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Ukraine's President Volodymyr Zelensky attends the celebration of a special mass at the Patriarchal Church of Saint George in Istanbul, on July 8,2023. (Photo by OZAN KOSE / AFP)

Volodmir Zelenski promete venganza por los bombardeos a Odesa donde una emblemática iglesia ortodoxa quedó derruidaAFP

515 días de guerra en Ucrania

Zelenski masca su venganza por los ataques rusos a Odesa

Kiev prometió este domingo «represalias» mientras Vladimir Putin no parecía darse por aludido y aseguraba que la contraofensiva ucraniana «ha fracasado».

Zelenski ni olvida ni perdona. Las cinco noches consecutivas de bombardeos a Odesa con daños en edificios civiles, centros médicos y una emblemática iglesia ortodoxa, no le saldrán gratis a Putin. Al menos, eso es lo que anunció Ucrania.

El gobierno prometió este domingo «represalias» mientras Vladimir Putin no parecía darse por aludido o expresar alguna preocupación. Por el contrario, el jefe del Kremlin declaró que la contraofensiva ucraniana «ha fracasado».

El ministerio del Interior ucraniano informó de dos muertos y 22 heridos, entre ellos cuatro menores de edad.

Según las autoridades ucranianas, Rusia lanzó 19 misiles por tierra, mar y aire contra esta ciudad del mar Negro, fundamental para el tránsito marítimo en la zona. Nueve de esos proyectiles fueron derribados.

Misiles contra ciudades pacíficas, contra viviendas, contra una catedralZelenski, en protesta por el último bombardeo

«Misiles contra ciudades pacíficas, contra viviendas, contra una catedral», dijo el presidente Volodimir Zelenski. «Habrá represalias contra los terroristas rusos por lo ocurrido en Odesa», prometió.

La catedral ortodoxa

En los ataques fue bombardeada la catedral ortodoxa de la Transfiguración, construida originalmente en el siglo XVIII y situada en el centro histórico de Odesa, bajo protección de la Unesco. Los popes lograron rescatar iconos de entre los escombros dentro del dañado edificio.

Sólo quedó intacto el campanarioEl padre Miroslav

«Hubo un ataque directo a la catedral y quedaron dañados por completo tres altares», dijo el padre Miroslav, rector adjunto del templo. Según él, el edificio está «muy dañado por dentro», y «sólo quedó intacto el campanario».

El templo fue demolido en tiempos de Stalin en 1936 y reconstruido en los años 1990, tras la caída de la Unión Soviética. Ucrania calificó el ataque de «crimen de guerra» y apostilló que la catedral «fue destruida dos veces, por Stalin y por Putin».

Rusia echó la culpa de lo ocurrido en la catedral a las defensas aéreas de Kiev, y afirmó por otro lado haber alcanzado todos los objetivos marcados en Odesa.

El ejército ruso dijo haber atacado durante la noche «instalaciones donde se estaban preparando actos terroristas contra la Federación Rusa». Pero según los vecinos, los blancos fueron edificios residenciales.

«Aquí lo que tenemos son viviendas»; «nada militar», observa Tetiana, una mujer que regenta un salón de belleza.

Odesa ha sido repetidamente bombardeada desde que Rusia se retiró hace una semana del acuerdo que durante un año permitió exportar granos ucranianos a través del mar Negro.

Rusia alegó que no se había cumplido su exigencia de que se levantaran las trabas a sus exportaciones de alimentos y fertilizantes, y avisó de que tras esto ya no habría más «garantías de seguridad» en el mar Negro.

La contraofensiva ucraniana «ha fracasado», proclamó Putin. El ataque se produjo horas antes de una reunión en San Petersburgo entre el presidente ruso, Vladimir Putin, y su homólogo y aliado bielorruso, Alexander Lukashenko.

El encuentro, que durará finalmente dos días, es el primero entre ambos líderes desde que Bielorrusia medió para poner fin al motín de los mercenarios del grupo Wagner en Rusia, hace cuatro semanas.

Al comienzo de la cita, en el palacio Konstantinovski, el presidente ruso aseveró que la contraofensiva ucraniana emprendida a comienzos de junio para tratar de recuperar el terreno invadido por Moscú en el sur y el este «ha fracasado».

El bielorruso se refirió a su vez al grupo Wagner, al que ahora alberga en su territorio tras el acuerdo que puso fin a la rebelión del 24 de junio, el mayor desafío al poder de Putin según numerosos analistas.

Y lanzó un dardo a la vecina Polonia, inquieta de tener a los hombres de Wagner a las puertas de su frontera.

«Piden ir hacia el oeste, y me piden permiso (...) para ir de viaje a Varsovia, a Rzeszow», en territorio polaco, dijo Lukashenko a Putin, que le respondió con una sonrisa. «Pero por supuesto, los mantengo en el centro de Bielorrusia, tal y como acordamos», añadió el líder bielorruso. «Controlamos lo que está ocurriendo», insistió.

Los dos mandatarios saludaron luego juntos a una muchedumbre en Kronstadt, una ciudad situada en una isla en frente de San Petersburgo, y se tomaron fotos con algunas de las personas presentes.

Interrogado sobre las estrictas cuarentenas impuestas a su entorno y sus visitantes, que observó rigurosamente desde la pandemia, Putin respondió: «la gente es más importante que la cuarentena».

La víspera, Ucrania voló en un ataque con drones un depósito de municiones en Crimea, lo que obligó a evacuar población alrededor y a suspender el tráfico ferroviario en esta península anexionada por Rusia en 2014.

La muerte del periodista ruso Rostislav Zhuravlev, de la agencia estatal Ria Novosti, en un bombardeo ucraniano suscitó la ira del Kremlin, que prometió una «respuesta» a los responsables de ese ataque.

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