¿Quién es Javier Milei, el excéntrico candidato favorito de las elecciones argentinas?
Milei no levanta el pie del acelerador y está convencido de que puede ser proclamado presidente este domingo
No es un hombre normal, es un salvaje de la política, un fenómeno de la comunicación estridente descubierto hace tiempo por uno de los hombres más ricos de Argentina: Eduardo Eurnekian.
Filántropo de origen armenio, Eurnekian amasó buena parte de su fortuna haciéndose con el control de diferentes aeropuertos nacionales e internacionales. En España no lo logró, pese a su insistencia, y nunca entendió por qué no podía desplazar a Aena.
En su equipo, numeroso, tenía entonces un joven economista, un poco alocado, de aspecto estrambótico al que sabría utilizar cuando llegaron las vacas flacas de la imagen. Ese era Javier Milei. A los ojos de Eurnekian, y no se equivocaba, era su mejor gladiador para echarlo a la jaula de los leones de los medios de comunicación, pero el tiempo parece haber cambiado la opinión que tenían el uno del otro y el empresario ahora advierte que el candidato de La Libertad Avanza, es un dictador en potencia.
Su bautismo en televisión o al menos el más sonado lo hizo, sobre todo, en un programa emblemático en la etapa de gobierno de Cristina Fernández de Kirchner: Intratables. El nombre, en la cadena América, le venía a Milei como un guante.
Cuando menos lo esperabas gritaba, se sacudía la cabeza y no ahorraba en descalificaciones e insultos mientras se le hinchaba la vena o las venas. Ironías del destino su actual novia es Fátima Florez, la mejor imitadora de la viuda de Néstor Kirchner.
El «loquito», como se referían a él, entre exabrupto y exabrupto decía verdades como puños y atizaba al poder
El circo que armaba Milei disparaba la audiencia de Intratables. Salvando las distancias, un estilo modelo el «Tano Pasman», pero con conocimiento y sabiduría de finanzas. El «loquito», como se referían a él, entre exabrupto y exabrupto decía verdades como puños y atizaba al poder sin filtro. Imposible pedirle que guardara las formas en directo. Otra cosa era en las distancias cortas.
En una cumbre del grupo mixto conservador en Bruselas la conexión con Milei se esperaba como una sacudida de alto voltaje. Para sorpresa de los organizadores, en aquella cita Milei mostro su versión más profesional, de economista contenido. El asombro de la mayoría era evidente, pero cualquier que conozca el ser argentino debería saber que un auditorio internacional son siempre palabras mayores hasta para alguien como Javier Milei.
Diputado de la nación Milei es presidente del Partido Libertario, tiene 52 años, nació en Buenos Aires y se declara católico aspirante a judío. Al Papa Francisco le ha sacudido con saña hasta que las encuestas advirtieron que, de verdad, podía llegar a la Casa Rosada. Entonces se disculpó y trató de poner paz en un escenario de lenguaje violento con el que seduce a esa masa votante de 16 a 25 años, un caladero formidable donde es el rey León, el animal con el que se identifica. El trabajo de acoso y derribó a Jorge Mario Bergoglio se lo ha dejado a Alberto Benegas Lynch, su futuro ministro de Asuntos Exteriores –si gana las elecciones– que pidió el miércoles romper relaciones diplomáticas con el Vaticano.
Zarpazo a zarpazo Milei le mete el colmillo a «la casta» pero ha terminado aliado a alguno de los personajes que mejor la representan. Un ejemplo es el sindicalista Luis Barrionuevo el mismo que pidió en su día «dejemos de robar dos años» para que Argentina pueda recuperarse.
Milei es trasversal y seduce con entusiasmo similar a cincuentones y sesentones
Su cierre de campaña fue una superproducción con música de la banda sonora de Rocky, imágenes de bombas atómicas o edificios implosionado. Ruido, imagen y violencia, los tres factores que entusiasman a los «jóvenes revolucionarios» de las filas de Milei que quieren romper todo para construir un país nuevo. Pero Milei es mucho más que eso, Milei es transversal y seduce con entusiasmo similar a cincuentones y sesentones.
Balotaje a la argentina
Milei no levanta el pie del acelerador y está convencido de que puede ser proclamado presidente este domingo. Necesitaría alcanzar en esta primera vuelta el 40 % de los votos y tener 10 puntos de diferencia sobre el siguiente para lograrlo. La otra opción, en este balotaje a la argentina, sería superar el 45 % de los sufragios.
¿Es posible? En Argentina todo es posible, como lo es que Milei defienda la libre compra venta de órganos humanos, que haya clonado a sus perros, que ellos fueran los primeros en recibir su agradecimiento en las primarias donde se destapó o que sea su hermana Karina, la única capaz de ponerle freno.
Karina, su hermana, es su jefa de campaña, la que decide quien entra y quien sale, la que le marca el camino
La devoción entre los hermanos no tiene precedente en la arena de la política. Ella es su jefa de campaña, la que decide quien entra y quien sale, la que le marca el camino. En una infancia dura, con un padre que le golpeaba podría estar el origen de ese vínculo extraordinario, raro, pero, sobre todo, eficaz en las urnas. A estas les entrega un programa que promete dolarizar la economía, liquidar al Banco Central, reducir a la mínima expresión los ministerios y meter en la cárcel a «los chorros», los ladrones.
Para entender quién es de verdad Javier Milei hay que remontarse al 2001 y recordar el grito «!Que se vayan todos!». El terremoto social que produjo el hartazgo de la población no se cumplió. Por el contrario, no sólo no se fue nadie si no que hasta volvieron los que se habían ido. Hoy los mismos que estallaron ven en él una promesa con voluntad de cumplirse, de revancha.
Una inflación de 120 % y hablar el mismo idioma de esos que están enojados –la mayoría– son el mejor pasaporte de Javier Milei para llegar a la Casa Rosada. Dicho esto, con la ayuda de dos candidatos que le han ayudado mucho al protagonizar una campaña desastrosa.