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Cartel de movilización del Ejército ruso en TartaristánRedes sociales

A Rusia se le soliviantan los tártaros y el Kremlin responde con la fórmula de siempre: represión

Moscú emprende un agresivo proceso de rusificación en la República de Tartaristán ante el riesgo de un levantamiento por el descontento por la guerra en Ucrania

El conato de rebelión en la república de Bashkortostan, una de las remotas repúblicas autónomas de la Federación Rusa en los Urales, con manifestaciones masivas contra el Kremlin por el hartazgo de la guerra, probablemente terminará sofocándose. Pero es una primera señal de alarma para el Kremlin.

Ya se había dado un caso similar durante la movilización parcial obligatoria en la república caucásica de Daguestán en septiembre de 2022, pero el caso de Bashkortostan es diferente.

El estallido popular se produjo tras la condena a cuatro años de cárcel del activista local Fayil Alsynov, militante independentista que se había criticado abiertamente el envío de civiles a la guerra de Ucrania.

El caso de Bashkortostan muestra que en la Rusia remota y despoblada de los montes Urales se está gestando un estallido social que podría suponer un serio dolor de cabeza para Moscú en medio de la guerra de Ucrania.

Sin embargo, aunque es Bashkortostan la que ha saltado a los medios de comunicación, es la República de Tartaristán la que más preocupa a las autoridades del Kremlin.

Tartaristán, uno de los territorios en los que el Kremlin ha buscado un caladero de reclutas para mandar a Ucrania, es uno de los territorios más abiertamente hostil a la contienda.

Desde el 2014, cuando Rusia se anexionó la península ucraniana de Crimea, la discriminación, persecución y expulsión de la población tartar originaria de Crimea despertó las suspicacias de los tártaros de Tartaristán.

Para Rusia, la fuerte identidad tártara es un problema y trata de erosionarla mediante un proceso de rusificación de los tártaros, principalmente los de Crimea, los de Siberia y los de los Urales en la República de Tartaristán.

Según informó el think tank Institute for the Study of War (ISW), el Kremlin está inmersa en un proyecto para erosionar la autonomía de la República de Tartaristán, erosionar su autonomía y rusificar a su población eliminando paulatinamente la lengua e identidad tártara.

Poco importa al Kremlin que la República se haya desangrado en Ucrania con el envío de miles de combatientes jóvenes a la guerra mediante una intensa campaña de movilización en la que el gobierno tártaro se ha implicado con ahínco, de los que al menos 922 han muerto.

Según el activista tártaro Ruslan Aisin, citado por el informe del ISW, el gobierno ruso ha recortado en un 12,5 % los fondos dedicados al estudio, conservación y promoción de la lengua tártara.

Según Aisin, el Kremlin pretende eliminar por completo la identidad tártara e imponer la rusa a toda la población.

Ya en enero de 2023, hace justo un año, el Kremlin degradó la categoría del territorio al eliminar el título de presidente de la república y sustituirlo por el título de «jefe regional».

Como suele ser habitual en el Ejército ruso. La mayor parte de los cuerpos no han sido repatriados a sus familias y, sin cadáver no hay indemnización.

El descontento se está extendiendo entre la población tártara al ver cómo el contrato social que sostenía su lealtad al Kremlin se ha roto.

Los territorios rusos en las zonas montañosas en los Urales europeos, pero también en los territorios de las amplias llanuras asiáticas y en el extremo oriente ruso, han sido los más afectados por la trituradora de carne rusa en Ucrania.

La presión en estos territorios para que regresen a casa los combatientes, se paguen las indemnizaciones por los muertos y heridos y se cumplan todas las promesas del Kremlin es cada vez mayor.

En el Kremlin asisten con preocupación a esta deriva y ya han comenzado a tomar medidas para prevenir un estallido que genere un efecto dominó que amenace con derribar el régimen de Putin. La fórmula es la de siempre: represión y rusificación.