Netanyahu rechaza un alto el fuego mientras Hamás no libere a los israelíes secuestrados
El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, va a por todas. Quiere aplastar a Hamás y someter la franja de Gaza al control israelí.
Netanyahu quiere asegurarse de que la masacre de los terroristas de Hamás del 7 de octubre contra varios kibutz del sur de Israel no quede impune y que sus perpetradores paguen el precio más alto posible por las 1.400 víctimas mortales.
El primer ministro israelí esbozó algunas pistas sobre los planes de Israel para la franja de Gaza cuando termine la guerra.
Netanyahu anunció que, una vez terminen los combates, Israel tendrá la responsabilidad de la seguridad en toda la franja de Gaza, en un modelo similar al implementado en Cisjordania tras la Segunda Intifada de principios de la década de los 2000.
Según Netanyahu, en declaraciones a la cadena ABC, ese control de seguridad sobre la franja se aplicará durante un período indefinido y descartó cualquier tipo de tregua o alto el fuego hasta que Hamás sea absolutamente derrotado y neutralizado.
«Hemos visto lo que sucede cuando Israel pierde la responsabilidad de la seguridad», afirmó en referencia a la razzia del 7 de octubre.
«Cuando perdemos esa responsabilidad de la seguridad lo que ocurre es una explosión del terror de Hamás a una escala imposible de imaginar», añadió.
Aunque negó cualquier tipo de alto el fuego, Netanyahu sí se abrió a la posibilidad de pequeñas pausas en los combates en horas y lugares concretos para facilitar la salida de refugiados y la entrada de ayuda humanitaria.
En cualquier caso, rechazó un alto el fuego amplio mientras Hamás retenga en su poder a los cientos de rehenes secuestrados durante la incursión del 7 de octubre.
«Un alto el fuego obstaculizaría nuestros esfuerzos para rescatar a los rehenes. Lo único que funciona con los criminales de Hamás es la presión militar», señaló en la entrevista concedida a la ABC News.
Con más de dos millones de habitantes, el control de seguridad implicaría grandes retos para Israel. De hecho, el Ejército israelí ya ostentó el control de seguridad de la franja de Gaza desde la guerra de los Seis Días, en 1967, hasta la retirada unilateral israelí en 2005.
El modelo podría ser similar al implementado en Cisjordania desde la implementación de los Acuerdos de Oslo, firmados en 1995 y adoptados por fases.
En ese territorio se ubican la mayor parte de las colonias israelíes en territorio cisjordano y los planes de Israel pasan por incorporar esa zona a su soberanía.
Las otras dos zonas, la A y la B, son las que constituirían el futuro Estado palestino. Están bajo control de la Autoridad Nacional Palestina –que reclama también los territorios de la zona C para el futuro Estado– y carecen de continuidad territorial, al estar cortados por los territorios de la zona C y aislados por el muro de seguridad construido por Israel tras la Intifada de 2001-2005.
La diferencia entre la zona A y la B es que, mientras que en la zona A el control de la seguridad recae en las fuerzas policiales de la Autoridad Nacional Palestina, en la zona B es el Ejército y la policía israelí la que controla la seguridad, aunque la autoridad civil recaiga en la administración palestina.