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Aquilino Cayuela

Hezbolá también amenaza gravemente a Israel

En estos años las milicias de Hezbolá han adquirido una considerable experiencia militar participando en las guerras de Irak, Siria y Yemen

Los dolientes asisten al funeral de dos miembros de Hezbolá en la aldea sureña de Khirbet SilemAFP

Para los servicios de inteligencia israelíes –entre los mejor entrenados, más dedicados y tecnológicamente avanzados del mundo– los ataques del 7 de octubre han supuesto un fracaso especialmente doloroso.

Todas las agencias de inteligencia fallan, llegan hasta donde llegan y los adversarios no cejan en tratar de vencerlas.

La ASN y la CIA no pudieron evitar el 11 S. Las evaluaciones erróneas de la CIA sobre el programa nuclear de Saddam en Irak desataron el conflicto. La convicción del servicio de inteligencia alemán (BND) de que Vladimir Putin iba de farol respecto a la invasión de Ucrania. La certeza de los tres servicios de inteligencia rusos de que las fuerzas ucranianas se retirarían rápidamente. Son claros ejemplos.

El fracaso es el precio de la Inteligencia que debe anticipar lo que hará un actor enemigo basándose en información incierta y a veces engañosa.

Creyendo que la amenaza de Hamás estaba contenida, Israel dedicó sus mejores capacidades técnicas y humanas a las amenazas mayores: Irán y, su franquicia en el Líbano, Hezbolá.

El fracaso no sólo se debe a fallos internos, sino que también puede ser provocado por un adversario experto en el engaño y dispuesto a utilizar tácticas antes inimaginables, como ocurrió en el atentado de las Torres Gemelas o estos brutales ataques en Israel.

Hamás, mantiene estrechos lazos con Hezbolá e Irán, su patrocinador. Irán está crecido y sus tentáculos internacionales han afianzado su alianza con Rusia, en la guerra de Ucrania, y llegan a movimientos y partidos políticos en Occidente, como ocurrió con Podemos y parte del conglomerado de extremistas que compone la izquierda de Sumar. No es, por tanto, nada extraño que esta facción del gobierno de España se niegue a condenar la barbarie terrorista con que se ha atacado al Estado de Israel.

Israel lucha legítimamente para recuperar el control de su territorio y liberar a sus ciudadanos

Ahora Israel lucha legítimamente para recuperar el control de su territorio y liberar a sus ciudadanos. Israel no tiene más remedio, en legítima defensa, que hacer algo que ha intentado evitar desde que se retiró de la Franja de Gaza en 2005: desplegar una invasión terrestre y una guerra total contra Hamás en su propio territorio.

Pero con esta guerra abierta en el sur, la inquietud se cierne sobre el norte: ¿qué hará Hezbolá? ¿Cómo frenar al grupo libanés que ha aprendido a lo largo de cuatro décadas de guerra contra Israel? El «Partido de Dios» puede llevar a un conflicto aún más devastador que podría escalar rápidamente hasta convertirse en una amplia guerra regional.

Israel, mientras concentra sus fuerzas en la Franja de Gaza, sabe bien que debe restablecer, la disuasión en el norte, para asegurarse de mantener a raya a Hezbolá.

Aunque Hezbolá es chií (como el régimen iraní) y Hamás es suní, ambos coinciden en su ferocidad, su radical e ideológico fundamentalismo islámico y su empeño en la aniquilación total de Israel. Todos los aspectos encajan con la estrategia de Teherán y por eso estos grupos son sus apoderados regionales.

Desde la década de 1990, Hezbolá comenzó a acoger a dirigentes de Hamás en Beirut; entrenó a sus combatientes en campamentos del sur del Líbano y del valle de la Bekaa, al este del país; subministró armas y material militar a la Franja de Gaza durante la Segunda Intifada (de 2000 a 2005). A principios de la década de 2010, las dos milicias ya eran estrechas colaboradoras.

Estas relaciones se enfriaron bastante en 2011 cuando Hamás eligió el bando suní contra el régimen del líder sirio de Bashar al-Assad, respaldado por Hezbolá e Irán. Pero la alianza se recuperó cuando la guerra civil siria empezó a remitir, sobre todo, cuando Yahya al-Sinwar asumió el liderazgo de Hamás en 2017. Este líder acercó posiciones con Teherán y su franquicia, Hezbolá. Desde entonces, la alianza se ha solidificado, y el Líbano se ha convertido en su centro de coordinación.

En 2018, Hamás reabrió sus oficinas políticas en Beirut y varios dirigentes de la organización terrorista se trasladaron allí. En 2021, Irán estableció allí una base de operaciones conjuntas asesorada con personal del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria iraní para llevar a cabo operaciones militares, de inteligencia y terroristas contra Israel.

En estos años las milicias de Hezbolá han adquirido una considerable experiencia militar participando en las guerras de Irak, Siria y Yemen. Los analistas de inteligencia consideran que para Hamás ha sido decisivo en este ataque la experiencia y la ayuda de Hezbolá en inteligencia, contrainteligencia, seguridad operativa y engaño. Es muy probable que aspectos clave de la brutal incursión terrorista de Hamás en territorio israelí han sido preparados en esa sala de operaciones de Beirut bajo la tutela de Irán.

Tras la oleada de ataques terroristas de Hamás, el número dos de Hezbolá, Hashim Safi al Din, hizo esta promesa: «Nuestros corazones están con vosotros. Nuestras mentes están con vosotros. Nuestras almas están con vosotros. Nuestra historia, nuestras armas y nuestros cohetes están con vosotros».

Los líderes de Hezbolá pueden ver ahora una oportunidad única para atacar directamente el norte de Israel. Sus capacidades le permitirían atacar por tierra, mar y aire, con artillería y cohetes tratando de alcanzar lugares sensibles de Jerusalén y Tel Aviv. Los partidarios de Hezbolá (desde Irán, Siria y las milicias chiíes de Irak y otros lugares) se verían incitados a unirse a la lucha. Y en poco tiempo, fuerzas e instalaciones de Estados Unidos podrían verse atacadas en todo Oriente Medio. Por no hablar de una reactivación del terrorismo en todo Occidente.