Encuentro bilateral
Qué se espera de la Cumbre UE-China de esta semana tras meses de encuentros con escaso éxito
Altos mandatarios europeos viajan al gigante asiático para intentar sacar petróleo de unas negociaciones estancadas desde hace meses
La plana mayor de Bruselas se encuentra en Pekín para reunirse por cuarta vez en lo que va de año en diferentes niveles. La cumbre de este jueves y viernes es el enésimo intento para obtener un mejor equilibrio es las negociaciones.
La UE tiene tres objetivos principales. El primero, convencer a China de que el futuro pasa por la agenda climática verde de Occidente y no por la senda del crecimiento histórico de China en las últimas décadas. Los retos que plantea Bruselas no se entienden fuera de la esfera occidental pero aún así los quiere poner sobre la mesa: biodiversidad, cambio climático, sostenibilidad.
Los presidentes del Consejo y la Comisión, Charles Michel y Ursula von der Leyen respectivamente, no se dan por vencidos y creen que China antes o después se enganchará al tren de la política verde europea. Xi Jinping no ha asistido a la COP28 y eso ya es un indicativo de lo poco que se presta China a aceptar el relato oficial occidental en materia ecológica.
El segundo, profundizar en las relaciones bilaterales, especialmente en el campo económico. La Comisión considera que la relación no es de igual a igual en una relación que supera los 8.000 millones de euros de inversión tan solo en 2022. China exporta más de lo que importa a la UE y ese desajuste quieren reducirlo en la medida de lo posible.
Desde la Comisión reconocen que «estamos en una era diferente». El crecimiento de China es de un 5,2 % y se espera que se reduzca al 3,5 % en el futuro, muy diferente del 8,5 % en los últimos 20 años. Esta reducción se podría considerar una ventana de oportunidad para que la UE pueda negociar con algo más de peso.
El tercero, cerrar acuerdos sobre seguridad global y asuntos regionales. La UE teme a China en asociación con Rusia y la considera un interlocutor de primer orden para poder frenar a Moscú en Ucrania. «Necesitamos que China influya en Rusia para parar la guerra», reconocen fuentes del Ejecutivo comunitario. «Sabemos que China no está cómoda con esta guerra», explican, «y no tenemos evidencia directa de que apoye militarmente a Rusia en esta guerra».
Las sanciones económicas a Rusia también afectan directa o indirectamente a China y la UE quiere ofrecer una mano amiga para solventar ese problema. A cambio, espera que Xi Jinping se adhiera a la propuesta de paz del presidente ucraniano Volodomir Zelenski. No parece un objetivo factible si se tiene en cuenta que Pekín ha propuesto su propio plan. Taiwán, el Indo Pacífico y el mar de China también se tratarán en algún momento de la cumbre.
Roces por los coches eléctricos
La Comisión Europea propuso el pasado miércoles retrasar otros tres años, hasta el 31 de diciembre de 2026, la introducción de aranceles tras la salida de Reino Unido de la UE a los vehículos eléctricos a fin de fomentar la producción doméstica de baterías y otros componentes y evitar dependencias de terceros como China. Las subvenciones a los coches eléctricos chinos será una de las bazas a jugar por la Unión.
El Ejecutivo comunitario ha escuchado la petición que los principales fabricantes de automóviles de Europa hicieron a la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, de posponer la introducción de estos aranceles posteriores al Brexit, ya que los consideran perjudiciales para la producción de vehículos eléctricos de la UE.
La prórroga vendrá acompañada de financiación adicional que la Comisión ha reservado para tal efecto del fondo de innovación de la UE con una partida de hasta 3.000 millones de euros en tres años para impulsar la industria de fabricación de baterías de la UE.
Un largo camino de encuentros
Durante la última visita del presidente Michel a China en diciembre de 2022 en los diálogos regionales se asentaron las pautas de los encuentros que han tenido lugar este año.
Desde enero de 2023 se han mantenido contactos regulares con la cúpula del Partido Comunista de China en sucesivos encuentros sobre las consecuencias del cambio climático, los retos de la transformación digital y otros estratégicos. Hasta esta cumbre un total de ocho comisarios han viajado a China para mejorar las relaciones bilaterales.
En la práctica, ambos bloques se necesitan. China necesita mercados en los que vender sus productos y Europa necesita materias primas estratégicas de las que poco a poco Pekín se está haciendo dueño o bien mantiene un férreo control a través de terceros.
La voladura de las relaciones con Rusia ha forzado a Bruselas a fortalecer otras cadenas de suministro y atraer a China lo más posible es clave para el futuro comunitario. La actual Comisión sigue trabajando constantemente en tres frentes –América, África y Asia– para evitar la pérdida de poder internacional ante unos Estados Unidos que no quieren perder el trono y una China que asoma como rival en el liderazgo global para 2050.