Submarino perdido Titanic
Tragedias inolvidables de submarinos bajo el mar
Desde que Julio Verne excitó nuestra imaginación con el capitán Nemo y sus 20.000 leguas de viaje submarino, las profundidades del mar han atraído siempre al ser humano y esa afición por sumergirse ha provocado muchos accidentes.
Desde que comenzó el milenio, en torno al año 2000 d.C., los accidentes con submarinos se han sucedido tanto en el Mundo occidental como en el oriental. Ocho se han hundido para siempre en el hemisferio Norte, otros seis en el Atlántico y tres en el océano Ártico. El noveno sumergible fue el K-429, que se reflotó y volvió al servicio activo
La mayor parte de los accidentes han tenido lugar en buques rusos y de EE.UU.
La mayor parte de los accidentes han tenido lugar en buques rusos y de Estados Unidos por dos razones: son los más abundantes y los que más tiempo navegan.
En agosto de 2000, el submarino ruso de clase Oscar II Kursk se hundió en el mar de Barents cuando una detonación provocó la explosión de media docena de torpedos. La segunda explosión fue equivalente a entre 3 y 7 toneladas de TN y fue lo suficientemente intensa como para registrarse en los sismógrafos de todo el norte de Europa. La explosión y la inundación por agua de mar a alta presión mataron a la mayoría de los 118 marineros del submarino.
23 sobrevivieron en la popa del submarino, pero a pesar de un esfuerzo de rescate internacional, murieron varios días después por un incendio repentino o asfixia por falta de oxígeno. La Armada rusa fue severamente criticada por los familiares de la tripulación fallecida por demorar la ayuda internacional que se le ofreció por miedo al espionaje y a dar una imagen de incapacidad.
Ehime Maru y el USS Greeneville
El 9 de febrero de 2001, el submarino estadounidense USS Greeneville golpeó y hundió accidentalmente un barco de entrenamiento de pesca de una escuela secundaria japonesa, Ehime-Maru, matando a nueve de los treinta y cinco japoneses a bordo, incluidos cuatro estudiantes, a (16 km) de la costa de Oahu. La colisión ocurrió mientras 16 civiles estaban a bordo del submarino estadounidense observando un simulacro de superficie de emergencia.
Una investigación naval descubrió que el accidente fue el resultado de barridos de sonar mal ejecutados, una búsqueda de periscopio ineficaz por parte del capitán del submarino, el comandante Scott Waddle, mala comunicación entre la tripulación y distracciones causadas por la presencia de los 16 invitados civiles a bordo del submarino.
La Armada y el comando de Greeneville fueron criticados por no intentar de inmediato socorrer a los japoneses del Ehime Maru
La Armada y el comando de Greeneville han sido criticados por no intentar inmediatamente socorrer a los japoneses del Ehime Maru que sobrevivieron a la colisión inicial. Olas de 2,4 a 3,7 metros y la condición de superficie parcial del submarino impedían la apertura de las escotillas de cubierta. Estas fueron las excusas del capitán.
La Guardia Costera de EE.UU. sí respondió directamente. Los sobrevivientes habían recurrido a balsas salvavidas desplegadas automáticamente desde el Ehime Maru.
En mayo de 2002, el submarino de investigación USS Dolphin de la Marina de los EE.UU. experimentó graves inundaciones e incendios frente a la costa de San Diego, California. El barco fue abandonado por la tripulación y personal civil de la Marina, quienes fueron rescatados por embarcaciones cercanas. Nadie resultó gravemente herido. Aunque severamente dañado, el barco fue remolcado de regreso a San Diego para su revisión.
Colisión del USS Oklahoma City
El 13 de noviembre de 2002, el USS Oklahoma City chocó con el buque cisterna de gas natural licuado Norman Lady de Leif Hoegh, al este del Estrecho de Gibraltar. Nadie en ninguno de los barcos resultó herido, y no hubo fugas de los tanques de combustible ni amenaza para el medio ambiente, pero el submarino sufrió daños en su periscopio y área de vela, y fue enviado a La Maddalena, Cerdeña, para reparaciones.
Su oficial al mando, el comandante Richard Voter, fue relevado de su mando el 30 de noviembre. Otro oficial y dos miembros de la tripulación alistados también fueron sancionados por incumplimiento del deber.
HMS Trafalgar
En noviembre de 2002, el submarino de clase Trafalgar de la Royal Navy, HMS Trafalgar, encalló cerca de Skye (Escocia), causando daños en el casco por valor de cinco millones de libras e hiriendo a tres marineros. Viajaba a 50 metros por debajo de la superficie y a más de 26 km/h cuando el teniente comandante Tim Green, estudiante del Curso de Comando de Submarinos, ordenó un cambio de rumbo que la llevó a las rocas en Fladda chùain, un islote pequeño pero bien cartografiado.
El papel de calco (utilizado para proteger las cartas de navegación) había ocultado datos vitales
Un informe emitido en mayo de 2008 indicó que el papel de calco (utilizado para proteger las cartas de navegación) había ocultado datos vitales durante un ejercicio de entrenamiento. Además, el oficial a cargo del ejercicio de entrenamiento no había estado rastreando la posición del submarino con todo el equipo disponible.
Los comandantes Robert Fancy e Ian McGhie fueron sometidos a consejo de guerra y reprendidos por el incidente.
Inundaciones del HMAS Dechaineux
El 12 de febrero de 2003, el HMAS Dechaineux, un submarino de la clase Collins de la Royal Australian Navy (RAN), estaba operando cerca de su máxima profundidad de inmersión segura frente a la costa de Australia Occidental, cuando estalló una tubería de agua de mar.
El agua de mar a alta presión inundó la sala de máquinas inferior antes de que se sellara la manguera. Se estimó que si la afluencia hubiera continuado durante otros veinte segundos, el peso del agua habría impedido que Dechaineux regresara a la superficie.
Otro buque de la Navy, el USS San Francisco, encalló a (560 km) al sur de Guam en 2005.
ARA San Juan
El 15 de noviembre de 2017 el submarino ARA San Juan desapareció de los radares con 44 tripulantes: 43 hombres y una mujer. En la última conexión habían advertido de problemas a bordo y de un fuego en uno de los paneles de control que habían logrado sofocar. El incidente habría forzado al buque a cambiar su hoja de ruta y dirigirse al Puerto de Mar del Plata desde las costas de Ushuaia, a unos 430 kilómetros de Comodoro Rivadavia, destino al que nunca arribó.
Los familiares de la tripulación se concentraron durante días, acusaron al gobierno de no cumplir con los controles de mantenimiento de la nave y le reclamaron que continuara la búsqueda del buque, suspendida tras 15 días.
18 países colaboraron y rastrearon la inmensa zona donde podría encontrarse la nave bautizada con el nombre, como es tradición en Argentina, de una de sus provincias. Las hipótesis sobre las causas del hundimiento del ARA San Juan se suceden hasta el día de hoy, pero la que adquiere más peso, dado las informaciones de la Armada, es que se produjo una explosión en el interior del submarino y éste cayó a plomo a las profundidades del océano.
Sin recuperar los restos
A finales del 2018, en concreto el 17 de noviembre, la Armada argentina confirmó que había localizado los restos del submarino (un amasijo de hierros) en el Atlántico sur, a unos 900 metros de profundidad y a 600 kilómetros de la costa patagónica de Comodoro Rivadavia. Nunca se pudo rescatar. «Es imposible, no existe la tecnología adecuada», lamentó el por entonces ministro de Defensa, Oscar Aguad.
Los accidentes de submarinos no son algo extraordinario, pero sí trágico pues suceden en los mares que cubren la mayor parte del planeta.