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Alina López Hernández

Alina López Hernández

Entrevista a la intelectual cubana Alina López Hernández

«Le advertí a la policía que volveré a manifestarme el próximo 18 de mayo en La Habana»

López Hernández denuncia una nueva medida de acoso, estas vez con lujo de violencia, por parte del régimen castrista para impedir el ejercicio pacífico y cívico de sus derechos

«No puedo escribir. Tengo los dos brazos inutilizados», explica a El Debate Alina López Hernández, «pero estoy tranquila». Sus lesiones, luxación del hombro derecho y el pulgar de la mano izquierda fisurado, son fruto de la violencia padecida en la mañana del pasado 18 de abril, mientras se dirigía desde Matanzas hasta La Habana para realizar su protesta mensual de los 18 de cada mes.

«El Parque de La Libertad, en Matanzas, cerca de la estatua de José Martí, es mi manera de aportar como ciudadana e intelectual». Mas este mes contempló hacer la protesta en La Habana. «Fui detenida», recuerda, «en el límite de las provincias de Matanzas y Guayabeque, en el punto de control del Puente de Bacunayagua. Ahí ocurrió todo: me pidieron los documentos de identidad, que bajara del carro [automóvil], que fuera al de la patrulla policial. Una vez allí, me ordenaron que montara. Pregunté las razones; por ejemplo, si era sospechosa de algún delito o si tenía alguna orden de detención. Me dijeron que no, pero que tenía que obedecer para que me condujeran a Matanzas».

Acto seguido, López Hernández les dijo que no era militar, que no obedecía órdenes y que no se me montaría al automóvil patrulla o sin explicación razonable o con sustento legal. Entonces, lo hicieron mediante la fuerza: la golpearon en la cara, la empujaron, me presionaron la cabeza para bajarla y subirla al automóvil por la fuerza. Ella decidió defenderse y respondió a los golpes. Eran tres mujeres alentadas por al menos cuatro oficiales hombres, que les decían por donde debían agarrarme. La tumbaron en el asiento trasero.

A continuación, «una de las oficiales se arrodilló sobre mis piernas, mientras las otras dos iban por la otra puerta. La abrieron. Una me abofeteó en la cara. Una estaba muy molesta, porque le había tumbado el celular [móvil] en el forcejeo. A continuación, me torcieron el brazo derecho para arrebatarme la cartera y me hicieron una luxación en el hombro derecho. La cartera me la trajeron enseguida, pero sin el celular. No lo tuve más hasta que me liberaron cerca de las seis de la tarde, ya en Matazas. Pero dentro del automóvil patrulla, bajaron las ventanillas y me dejaron sola».

Unos instantes infernales para López Hernández, pues «al cabo de veinte minutos, ante la falta de aire, pedí que abrieran una ventanilla para poder respirar. No lo quisieron hacer. Ya muy tensa, empecé a golpear el automóvil por dentro, mientras me grababan con un celular». Sin su consentimiento, claro está. Solo les preocupaba el automóvil. Ahí están los vídeos que subieron a las redes sociales. Finalmente, los policías abrieron el automóvil y la llevaron a Matanzas, donde estuve cerca de cinco horas. Allí, un instructor penal le dijo que no tenía restricciones, pero que temían algún disturbio.

–¿Por qué quisieron anular la protesta anunciada el miércoles?

–Ellos no tenían ningún tipo de intención de concretar esos derechos hasta tal punto que han prorrogado en el cronograma legislativo hasta el año 2028 la habilitación de las leyes que tienen que ver con la normativa de los derechos ciudadanos. Es evidente que esa Constitución y los derechos contenidos en ella se escribieron para dar una apariencia ante los organismos internacionales de democracia que no existe en Cuba.

–¿Por qué ahora este recrudecimiento represivo tras unos meses de relativa tranquilidad en su vida?

–Evidentemente, ellos imaginaron que el proceso legal que se me siguió con todas las presiones, todas las amenazas, un proceso desgastante -más para ellos que para mí- por el delito de desobediencia, iba a quedar en una posición de subordinación. Pero no es así: los derechos no se mendigan, se ejercen. Eso es lo que pretendo hacer, bajo cualquier amenaza y condición.

–¿Cómo va de salud?

–Mi salud mental y estabilidad psicológica no han sufrido menoscabo alguno, pese a que cuando me dio un ahogo dentro del automóvil de la patrulla, reconozco que me asusté mucho. Pero por lo general, soy una persona bastante serena, por eso puedo luchar psicológicamente con esta situación.

–¿Y la física?

–El hombro, sí, ha sufrido un daño que, según el médico, va a requerir de un tiempo [de convalecencia] y de fisioterapia. Soy zurda, y el brazo que sufrió es el derecho, pero tengo mucho dolor, no puedo dormir bien, porque en ninguna posición encuentro acomodo. Mi hipertensión arterial está en los parámetros adecuados, pese a las limitaciones para poder realizar mi trabajo en esta situación.

–¿Cuál va a ser su comportamiento a partir de ahora?

–Igual que siempre: respetuoso y cívico, pero decidido. De hecho, advertí al policía que el 18 de mayo, volveré a La Habana a hacer mi acto cívico de protesta allí en el Parque Central, porque tengo libertad de movimientos para ir a cualquier lugar de mi país, sin ser molestada.

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