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Edgardo Pinell

El voto útil y el deseo de revancha impulsan a Trump en las primarias republicanas

El primer fracaso del gobernador de Florida, Ron DeSantis, y la ex embajadora de Estados Unidos ante la ONU, Nikki Haley, es no lograr parecer verdaderos rivales de Joe Biden

La polarización entre Trump y Biden ha sido el eje de campaña para el triunfo en IowaChip Somodevilla / AFP

Los votantes republicanos de Iowa han decidido y lo han hecho con contundencia. La predilección por Donald Trump ya no es una cuestión virtual o demoscópica, sino real. Si bien es prematuro asegurar que el resultado en ese estado da por finalizada la contienda republicana, sí permite hacer algunas lecturas de la primera noche electoral de esta larga carrera hacia la Casa Blanca.

El odio y el miedo son los motores ocultos de las campañas a la reelección de Joe Biden y Donald Trump. El octogenario inquilino de la Casa Blanca arenga a las bases demócratas señalando que Trump es un riesgo para los derechos de las minorías y las libertades de EE.UU. y el magnate republicano, por su lado, acusa a Biden de una presidencia cuanto menos ilegítima, globalista, belicista y de perforar los bolsillos de los estadounidenses.

Las primarias republicanas apenas comienzan, pero ya reflejan la brutal polarización en la política estadounidense que se profundizará en la medida que entramos en 2024 y nos acercamos a noviembre.

Una muestra de que los votantes y donantes se están moviendo por las fuerzas de los sentimientos e impulsos de rechazo recíproco, es que la campaña de Biden ha publicado recientemente que, en el último trimestre de 2023, lograron recaudar más dinero que el que acumuló en igual período el joven y entusiasta Barack Obama quién ganó holgadamente la reelección en 2012.

Por el lado contrario, la ola de procesos judiciales contra Trump no ha hecho mella en la viabilidad y la potencia de su candidatura y, por cada nuevo juicio, el grifo de donaciones a su campaña y a un fondo para hacer frente a las costas judiciales se abre a borbotones.

Que los votantes se movilicen en medio de un intenso frío, donen su tiempo como voluntarios o se metan la mano en el bolsillo para financiar una campaña no solo responde a elementos subjetivos como el odio a la contraparte, sino también a elementos más pragmáticos y utilitarios como ¿Quién es capaz de ganar a Biden?

La respuesta según múltiples encuestas es Trump. El primer fracaso del gobernador de Florida, Ron DeSantis, y la ex embajadora de Estados Unidos ante la ONU, Nikki Haley, es no lograr verse como rivales del presidente Biden.

Hasta ahora el foco de atención es la figura de Trump dentro del Partido Republicano y por momentos perdemos del radar la verdadera contienda a dos bandas entre demócratas y republicanos. Si en algún momento DeSantis o Haley hubieran parecido ganadores frente a Biden, la competencia interna hubiera sido distinta. Más bien, a falta de esto, el eje de campaña se centró en quién podría ganarle a Trump y no al propio Biden que es en definitiva el adversario ideológico.

En Iowa ha quedao claro el deseo de la gran mayoría conservadora de ese estado de reeditar una revancha entre Biden y Trump, con el convencimiento de que este último es el único de los aspirantes republicanos capaz de desalojar al mandatario demócrata de la Casa Blanca, algo que para una amplia base republicana es un asunto de justicia o venganza.

Se espera que la próxima cita de las primarias republicanas, convocada la próxima semana en New Hampshire, no cambie la tendencia arrolladora de Trump, si no por el contrario la reafirme, aunque sí es posible que se reviertan el segundo y tercer puesto entre Haley y DeSantis.

Las encuestas apuntan a que la ex embajadora en la ONU quede por detrás de Trump y pueda alcanzar hasta el 25 % de los votos, lo que probablemente bajaría los números de Trump por debajo del 50 %. Un verdadero hito en la contienda republicana.

En definitiva, lo que terminará de definir la contienda republicana no es quién es el mejor retador de Trump, sino quién puede derrotar a Biden y frustrar su agenda izquierdista.