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El canciller alemán Olaf Scholz

El canciller alemán Olaf ScholzEFE

Alemania teme que Rusia pueda filtrar más audios oficiales sobre Ucrania

Para el Kremlin, las conversaciones interceptadas son una prueba de la «implicación directa» de Occidente en la guerra

La filtración rusa de una conversación interna entre oficiales de las fuerzas aéreas alemanas continúa poniendo en evidencia a la Bundeswehr y al Gobierno de Olaf Scholz. Dentro del Ejecutivo aumenta la preocupación por la posibilidad de que Rusia haya logrado interceptar más comunicaciones de organismos de seguridad alemanes. Ante las críticas de la oposición, el canciller ha afirmado que se está investigando el caso con «mucha intensidad y mucha rapidez».

En la conversación publicada por Moscú, el pasado viernes, puede escucharse a cuatro oficiales alemanes, entre ellos el jefe de Estado Mayor del Ejército del Aire, Ingo Gerhartz, discutiendo los escenarios de despliegue del misil de crucero alemán Taurus en el caso de que éste fuera finalmente entregado a Ucrania. Los cuatro oficiales parecen llegar a la conclusión de que una entrega y puesta en marcha inmediata tendrían que estar necesariamente acompañadas de un despliegue de soldados alemanes, pues entrenar a los soldados ucranianos en el manejo del misil llevaría varios meses.

Además, se discute la posibilidad de destruir el puente que conecta Rusia con la península de Crimea, anexionada ilegalmente en 2014. Si bien esta parte de la conversación es la que más revuelo ha causado, también se aprecia en la grabación que no existe acuerdo político para la entrega de dichos misiles. De hecho, el propio Scholz había rechazado previamente la posibilidad del envío por el riesgo de que pudiera arrastrar a Alemania a la guerra contra Rusia. En un evento público en Dresde, el canciller explicó que, si el arma fuera mal utilizada, podría llegar a Moscú, por lo que Alemania debería implicarse directamente en los objetivos que alcance el sistema, algo que para Scholz «está fuera de lugar».

El ministro de Defensa alemán, Boris Pistorious, calificó la filtración de la conversación de «ataque híbrido para desinformar» por parte de Rusia e invitaba a «no caer en los trucos de Putin». Por su parte, la comisaria parlamentaria para las Fuerzas Armada, Eva Högl, reclamó el refuerzo de las medidas de seguridad a través de una formación exhaustiva sobre comunicación segura. También mencionó la necesidad de que se modernizara el Servicio de Contrainteligencia Militar mediante una mayor inversión.

La oposición, sin embargo, ve insuficiente la respuesta dada hasta ahora, llegando a calificar a Scholz de «riesgo para la seguridad nacional». Roderich Kiesewetter, experto en defensa del partido opositor Unión Demócrata Cristiana (CDU), ha sugerido que Rusia tendría más información confidencial en su poder y señaló, en una entrevista con la emisora n-tv, que Alemania no se encuentra completamente preparada para hacer frente a las distintas tácticas de la «caja de herramientas de la guerra híbrida» de Rusia.

Según el experto, la publicación buscaba disuadir al vacilante canciller de enviar los misiles Taurus, y al mismo tiempo dar la impresión de que Alemania ya está planeando una operación específica. Lo que parece claro es que cualquier cosa que haga que Alemania parezca una parte beligerante activa seguramente acabará por disuadir a Scholz, algo que Putin sabe emplear a su favor.

Según el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, las conversaciones interceptadas son una prueba de la «implicación directa» de Occidente en la guerra. La cadena estatal Russia Today llega al extremo de hablar de la planificación de un «ataque terrorista con misiles Taurus» contra el puente de Crimea. Varios actores prorrusos en Alemania han asimilado la retórica del «ataque planeado» impulsada por el Kremlin. Es el caso del líder de la AfD en Turingia, Björn Höcke, que alegó que este plan suponía una clara violación del artículo 26 de la Ley Fundamental alemana, que prohíbe la preparación de una guerra de agresión.

El momento elegido para la filtración de esta grabación no es para nada casual. La firma de los acuerdos de seguridad por Ucrania con Francia y Alemania hace escasas semanas, así como el revuelo causado por las declaraciones del presidente francés, Emmanuel Macron, abriendo la posibilidad de enviar soldados a Ucrania, parecen haber propiciado la publicación de la conversación. Con la clara intención de disuadir tanto a la clase política como a la opinión pública de apoyar un aumento de la ayuda a Ucrania, el Kremlin está tratando de definir unilateralmente qué acciones constituyen la participación activa de la OTAN en la guerra y de demostrar que la alianza la está preparando.

Desde Berlín, París y Londres niegan que la presencia de militares en suelo ucraniano, siempre que sea para labores de formación, pueda entenderse como una participación en la guerra. Sin embargo, es innegable que el caso del envío de los misiles Taurus ha disparado las alarmas por el riesgo que esto podría suponer para la alianza si finalmente se llevara a cabo. De hecho, a finales de febrero, el canciller alemán Olaf Scholz llegó a declarar que Francia y el Reino Unido podrían participar en la selección de objetivos y el guiado de otro tipo de misiles, los Storm Shadow. En respuesta, el primer ministro británico, Rishi Sunak, replicó que el proceso de despliegue y selección de objetivos debía seguir siendo una competencia exclusiva de las fuerzas armadas ucranianas para evitar verse inmersos en una guerra abierta contra Rusia.

En definitiva, Rusia está decidida a emplear todo su arsenal de «herramientas híbridas» para evitar el incremento del apoyo a Ucrania y mostrar los peligros de que cualquier acción se considere como una participación en la guerra. Por su parte, Alemania y el resto de los aliados deberán revisar y modernizar sus sistemas de contrainteligencia si quieren evitar nuevos ataques como el de estas filtraciones.

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