La UE deja de lado el Pacto Verde en su agenda estratégica para los próximos cinco años
El documento habla simplemente de procurar «una transición climática justa y equitativa», mientras que la legislatura anterior fue un punto clave
El resultado de las elecciones se ha dejado notar en el futuro de la Unión Europea. Aunque el reparto de puestos se haya establecido entre populares, socialistas y liberales, como ya ocurrió cinco años atrás, la hoja de ruta que marcarán los 27 para la próxima legislatura deja tintes del camino marcado por las urnas.
Pese a que algunos países, como por ejemplo España, eran reacios a dar marcha atrás con la deriva ecologista que había tomado la UE, los Estados miembros decidieron este jueves dejar de lado el Pacto Verde y relevarlo a un simple párrafo en su agenda estratégica para los próximos cinco años. En 2019 fue uno de los pilares principales de la hoja de ruta que debía seguir la Comisión –aunque saltó por los aires con la explosión de la pandemia–, pero esta vez queda relegado a un segundo plano.
La Unión no abandonará la protección del medio ambiente ni tampoco derogará normativas que ya están en vigor, pero sí le otorgará un papel de reparto a la ecología en el guion de esta legislatura. En el documento aprobado se le dedica un único párrafo:
«Procuraremos una transición climática justa y equitativa, con el objetivo de mantener la competitividad a escala mundial y aumentar nuestra soberanía energética. Con la aceleración de la transición energética, construiremos una verdadera unión de la energía, garantizando un suministro de energía abundante, limpia y asequible. Esto exigirá una electrificación ambiciosa en la que se utilicen todas las soluciones hipocarbónicas y de cero emisiones netas, además de inversiones en redes, almacenamiento e interconexiones. Desarrollaremos una economía más circular y eficiente en el uso de los recursos, impulsando el desarrollo industrial de tecnologías limpias, aprovechando todos los beneficios de la bioeconomía y adoptando una movilidad limpia e inteligente con las infraestructuras de redes adecuadas. Todo ello permitirá aumentar la renta real y el poder adquisitivo, con lo cual mejorará el nivel de vida de toda la ciudadanía de la UE».
Mientras en la anterior el peso del bloque socialista era indispensable para ejercer un Gobierno, esta vez las urnas han repartido de forma bien diferente las cartas y se han visto obligados a ceder. Igual que en la última Comisión el responsable del Pacto Verde, Frans Timmermans, era el vicepresidente principal de Von der Leyen, ahora la cartera ecologista tendrá un papel infinitamente menor.
La gran perjudicada en este sentido será la candidata socialista Teresa Ribera. La vicepresidenta del Gobierno, que confirmó esta semana que no recogería su acta de eurodiputada pese a haber sido cabeza de lista, a la espera de un puesto en la Comisión, era la principal candidata para hacerse con las riendas de la ecología en Europa y asumir incluso una de las vicepresidencias del nuevo Ejecutivo, pero el escenario que se ha planteado se parece bien poco al que pensaba.
Habrá que ver cómo evoluciona ese punto y qué papel decide finalmente otorgarle Von der Leyen al Pacto Verde y a la Agenda 2030 en el reparto de carteras. Solo compete a la presidenta del Comisión esa comitiva una vez que haya recibido la aprobación del Parlamento para un nuevo mandato.
Ampliación y Defensa
La alemana, eso sí, tendrá que cumplir la hoja de ruta marcada este jueves por el conjunto de los 27. Tendrá que prestar especial importancia a la ampliación de la Unión Europea –sin fecha aún determinada– y a la necesidad de reforzar la política de defensa. Este punto da pie a que surja una nueva cartera de Defensa de la que hasta ahora carecía Bruselas.
El documento aprobado por los 27 Estados miembros habla del momento «incierto» que vive el mundo, que cada vez es más «conflictivo» y hace hincapié en el riesgo de una «gran escalada» a raíz de la invasión de Ucrania por parte de Rusia. La UE debe defender una «Europa libre y democrática», por eso no es casualidad el nombramiento de Kaja Kallas, una enemiga del Kremlin, como responsable de la diplomacia comunitaria.