Dulce y, a la vez, amarga victoria electoral de Taiwán
Se espera que China intente servirse de los dos partidos opositores para utilizar a Taiwán como amortiguador a fin de eludir las sanciones norteamericanas contra el sector tecnológico
Los resultados de las elecciones presidenciales de Taiwán son nítidos: a pesar de la feroz campaña de intimidación militar, desinformación y presión coercitiva por parte de China, el pueblo taiwanés defiende su soberanía y cierra filas con Lai Ching-te, el candidato del Partido Democrático Progresista (DPP), que ha obtenido más de 5,5 millones votos, el 40 % del total. Es la tercera vez consecutiva que las urnas respaldan a un ejecutivo del DPP, lo cual no tiene precedentes en la historia de la democracia taiwanesa.
Lai, hasta ahora vicepresidente del ejecutivo de Tsai Ing-wen, representa una línea continuista en política exterior. La ciudadanía ha sabido valorar el impresionante legado de la presidenta Tsai en lo que concierne a las relaciones con Estados Unidos –principal suministrador de armamento– y con las demás democracias. Éstas se han convertido en aliadas imprescindibles para hacer frente a las ambiciones territoriales de la dictadura vecina.
En este sentido debemos subrayar que la estrategia intimidatoria de Pekín se ha revelado en gran medida contraproducente. Ejemplo de ello es la visita del expresidente Ma Yin-jeou (KMT) a Pekín a pocos días de las elecciones, y su recomendación de «confiar» al presidente Xi Jinping el curso de las relaciones a través del estrecho. Familiarizados con este tipo de tácticas propagandísticas, los taiwaneses han reaccionado en sentido opuesto al que China esperaba. Incluso Hou Yu-ih, el candidato del Kuomintang (KMT) ha tenido que distanciarse de la postura de su predecesor.
Se constata, pues, un interesante viraje ideológico en el KMT y su base social, concretada durante estas elecciones en algo más de 4,5 millones de votos, en torno al 33,5 %. Aunque muchos apoyen el acercamiento económico y cultural a China, el diálogo y los intercambios comerciales, la mayoría de la gente en Taiwán ni se fía del régimen chino, ni desea la anexión.
El giro que ha experimentado el KMT en los últimos años pone de manifiesto que, a medida que Xi Jinping incrementa la presión para hacerse con la isla, crece el aprecio de los taiwaneses por su propia forma de vida, su democracia y su libertad. La identidad del pueblo de Taiwán ya no se autodefine mayoritariamente como china. No todos los que se consideran «huawen ren» –personas arraigadas en la civilización sínica–, se sienten «zhongguo ren», ciudadanos del Estado llamado China.
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Otro aspecto digno de mención es el relativo al voto joven. Los analistas destacan que este segmento de la población se siente alienado respecto de los partidos tradicionales, el KMT y el DPP. Los consideran anticuados, corruptos e ineficientes. Por eso se han inclinado masivamente por el Taiwan’s People Party (TPP), que ha logrado 3,5 millones de votos, en torno al 26,5 % del total, gracias al liderazgo de Ko Wen-je.
La falta de conexión con las formaciones tradicionales se debe también, en gran medida, a su escasa presencia en redes sociales y en el entorno digital. Porque, además, es precisamente aquí donde Pekín ha desplegado su artillería más certera. El ejército chino de bots y trolls se ha revelado mucho más efectivo que las fuerzas armadas para conquistar posiciones en Taiwán.
A través de Tik Tok y de la app Red Little Book, muchos jóvenes han enganchado con noticias falsas, tergiversadas o no contrastadas. Entre ellas se encuentran ciertos rumores sobre la corrupción del DPP, al que algunos llaman DDP (Development Democratic Party), en referencia al desarrollo inmobiliario. El incremento desmesurado de los precios en este sector y el incumplimiento de las promesas han pasado factura. De ahí el principal eslogan de campaña de Ko Wen-je: «Keep Promise», expresión que aparece junto a un logo formado por las iniciales KP, ligeramente modificadas para dibujar el nombre KO.
La batalla por el Poder Legislativo
Junto a las elecciones presidenciales se celebraron simultáneamente legislativas que implicaron la selección de los miembros del arco parlamentario.
El sistema taiwanés es algo complejo pues, por una parte, se vota al presidente y, por otra, a los legisladores a través de dos papeletas: una corresponde a las circunscripciones locales y otra a las listas de partido. Aquí no resulta infrecuente la diversificación del voto, es decir, que un ciudadano vote al candidato de un partido para la presidencia y ofrezca su confianza a otros partidos diferentes para ocupar los escaños parlamentarios.
La concurrencia de tres formaciones frente al bipartidismo clásico, el viraje del KMT, la movilización de los jóvenes en favor de Ko y las campañas de desinformación han afectado de manera significativa al DPP en las elecciones parlamentarias, causándole la pérdida de 10 escaños en el Legislative Yuan, de los 113 que conforman el total. Este menoscabo dificultará sin duda la gobernabilidad y la aprobación de presupuestos, pudiendo afectar a políticas tan sensibles como Defensa (por ejemplo, en la compra de armas) y a la financiación de iniciativas de contrainformación frente a la propaganda china.
La reacción de Pekín
Con respecto a la reacción de Pekín, cabe destacar dos aspectos. En primer lugar, es significativo que la Taiwan Affairs Office (TAO) haya interpretado estas urnas como un indicador de que la mayoría de los taiwaneses no quiere la independencia, pues el respaldo obtenido por el KMT y el TPP (partidos pro-China) supera al obtenido por el DPP (históricamente independentista).
Pekín quiere así hacer creer que el grueso de la opinión pública taiwanesa está de su lado, aunque ello no sea en absoluto cierto. De ahí su insistencia en describir a Lai como un separatista, un «obcecado luchador por la independencia de Taiwán», a pesar de la insistencia del candidato del DPP en mantener el statu quo y tender puentes de cooperación con China «desde la dignidad y la paridad».
En segundo lugar, resulta admirable el aplomo con que los expertos taiwaneses hacen referencia a la más que probable intensificación de la ofensiva china, aunque nadie considera que se vaya a desencadenar un conflicto armado en el corto plazo (2024-2027), dados los compromisos adquiridos por Xi en la cumbre de San Francisco.
Más bien, lo que se espera es que China intente servirse del KMT y el TPP para utilizar a Taiwán como amortiguador a fin de eludir las sanciones norteamericanas contra el sector tecnológico. En cualquier caso, nadie duda que «el Emperador» –como le llaman sarcásticamente algunos taiwaneses– trata de ganar tiempo. Porque no va a ceder en sus ambiciones territoriales sobre Taiwán y su política de exclusión de la isla en las organizaciones internacionales.
Recios tiempos para Taiwán. Dulce y, a la vez, amarga victoria.
* Mar Llera es Profesora Titular y Directora de Estudios de Asia Oriental en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla