El soldado cantante que podría haber llegado a Eurovisión pero murió en la guerra en Gaza
Su madre Ruti Greenglick cuenta su historia para El Debate
El trauma por la masacre de Hamás en el sur de Israel hace ya más de cuatro meses y la guerra contra Hamas desatada a raíz de ello, están presentes por doquier en el país.
A menudo, también en los programas de televisión, pero no sólo los dedicados a análisis e información sino a entretenimiento.
El ejemplo más claro es «La próxima estrella para Eurovisión», en el que, tras unos meses de competencia, fue elegida días atrás Eden Golán como la cantante que representará a Israel en dicho evento.
Muchos aspiraban a llegar a su lugar. Entre ellos, Shauli Greenglick, que conquistó al jurado y a los jueces por su voz, su sonrisa, su soltura y sentido del humor.
En determinado momento se le movilizó en la reserva de las Fuerzas de Defensa de Israel para luchar en la guerra. No dudó ni un momento: decidió dejar el programa e ir a defender al país. El 26 de diciembre cayó en Gaza combatiendo a Hamas.
Su muerte causó un enorme impacto. Gran parte de la población israelí lo había visto en el programa y había quedado prendada de él y su voz.
Su memoria fue honrada repetidamente en el programa. Especialmente emotiva fue la final en la que no sólo volvieron a proyectar la presentación de Shauli en el programa sino también invitaron a sus hermanos a cantar una de sus canciones, mientras los jueces –todos cantantes muy famosos en Israel– y los presentadores, no intentaban siquiera disimular el llanto.
El Debate conversó con Ruti Greenglick, la madre de Shauli, que era el del medio entre 5 hijos. Desde su duelo y dolor afirma que hay que luchar y seguir cantando.
–Vuestra familia irradia algo especial y me pregunto cómo se sigue adelante con una pieza menos, sin Shauli, aunque sigue tan presente en vuestras vidas.
–En general somos una familia muy alegre, divertida, muy musical, y ahora no podemos digerir esta nueva situación. Pero precisamente por ser una familia con muchas energías, tratamos de que a pesar del duelo la casa no se convierta en un cementerio. Pero claro que a veces es ineludible.
–¿Cómo manejan este tema en la vida diaria?
–Les dije a mis hijos que no vamos a cambiar, sino que tenemos que usar las cosas que siempre hicimos juntos para afrontar esta situación. Es difícil. Hay altibajos, no siempre se logra, pero se ve que la vida nos prepara para lidiar con desafíos. Y ninguno peor que éste, perder un hijo.
Una familia musical
Los Greenglick cantan y tocan instrumentos, juntos, por separado, es parte de su vida. Shauli se destacaba en ese concierto familiar.
–¿Y ahora podrán seguir? ¿Quizás más que nunca? O, al contrario, ¿ahora es mucho más difícil?
–Cuando volvimos a casa de la ceremonia recordatoria al cumplirse el mes de la muerte de Shauli alguien de la familia se instaló junto al piano y de a poco los demás se fueron sumando y empezaron a cantar. A mí personalmente me cuesta todavía escucharlos sin Shauli porque su voz era muy especial, muy alta, y daba el tono. Pero con la ayuda de Dios me iré sobreponiendo.
La movilización
–El 7 de octubre, con la masacre de Hamas en el sur de Israel, empezó la movilización. Entiendo que Shauli tuvo que insistir para que lo recluten.
–Así es. Por algún tema técnico burocrático no estaba en el registro de reservistas y se volvió loco, se puso el uniforme, recorrió varias oficinas del ejército y no les dio tregua hasta que lo movilizaron. Era capitán en la unidad Nájal.
–¿Por qué su insistencia para que lo recluten?
–Porque sintió que era una guerra para defender al hogar nacional. Escribió claramente en las redes sociales que tenía dos grandes sueños y que uno de ellos tendrá que esperar a que cumpla el otro: proteger a su país. Y así fue, se reclutó junto a su mejor amigo, jefe de un batallón, con quien también cayó, Shai Shamriz.
La televisión y la guerra
–¿Cómo vivió la etapa del programa de canto en la televisión?
–Lo aceptaron ya antes de la guerra, pero la primera audición fue cuando ya estaba en la reserva. Les dijo que quizás no tiene sentido porque irá a Gaza. Pero a los jueces les gustó muchísimo y decidieron correr el riesgo y tomarle la primera prueba, que es lo que más conoce todo el mundo, cuando cantó de uniforme. Y después tuvo que avisar que se retira porque va a la guerra para proteger al país.
–¿No dudó?
–Ni por un instante.
–¿Y cómo vivieron ustedes su actitud?
–No nos sorprendió para nada porque esos son los valores en los que los criamos a todos nuestros hijos. Estaba muy claro que había tomado la decisión correcta. Y nosotros lo apoyamos. Claro que estábamos preocupados, pero lo alentamos, le mandamos pasteles al ejército y rezamos por él. Yo hice un gran esfuerzo por no permitir que los pensamientos nos dominen.
El aviso de lo peor
–El momento en que la familia recibe el aviso sobre la caída del hijo es indescriptible. ¿Dónde los tomó a ustedes?
–Yo tengo mi clínica de guía de padres en casa. Estaba en medio de un zoom, con los auriculares puestos, y de repente entra mi hija, abre la puerta, algo que ella sabe que no se hace cuando estoy en medio de una consulta. Me dijo «mamá, cierra todo ahora».
Un segundo después, el soldado que había venido entró detrás de ella y me dio la noticia. Esa misma mañana habíamos hablado con Shauli que había logrado llamar desde Gaza. Habíamos reído porque él nos había dicho que era más fácil estar en la guerra que en casa pensando en la guerra. Sabemos que sentía eso porque sentía que hacía algo significativo.
–¿Recuerda cómo reaccionó cuando le dieron el aviso?
Vivir con el duelo
–¿Se ha hecho una idea de cómo vivirán este proceso del duelo?
–Yo creo que las etapas son para los libros. Es muy personal. Cada uno lo vive de otra forma. Al principio me preguntaba cómo puede ser que yo no me haya muerto con él, que no me quede en la cama sin poder moverme y sin poder hablar. Me dicen que mis palabras dan fuerza a otros, así que estoy dispuesta a hacerlo. Hay altibajos.
–Aunque en Israel todos los caídos se publican, salen sus fotos, sus historias, el caso de Shauli fue especialmente notorio por el programa de televisión en el que apareció. ¿En qué medida el abrazo general del pueblo, la participación general en el duelo, ayudan a lidiar con el duelo personal?
–Muchísimo. Pero claro que hay procesos paralelos. Cuando entro de noche a la cama, pienso en mi hijo, en mi hijo personal. Pero no está desconectado de lo que todos vivieron y eso ayuda.
–¿Tendría un mensaje para transmitir al mundo al respecto?
–Creo que el mundo es muy hipócrita. Si después del ataque que sufrimos el mundo no entiende que tenemos que defendernos, entonces nada lo cambiará. Los que siguen criticándonos se ve que no tienen interés en escuchar.