Los familiares de las víctimas de Hamás denuncian sus crímenes ante la Corte Penal Internacional
Un centenar de familiares de los secuestrados, incluyendo algunos supervivientes del cautiverio en Gaza, participaron en la delegación que viajó a La Haya
Una multitud con banderas de Israel y fotos de los 134 secuestrados israelíes que aún se hallan en manos de Hamás en la Franja de Gaza aguardaba este miércoles a la delegación del Foro de Familiares de los Secuestrados y Desaparecidos al arribar a La Haya donde se encuentra la sede de la Corte Penal Internacional.
Pocas horas antes había sido presentada formalmente la denuncia contra Hamás por crímenes de guerra, crímenes de lesa humanidad y genocidio cometidos el 7 de octubre en la masacre del sur de Israel. «Que vuelvan todos ya a casa», gritaban los presentes, entre ellos numerosos holandeses no judíos que protestaban bajo la lluvia y a pesar del frío por la situación que vive Israel.
«Esto tiene un significado práctico muy concreto e importante», dijo a El Debate el Dr. Yuval Sasson, jurista miembro del equipo jurídico del Foro de Familiares. Como hijo y nieto de sobrevivientes del Holocausto judío a manos de los nazis, y aclarando que no compara entre un horror y otro, es muy consciente de la importancia que el pueblo judío pueda defenderse.
«Después de los horrores del 7 de octubre, parte de la lucha por la recuperación de todos los que fueron llevados por la fuerza a Gaza, es contestar a la organización terrorista Hamás. Y esta demanda es no sólo una forma de presionarlos y de presionar a quienes hospedan a sus líderes en el extranjero, sino también de defender el principio de hacer Justicia» detalló Sasson.
Cien familiares de los secuestrados participaron en la delegación que viajó a La Haya. Fue indudablemente la mayor de todas las formadas en el marco de la campaña internacional lanzada por concientizar al mundo sobre lo ocurrido. Familiares de víctimas han estado viajando en los últimos cuatro meses a distintas partes del mundo para reunirse con gobernantes y formadores de opinión. Pero ninguno fue como éste. Esta vez se estaba hablando directamente al mundo de lo que Israel considera justo, de la necesidad que se conozca el horror vivido.
Cada participante con una historia. En gran medida, el centro de la historia va plasmada en el pecho de cada uno, ya que los familiares visten camisas con la foto de su ser querido secuestrado y llevado a Gaza.
Allí está sobre el pecho de sus hermanas, la foto de Romi Jen, una de las jovencitas aún en poder de Hamás, cuya madre se ha convertido en figura conocida en todo hogar en Israel por su lucha en los medios.
Y Omer Shem Tov, un joven secuestrado de la fiesta Nova a la que había ido con otros amigos que fueron asesinados, y ahora está en la foto que sus hermanos Amit y Dana llevan en su ropa. Omer es un gran amigo de Maya Regev que también estaba en la fiesta y fue secuestrada junto a su hermano menor Itay, quien participó en la delegación que viajó hasta Países Bajos.
Un joven de 18 años que seguramente pensó podría morir. De expresión seria cuyos hermosos rasgos no pueden ocultar. Fue uno de los oradores en el acto realizado al llegar a La Haya. Contó lo vivido, lo temido, el horror. Y compartió con los presentes el espeluznante testimonio de la última conversación telefónica de su hermana mayor con su padre cuando los terroristas ya los habían atacado.
Por los parlantes retumbó la voz aterrorizada de Maya que le decía a su padre que le habían disparado. Sus gritos diciendo que la iban a matar. Y en medio de la calma que el padre intentaba denodadamente mantener, fácilmente se captaba su espanto. Le rogaba a Maya que le mande la ubicación, que él sale de inmediato a buscarla. Pero ella seguía gritando. Y el padre decía «busca refugio…Dios mío».
Itay y Maya volvieron en noviembre a Israel. Ambos habían sufrido heridas durante el secuestro y no recibieron digna atención médica.
Pero el gran amigo de Maya, Oimer Shem Tov, aún está en Gaza. Y cada día, afirman todos, es un peligro de muerte.
Testimonio de los supervivientes
Una particularidad del grupo y de lo que es ya la gran familia de los parientes de las víctimas, es que siguen participando en la lucha también quienes tienen la dicha de haber recuperado a sus familiares con vida.
Una de ellas es Guefen Sigal, hija de Clara Marman del kibutz Nir Itzjak, quien ya en noviembre se reunió nuevamente con ella, con su tía Gabriela Leimberg y su prima Mía. Y el pasado lunes, tras un impactante operativo de rescate de unidades élites israelíes, se reunió con su tío Fernando Merman y con Luis Har, la pareja de su mamá. Aunque los 5 secuestrados el 7 de octubre del kibutz Nir Itzjak ya están de vuelta en Israel, Guefen se sumó a la delegación que llegó a La Haya porque hay que seguir «combatiendo». «El ejército hace justicia luchando en el campo de batalla y nosotros la hacemos acá, ante la Corte Penal Internacional».
Junto a quienes aún esperan el regreso con vida de los suyos y a quienes ya han tenido la fortuna de recuperar con vida a los suyos, estuvieron este miércoles en La Haya quienes saben que nunca podrán volver a abrazarlos. Pero desean al menos darles digna sepultura.
Por eso Eyal Eshel viajó, llevando a cuestas una foto ampliada de su hija Roni, una de las jóvenes soldadas encargadas de la observación en un puesto fronterizo, que fue asesinada el 7 de octubre. Durante 34 días estaba desaparecida y luego se les dio la noticia de lo irreversible. «Hoy vengo acá porque Hamás no puede quedar impune. Y el mundo tiene que saber. Y tenemos que luchar por ello».
Fue un viaje con mucho dolor, disimulado a veces por el compañerismo y la amistad desarrollado entre todos estos israelíes cuyas vidas cambiaron el 7 de octubre, muchos de los cuales hasta entonces nunca se habían visto, salvo por ciertos residentes en un mismo kibutz que súbitamente pasó de ser un paraíso a un escenario de horror.
Pero más que nada, fue un viaje de firmeza y convicción. «Estamos luchando por algo justo, de eso no tengo duda ninguna», dice Yosef Avi Yair Engel, que en noviembre recuperó a su nieto Ofir. «Israel se defiende. Por eso hay guerra. Esa es la única razón».