede desencadenar ese choque de titanes? ¿Es por la economía, el poder político, militar o la hegemonía planetaria?
Las relaciones entre China y los EE.UU., las dos grandes potencias del futuro cercano, son necesariamente tensas porque escenifican el enfrentamiento entre dos modelos de sociedad. La competencia es inevitable, y la pregunta inmediata es si se mantendrán dentro de las reglas del juego de la diplomacia. Bajo estas líneas, cinco expertos opinan.
Almirante Juan Garat (R)
Se equivoca quien, sin más argumento que el análisis histórico, asegura que las disputas entre ambas naciones terminarán en un conflicto bélico.
Pero, ¿es posible un conflicto bélico limitado, de carácter convencional? Del centenar y medio –es un decir– de motivos de disputa entre las dos potencias, algunos de carácter tan folklórico como fueron los globos espía, solo hay, hoy por hoy, dos posibles casus belli.
El primero, muy dudoso, está el mar de China Meridional, donde Pekín quiere apropiarse de dos archipiélagos –Paracel y Spratly– disputados por otros países de la zona. Aunque su valor es escaso, generarían derechos económicos sobre enormes superficies marítimas. El segundo, mucho más preocupante, es Taiwán, la gran isla que Pekín considera suya y que ha recibido ciertas garantías de los EE.UU. de que acudirá en su defensa si China decide imponer su soberanía por la fuerza.
Para China el momento no es el apropiado. Su Marina de Guerra está creciendo, pero aún es muy inferior a la norteamericana
¿Puede Taiwán provocar una guerra convencional? Quizá, pero no ahora. Para China el momento no es el apropiado. Su Marina de Guerra está creciendo, pero aún es muy inferior a la norteamericana. Recuerde el lector que la sexta parte de esa distancia —que eso es lo que mide el Canal de la Mancha en su parte más estrecha— fue capaz de disuadir a alguien tan osado como Adolf Hitler.
Florentino Portero (Dir. Instituto Política Internacional)
Las razones que se encuentran detrás de esta tensión son de sobra conocidas: ocupación de islotes en el mar de la China Meridional, violación sistemática por parte del Gobierno de Pekín del respeto a las patentes ajenas, ataques informáticos a distintos estados con el ánimo de amedrentar o conocer sus vulnerabilidades, intervención en campañas electorales de otros países, generación de relaciones de dependencia con otros estados, estrecha colaboración con regímenes antidemocráticos que suponen una amenaza para Occidente, íntima colaboración con Rusia… A fin de cuentas una política, la china, dirigida a poner fin a lo que resta de orden liberal.
No estamos, como podemos leer en medios izquierdistas, ante una paranoia estadounidense
No estamos, como podemos leer en medios izquierdistas, ante una paranoia estadounidense. Tanto la Unión Europea como muchos países del «sur global» realizan análisis semejantes.
Esa creciente preocupación se basa en dos percepciones. La primera hace referencia a Estados Unidos, cuya fractura política resta capacidad de consenso y continuidad en lo que debería ser una estrategia nacional.
Demócratas y republicanos coinciden en lo fundamental, pero difieren en la forma de actuar. El resultado es una política tan altisonante como incoherente. La segunda trata de la cohesión y firmeza china. Ellos sí tienen una estrategia y, conscientes de que el tiempo juega a su favor, tensan la cuerda en la confianza de que dividirán al bloque occidental y restarán autoridad a estos en el resto del planeta.
Mientras tanto, el riesgo de que se produzca un incidente en el estrecho de Taiwán, un espacio muy sensible para China en el que los norteamericanos han actuado imprudentemente, alarma. Nadie se engaña sobre las gravísimas consecuencias que podría tener.
Antonio Alonso (profesor de RR.II.)
La guerra siempre es una opción, pero generalmente no es la primera, ni la más deseable. Más que un enfrentamiento bélico, se ven ya materializadas algunas operaciones de guerra económica. Este tipo de g. e. se lleva de manera más soterrada, con decisiones menos llamativas, pero que tienen como objetivo afectar o dañar a la economía de otros países. Eso se puede hacer de muchas maneras, como por ejemplo haciéndole dependiente de algún producto concreto tuyo (los microchips, por ejemplo), o bien controlando las cadenas de suministros o algunas rutas comerciales.
El actual foco de tensión del escenario geopolítico global no está en Europa. Está en China
Sin lugar a dudas, el actual foco de tensión del escenario geopolítico global no está en Europa, está en China, en el mar del sur de China, más concretamente, y en el Pacífico.
Se puede comprobar fácilmente cómo a lo largo de toda la Historia los imperios han surgido y se han hundido, dejando paso a otros con mayor pujanza. Pocos analistas discrepan con el hecho de que China está tomando la delantera en muchos campos y EE.UU. está de retirada. La pregunta es si EE.UU. cederá su puesto sin ofrecer resistencia o si plantará cara al oponente (como es normal y previsible) y si lo hará por medios militares.
Todo el mundo da por sentada esa posibilidad pero rezan para alejarla lo más posible. Ucrania solo ha servido para distraer la atención del foco importante y para poner sobre la mesa como actuarían EE.UU. y la UE en caso de iniciarse un conflicto bélico con China.
Ramón Pérez Maura (Dir. de Opinión)
Las posibilidades de una confrontación muy hostil entre China y Estados Unidos son muy elevadas. Pero no es nada probable que veamos guerra de modelo clásico, como la que estamos viendo en el teatro centroeuropeo entre Rusia y Ucrania.
Ese tipo de conflicto entre dos superpotencias como Estados Unidos y China, con un inmenso océano por medio, no es nada probable. Pero cada vez son mayores las opciones de guerras cibernéticas y otros ataques diseñados para conflictos de la nueva generación de armas más sofisticadas.
Esta posibilidad se acrecienta por la incertidumbre política que se cierne sobre Estados Unidos, con un presidente octogenario y una alternativa no mucho más joven, pero sí más «inestable». Claro que, la actitud de Trump en su primer mandato fue la de abrazarse a todos los dictadores imaginables. La pregunta es si podrá mantener ese planteamiento tras una posible agresión china. Y más con la cantidad de pruebas que ya hay de que la covid efectivamente salió de Wuhan, como se sospechó desde el principio.
Aquilino Cayuela (experto en RR.II.)
En el plano práctico, Xi Jinping ha centralizado el poder en China de un modo sin precedentes. Xi está convencido de que el autoritarismo es una forma de gobierno superior a la democracia. Tiene, además, un proyecto alternativo para un nuevo orden mundial, basado en el marxismo – leninismo, y ha llegado a la conclusión de que sus predecesores han sido débiles en su política internacional.
Estados Unidos ha dado muchas razones a los dirigentes chinos para frenar su crecimiento hegemónico
Estados Unidos ha dado muchas razones a los dirigentes chinos para frenar su crecimiento hegemónico, pero, a estas fechas es poco probable que estas acciones frenen a Xi para cambiar la senda de desarrollo de su país y su influencia en el llamado «Sur Global».
La guerra de Ucrania y la crisis entre Rusia y Occidente fortalece, además, su posición internacional, mientras que debilita la robustez de EE.UU. en su primacía en el orden internacional.