Ludovic Vigogne, corresponsal político
«Macron toma decisiones que ni su entorno entiende»
Ludovic Vigogne, corresponsal político del digital L'Opinion y autor de un documentadísimo ensayo sobre el difícil primer año del segundo mandato del presidente Macron afirma a El Debate que, al día siguiente de su reelección, «se encontró con una hoja en blanco»
Escribe en su libro que las opciones retenidas por Emmanuel Macron tras su victoria del año pasado fueron desconcertantes. ¿No era más bien el presidente el que estaba un poco desconcertado?
–Es una mezcla de ambas cosas. Es cierto que el presidente está a la vez desestabilizado y desconcertado, que toma decisiones que incluso cuesta entender a los que le rodean. Hay que darse cuenta de que Macron, durante todo su primer mandato, estuvo obsesionado con su reelección. Pensaba en ella a diario.
Sin embargo, no pensó en absoluto en lo que haría al día siguiente de esa reelección. Una vez asegurada su victoria, no pensó en absoluto a quién nombraría para el cargo de primer ministro ni cómo sería su nuevo Gobierno. No pensó en sus primeras acciones. Y así, al día siguiente de su elección, se encontró ante una hoja de papel auténticamente en blanco y decidió tomarse su tiempo para empezar a escribirla.
–¿Qué pasó en su cabeza?
–Es un momento de vacilación que dejará huellas, significará que no habrá impulso de cara a las elecciones legislativas. Y escribirá la hoja en blanco con decisiones que serán difíciles de entender y que revelarán hechos y malas opciones estratégicas.
–¿Por eso tardó tres semanas en nombrar a una primera ministra?
–Sí. Fue reelegido el 24 de abril, la primera ministra fue nombrada el 16 de mayo y el resto del Gobierno el 20, lo que significa que prácticamente no pasó nada durante un mes, Eso es es muchísimo tiempo. Y, de hecho, la elección de la de la primera ministra muestra claramente lo poco preparado que estaba, ya que en un principio iba a elegir a un político de derechas, procedente de las bases.
–Catherine Vautrin, presidenta de Área Metropolitana de Reims y antigua ministra de Jacques Chirac.
–Eso es. Tiene un perfil similar al de Jean Castex, el primer ministro saliente. Emmanuel Macron consideró que había un reparto muy complementario. Quiere repetir el mismo patrón. Y eligió a Catherine Vautrin a quien eligió. Se reunió con ella dos veces. Mantuvieron una larga conversación en la que le comunicó su llegada al cargo. Hablaron durante más de tres horas acerca de la composición del Gobierno y sobre cómo iban a trabajar conjuntamente. Catherine Vautrin pasó cuatro días preparándose. Empezamos a pensar en la estructura de sus equipos. Al final, no fue la elegida
–Será Elisabeth Borne...
–Una mujer de izquierdas con fama de tecnócrata y, por tanto, sobre el papel, exactamente lo contrario de Catherine Vautrin.
–¿Se debe a la presión del ala izquierda de la macronía?
–Exactamente. En primer lugar, se debe a la presión del ala izquierda de la macronía, que no acepta que por tercera vez la jefatura del Gobierno recaiga en alguien de Los Republicanos [Lr, partido de centro derecha fundado por Nicolas Sarkozy en 2015]. Y esta ala izquierda incluye a pesos pesados como el [entonces] presidente de la Asamblea Nacional. Esta ala izquierda [parlamentaria] cree que Emmanuel Macron, para su segundo mandato, debería recurrir a la cantera de sus fieles seguidores y elegir a alguien de izquierdas. También está François Bayrou, otro pilar de la mayoría [parlamentaria], que cree que Catherine Vautrin no tiene la envergadura para semejante misión.
–Sin olvidar a Alexis Kohler, el todopoderoso secretario general del Elíseo, ojito derecho de Emmanuel Macron.
–Que también cree que no es una muy buena elección y prefiere a Elisabeth Borne, con la que está acostumbrado a trabajar.
–¿Persiste el pulso entre las dos alas de la macronía?
–Sí, por supuesto. Esto ha sido una constante desde 2017. Continúa, lo vemos de nuevo hoy, a través del proyecto de ley de inmigración que no termina de ser discutido. Podemos ver claramente, y de nuevo, la influencia del ala izquierda de los apoyos de Emmanuel Macron, que fue elegido con la noción de superación [de derecha e izquierdas].
Pero está claro que, dentro de su mayoría, las nociones de izquierda y derecha nunca han podido ser superadas: se percibe sobre las grandes opciones, sobre las grandes cuestiones de antropología social en particular. Estas dos tendencias se dejan sentir regularmente y esto puede tener consecuencias sobre el ejercicio y la culminación de los proyectos. Si Emmanuel Macron tiene tantos problemas para sacar adelante su proyecto de ley sobre inmigración, es sin duda porque tiene una mayoría relativa, pero también porque dentro de su bando es un asunto muy divisivo.
–En cambio, la mayoría parlamentaria se ha mantenido firme durante el reciente y atribulado debate sobre la reforma de las pensiones.
–Absolutamente, porque es una cuestión económica. ¿Qué pasa con la economía? Que la cohesión es mucho mayor. Las diferencias se notan mucho menos. Lo es. Es una historia diferente cuando se trata de cuestiones regalianas, de soberanía y autoridad.
–¿Mas no cree que el precio a pagar ha sido demasiado alto?
–Por supuesto, el precio ha sido muy alto, pero al mismo tiempo, Emmanuel Macron entiende muy rápidamente que después de su reelección, debe hacer la reforma de las pensiones prueba de que todavía puede gobernar y que tiene margen de maniobra para reformar el país.
–¿Significa que este segundo mandato ya está hipotecado al cabo de un año? ¿Qué el «síndrome del segundo mandato» ya ha empezado?
–En general, de un segundo mandato, lo vimos con De Gaulle, con Chirac, y con Mitterrand, el presidente sale odiado por los franceses: éstos pueden tener la sensación de años perdidos, por lo que es aún más difícil. Un segundo mandato cuando no se tiene, mayoría absoluta, como es el caso de Emmanuel Macron –le faltan 40 escaños– es de una dificultad considerable: le obliga a negociar cada proyecto de ley, y eso amenaza la dimensión de su de su balance.
El hecho de que no tenga mayoría absoluta, de que no tenga vía libre, le obliga a negociarlo todo, y eso supone una complicación general, toda su acción cotidiana, y eso que en realidad está mejor que al principio de su mandato. Se veía que algo iba a ser muy complicado durante los próximos cinco años.
–Diecisiete mociones de censura en un año. ¿A la decimoctava, probablemente en otoño cuando se celebre el debate presupuestario?
–Es imposible predecirlo. Porque las cosas han sido previsibles hasta el momento, con la excepción de la moción de censura sobre las pensiones, que fue, yo diría, la gota que colmó el vaso: faltaron sólo nueve votos para que prosperase. Y las cosas han ido bien hasta ahora porque la mayor parte de Los Republicanos no han sumado sus votos a las mociones de censura. Pero es cierto que los accidentes pueden ocurrir en cualquier momento. Está claro que, en el día a día, la situación en la Asamblea Nacional es extremadamente abrasiva y explosiva, con situaciones a menudo muy tensas. La mayoría pierde con frecuencias votaciones sobre las enmiendas.
–Todo dependerá, pues, de Los Republicanos.
–Si, en algún momento, deciden presentar una moción de censura y toda la oposición se une a ella, entonces el gobierno podría caer.
–También se percibe que el presidente anda un poco desorientado en materia en internacional: sin ir más lejos, sus declaraciones sobre China y Taiwán fueron consideradas como inoportunas; como mínimo, malinterpretadas.
–Emmanuel Macron ya forma parte del «club» de los que han sido reelegidos y eso, en Europa, le da un prestigio particular: la membresía de ese «club» permite ganar peso político. Pero es cierto que, como ocurre a veces en Francia, en la escena nacional, ha habido pequeños comentarios que le han costado caro y que han sido muy mal recibidos por los franceses. Aunque fuera en la escena internacional, también hace a veces otros pequeños comentarios que generan polémica y le cuestan algunas plumas. Fue el caso de China y Taiwán. Y ha habido otros: de vez en cuando le debilitan. Estas pequeñas frases a veces le han debilitado. Le han debilitado mucho en el plano interior. También, a veces, en el exterior.
–Está sugiriendo que tiene más peso en la escena internacional que en la nacional.
–Sí y no, pero los presidentes franceses que son reelegidos desarrollan un verdadero tropismo por lo internacional. Les interesa y quieren dejar su huella. Además, conocen bien al personal internacional.