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Serguei Karaganov, exconsejero de Vladimir Putin

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Serguei Karaganov, el hombre que incita a Putin a lanzar un ataque nuclear preventivo

Universitario de altos vuelos, lleva 25 años teorizando sobre el enfrentamiento con Occidente, incluso en clave atómica

«Solo un loco en la Casa Blanca estaría dispuesto a sacrificar a Boston por Poznan [quinta ciudad de Polonia]», ha llegado a escribir Serguei Karaganov (Moscú, 12 de septiembre de 1952). Es su manera, irónicamente cruel, de poner a prueba el compromiso de Estados Unidos para con la OTAN en caso de que Rusia decidiera lanzar un ataque nuclear preventivo sobre cualquier país miembro de la Alianza Atlántica, o sobre Ucrania. Una opción que defiende como «la mejor manera de salvar al mundo de una guerra en toda regla, que podría dejar el planeta en 'ruinas radiactivas'».

Karaganov habla –y escribe– sin tapujos. Dice en voz alta lo que tal vez Vladimir Putin piense en voz baja. Y lo hace con la autoridad, intelectual, que le confiere su doble posición de presidente honorífico del Consejo de Política Exterior y de Defensa, el think tank de cabecera del Kremlin, y de decano de la Facultad de Economía Mundial y Asuntos Internacionales de la Escuela Superior de Economía de Moscú.

El influyente asesor –externo– del presidente de Rusia mezcla, asimismo, realismo y cinismo al aseverar «no es probable que China apoye a Rusia en el lanzamiento de un ataque nuclear preventivo contra Europa», si bien Pekín «se alegraría en el fondo de que se haya asestado un duro golpe a la reputación y la posición de Estados Unidos». Nada menos.

Por lo menos admite en sus escritos que se trataría de un dilema terrible, «ya que se trataría de utilizar el arma de Dios, condenándonos así a graves pérdidas espirituales. Pero si no lo hacemos, no sólo Rusia puede morir, sino que lo más probable es que toda la civilización humana deje de existir».

De momento, y según se desprende de un artículo bien informado de The Financial Times, el punto de no retorno para el uso de un arma nuclear por parte de Rusia solo abarca los supuestos de entrada de tropas enemigas en territorio ruso o la derrota de unidades de tropas fronterizas rusas, entiéndase en Ucrania. Aún en esta última hipótesis, que podría parecer la más verosímil, desde más de un think tank occidental se considera que palabras como las de Karaganov –que integra la lista de personalidades rusas sancionadas por la Unión Europea– forman parte más de una retórica encaminada a disuadir a Occidente de un enfrentamiento abierto con Rusia que de una amenaza verdaderamente real.

El problema con Karaganov es que lleva más de 25 años –sus publicaciones y entrevistas le avalan– contemplando la posibilidad de un conflicto entre Rusia y Occidente. La guerra en Ucrania, iniciada ya hace 27 meses, parece darle la razón: insiste en que Rusia no quiere anexionar a Ucrania como lo hizo con Crimea, solo que se convierta en un país más «amistoso». Si no lo consiguiera, la siguiente etapa podría tener categoría de amenaza nuclear.

Mas los intereses de Karaganov van más allá de la trágica actualidad ucraniana, aunque siempre con la obsesión occidental en su mente. Sin ir más lejos, es uno de los principales teóricos de la «unión euroasiática», que pretende congregar, en clave geopolítica y comercial, alrededor de Rusia y China a todos los países que se encuentran entre ambas, para así enfrentarse con mayor fuerza a Occidente.

De momento, Pekín calla, sin descartar nada. ¿Silencio cortés para dar a entender que aprecia a Moscú como aliado, pero que no está dispuesto a compartir ambición estratégica en pie de igualdad? Una pregunta, en todo caso, a la que Karaganov, en sus innumerables intervenciones públicas –nada le gusta más que ser entrevistado por medios occidentales–, sigue sin responder.

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